sábado, diciembre 30, 2006

Barajas, 2006, 2007 y adiós

Vaya cosa la del atentado de hoy a las 09.00 horas de Madrid (02.00 de la Ciudad de México) en la T4 del Aeropuerto Internacional de Barajas. Nos hemos enterado del asunto durante un paseo a Puebla para visitar a la familia de mi mujer. Maité, su tía, nos llamó al móvil para avisarnos. Imagino que aún pensaba que estábamos por esos rumbos. Gracias, de cualquier forma.

Al llegar a nuestra casa hemos revisado los diarios en línea. Bombazo de 500 kilos en una furgoneta ubicada en uno de los estacionamientos --o aparcamientos, como dicen allá-- de la referida T4. Bueno, pues déjenme decirles que fue precisamente ahí, es decir en la Terminal 4, la más nueva, donde hace exactamente una semana, el sábado 23 de diciembre, nos dejó el 777 del vuelo 001 de Aeroméxico.

Ahora que he visto las fotos creo reconocer ese largo, largo pasillo de la terminal. Vaya. Uno nunca sabe. De hecho, en el vuelo 002 de Aeroméxico, es decir en el de regreso, venía platicando con un viejito español muy simpático y uno de los puntos fue el de ETA y el proceso de paz emprendido por el presidente Rodríguez Zapatero. Entre sus comentarios a la oposición intransigente del PP (Aznar se reunió en secreto con los terroristas en Ginebra y ahora hacen alharaca del asunto), su preocupación se enfocaba en el armamento que la policía había descubierto que ETA había robado en Francia. Algo malo se presagiaba aunque, claro, nadie podría haber dicho sucederá pronto o tarde.

En fin. Lamentable el punto por donde se le quiera ver: se rompe el proceso de paz, vuelve la incertidumbre y la inseguridad, y los partidarios de la violencia vuelven a encontrar motivos para su causa. Por supuesto, no olvido a los dos ecuatorianos que, a estas horas, se reportan como desaparecidos luego de la explosión.

Pero...

Pues este post no es sólo para hablar del atentado. También sirve para decirle adiós a 2006. Un año agitado, agitado. Bastante, diría yo. Con sus lados oscuros y sus amaneceres. A vuelo de pájaro puedo enlistar entre las cosas rescatables el concierto de los Rolling Stones en febrero, algunos partidos del mundial de Alemania, mi obtención del grado de maestro, así como la mención honorífica del Premio IAPEM (por cierto, la premiación se realizará el 24 de enero en el Palacio de Gobierno del Estado de México, pero después daré más detalles). En lo negativo está todo el follón electoral (previo, durante y post), el incremento de la violencia en el país y la sensación de división generalizada.

Bueno, pero para esos recuentos pormenorizados están algunos medios de comunicación. Aquí sólo diremos que, luego de tres años en la red, agradecemos sus visitas a este sitio, les deseamos salud y trabajo para el 2007, y los invitamos a seguir consultando el blog de la burocracia.

Un beso para ellas, un apretón de mano para ellos.

Comienza la cuenta regresiva... Diez, nueve, ocho, siete, seis, cinco, cuatro, tres, dos, uno...

...


!!!!!!

jueves, diciembre 28, 2006

Referencias mexicanas en Madrid

1.- El anuncio del nuevo disco de Paulina Rubio que ponen en los manteles de publicidad de los Vips madrileños (junto a U2 y Antonio Carmona, el primo de Lolita, la hija de Lola Flores, La Faraona).

2.- Las luchas libres en el canal 24 de la televisión por cable del hotel. En esta ocasión, Cibernético le ha ganado a Muerte Cibernética y luego lo ha metido en un cajón de muerto en un cementerio.

3.- Dentro de un pub inglés del centro de Madrid, una canción de Maná que dice te lloré en un río. Todo ante una escenografía netamente europea de barra de madera, bancos altos, pinta de Guinness al canto, españoles escandolosos y festivos, viejito elegantemente vestido con sombrero y frío por la calle.

4.- Dentro de una zapatería de Gran Vía, una canción de Maná que dice labios compartidos, oh, oh, oh. Todo ante una escenografía netamente europea de chicas fashion españolas buscando calzado, dependientas guapas que corean entre sus carnosos labios la letra y frío por la calle.

5.- El bar mexicano "El Chaparrito", en Calle Mayor 68, en pleno centro de Madrid. La referencia la encontramos cuando, de repente, hemos visto un anuncio del menú del día con la invitación "pásele mi cuate". Todo un pequeño rincón de México en España: chelas Corona, Pacífico, Negra Modelo, paletas Vero-Elote, afiches de películas nacionales, Chaparritas de uva y naranja, mezcal Gusano Rojo, tequila Casco Viejo, entre otras muchas señales de identidad mexica. Cuando vayan y les dé el síndrome del Jamaicón, no duden en ir. Mi colega peruano que está detrás de la barra es genial. El otro chaval que atiende es de San Lui Potosí.

6.- Un tipo con una gorra del Cruz Azul por el Aeropuerto de Madrid-Barajas.

7. Una enorme botarga de Coronita sobre Preciados en la noche previa a la Navidad. Claro, me tomé la respectiva Polaroid abrazo de tan magna representación.


Seguiremos informando...

lunes, diciembre 25, 2006

Desde Madrid

Colegas,

Saludos desde este municipio llamado Madrid, enclavado en la Península Ibérica, en un local de computadoras justo frente al Paseo de la Castellana.

Por acá todo bien, a excepción del pinche frío que sí está bastante duro (claro, me refiero a duro para cualquier mexica promedio, como yo). Y eso que, de acuerdo a las versiones de los locales, no se ha sentido tanto como en otras temporadas.

Ahora al regreso prometo hacer la reseña correspondiente con pelos y señales. Mientras tanto, reciban un fuerte abrazo de Navidad, Año Nuevo y demás fiestas desde estos lares que son tan iguales y tan diferentes a nuestra realidad.

¡Salud!

viernes, diciembre 22, 2006

LOTERIA NAVIDEÑA

Ya se respira lo que suele llamarse ambiente navideño, hasta empezó a hacer más frío, los sitos donde la gente suele agolparse para realizar algún trámite burocrático se encuentran ahora cerrados, los que se presentaron aún a sus centros de trabajo ya realizaron el consabido brindis de emergencia y en estos momentos o bien se dirigen a alguna cantina o a algún centro comercial a hacer las últimas compras de regalos navideños.
Mientras toda esta vorágine se verifica en el altiplano, nuestro principal y único corresponsal burócrata ya se enfila a cruzar por segunda vez el Atlántico para pasárse las navidades en las europas.
Parecerá coincidendia, pero ayer mismo estaba viendo por casualidad un programa de la TVE tipo los años maravillosos, en el que tambien un protagonista niño nos hace el recuento de lo vivido en la España franquista de la década de 1970; como resulta lógico el capítulo de ayer se refería a estas épocas y comenzaba refiriéndose a la llamada lotería navideña, en la que los españoles se afanaban por conseguir un boleto que les hiciera renacer la esperanza de ser ricos. Es creo una de las tradiciones que han perdurado, hoy mismo el presidente del Real Madrid al presentar a su nuevo refuerzo argentino, dijo que: "Hoy es el día de la lotería de la navidad y a nosotros nos ha tocado el mejor premio, está con nosotros y se llama Fernando Gago".
Esperemos que nuestro compañero burócrata llegue a tiempo a Barajas para ahí mismo comprar su billete, y quien sabe si hasta forrado de euros regresa a esta su tierra.
Por lo pronto yo me voy a enfilar a cualquier lugar comercial donde abundarán los vendedores de billetes del Gordo de navidad, versión mexicanísima del mismo sorteo que promete en este caso millones de devaluados pesos. Prometo que si gano de mi cuenta corre el cierre del maratón guadalupe-reyes.

miércoles, diciembre 20, 2006

Último día, vacaciones, brindis y Madrid

En efecto, hoy es el último día laboral para una parte importante del funcionariado público de este país. Desde este día y hasta el 8 de enero del próximo año estaremos disfrutando un merecido periodo dedicado al solaz y el esparcimiento. Algunos, los menos, tendrán que venir a las oficinas, ya sea de guardias, ya sea porque mañosamente pidieron venir cuando no hay nada para luego regresar por ahí del 10 o del 11. En fin. Por lo pronto, hoy estará dedicado a los avatares del intercambio de regalos, los brindis, las emotivas palabras por el recuento de lo realizado y el porvenir, así como a las comidas, cenas, posadas y reuniones con los compañeros burócratas.

Ayer fui a comprar la bufanda y los guantes que me toca regalar a una chica en el intercambio de la oficina. Espero que me den algo bueno porque siempre resulta que tú gastas y los demás te dan cualquier cosa como comprada en Niño Perdido. Esta ceremonia está programada para las 11 horas y después, en el éxtasis del compañerismo y la paz y la armonía, a las 13 se realizará el tradicional brindis de fin de año con la presencia de... bueno, realmente no sabemos quién vaya a presidir el viejo ritual ante los cambios en el gabinete que un año como éste suele implicar.

El punto es que, repito, casi todo este día estará dedicado a las artes de la socialité, el pasé composé (o como se escriba) y el jet set. Algunas llamadas a los colegas que apreciamos dentro del Ministerio para desearle los parabienes correspondientes en estas fiestas, así como uno que otro abrazo fingido con sonrisa frescaérea.

De esta forma, a partir de mañana se bajará la cortina burocrática. Y como este blog es burócrata, como sus creadores y sus colaboradores, pues también resentirá la ausencia de actividades en el calendario oficial.

Y hablando de las vacaciones y las navidades y los fines de año y tal, este año será especial para mí. Resulta que sí-se-pudo: sí hemos conseguido los boletos rumbo a allende nuestras fronteras. El viernes zarparé a Madrid para pasar ahí las festividades correspondientes durante una semana. Como había escrito líneas abajo, me preocupaba el asunto por el tema de Air Madrid, ya que al venirse abajo dicha aerolínea de bajo costo, pues todos los que quedaron --literalmente-- en el aire buscarían otras opciones que colapsarían la de por sí limitada oferta de asientos en esta temporada alta.

Para mi fortuna, y haciendo alguno que otro malabar de tercer grado de dificultad sin red de protección, ya está casi todo listo para tomar la maleta y dirigirme del Peñón de los Baños, D.F., hasta Barajas, Comunidad Autónoma de Madrid. Desde este momento me saboreo los pollos Mingo y los chorizos a la sidra, las chelas de los bares en Gran Vía, las croquetas de calamar y bacalao, así como me imagino el escenario de la Plaza Mayor y el Paseo de la Castellana en invierno. Pero, claro, también como que me dá escalofrío pensar en los 0 o -1 grados centígrados de la temporada. En fin. Por eso me voy mesurado pensando en que todo va a salir bien.

Colegas, ésta no es la última aportación a este blog en 2006. Espero que haya --al menos-- una más en la que transcriba algunas de las notas de la bitácora de viaje a España, así como otra en la que se les den las respectivas salutaciones de fin de año a los lectores habituales.

Mientras tanto, ahí vamos de nuevo.

La añeja tradición de morir para vivir.

Salud.

lunes, diciembre 18, 2006

Navidad, Navidad, no existe Navidad

Cada vez que se acercaba el parón navideño en el bachillerato, Günther, primo de Orlando, cantaba este villancico remasterizado: Navidad, Navidad, no existe Navidad... Santa Clós, Santa Clós, no me trajo nada Santa Clós.

Alguna vez se me ocurrió rentar un coche de sonido --o perifoneo, como le llaman los exquisitos-- en la noche del 5 de enero para ir recorriendo las calles de mi pueblo con la consigna: Los Reyes son los padres, niños, los Reyes son los padres...

Bueno.

Como puede notarse en el ambiente, lo que campea es la flojera y el ocio. Estamos a dos días del banderazo de salida de las vacaciones invernales para el funcionariado público federal. ¿Sobre qué podemos hablar? Veamos.

Una cosa que siempre me ha gustado es enviar y recibir cartas. Me refiero a la correspondencia convencional. Es decir, aquella que escribes en una hoja, la metes en un sobre, la llevas a la oficina postal, le compras las respectivas estampillas y la depositas en el buzón esperando que algún día llegue a su destino. Y también aquella que esperas con esa cierta dosis excitante de incertidumbre y emoción por parte del cartero. ¿Cursi? Asaz cursi, en efecto. Pero interesante.

Algunos años intercambié cartas con varias personas. Pocas, claro. La mayoría con los críos que conocí en el Viaje Cultural 1987, el mismo en el que reunieron a los --supuestamente-- 620 niños más aplicados del sexto grado de primaria para ir a ver al Presidente en turno (Miguel de la Madrid). La Olimpiada del Conocimiento, como le dicen ahora otros exquisitos. Bueno, pues en aquella época no había ni internet, ni fax, ni correo electrónico, ni iPod, ni democracia, ni transparencia, ni se usaban palabras como tolerancia, derechos humanos y otras cosas exóticas que surgieron de un año después a la fecha (en 1988, con el FDN, el Ing. Cárdenas y demás).

Entonces, como lo usual para no perder el contacto entre las personas era o bien llamarse por teléfono o enviarse cartas, la mayoría optaba por la segunda opción ante el abatimiento de costos que representaba. De esta forma, varios intercambiamos nuestras direcciones para enviarnos de vez en vez alguna comunicación escrita.

Después de que el sueño terminó (julio de 1987) recibí en mi domicilio varios sobres con hojas escritas por algunas niñas poblanas aplicadas. Ahora no recuerdo el nombre de la mayoría --de hecho, ni de la minoría-- pero estoy cierto de que había de Izúcar de Matamoros, de Tehuacán, de Teziutlán. Sin embargo, la más especial fue, sin ninguna duda, mi amiga Marcela de Puebla. Con ella tuve comunicación vía cartas aproximadamente diez años. Claro, con sus consabidos parones, subidones y bajadas. Pero por mucho tiempo fue la única persona de la cual recibía algo por parte del cartero (entonces ni siquiera tenía cuenta bancaria para que me llegaran mis estados de cuenta).

Las primeras cartas eran súper naives. Claro, teníamos 11 años. Nos contábamos cosas simples como la escuela, los recuerdos del viaje a la Ciudad de México, nuestra estancia en el Colegio Militar de Popotla, nuestro paso por el Teatro de la Ciudad, Bellas Artes, las pirámides de Teotihuacán, Reino Aventura (así es, aún existía el hogar de Cornelio), Los Pinos, Templo Mayor, Palacio Nacional y otros sitios. También sobre nuestra nueva vida en la secundaria y nuestras familias.

El contacto siguió hasta el punto en que, gracias al correo, pudimos volver a vernos casi diez años después en Miguel Ángel de Quevedo. En una carta que recibí en el domicilio en el que pasé los años de la universidad (Santa Fe, no el mall, sino el pueblo de Vasco de Quiroga) supe que se había casado, que había tenido un hijo y que vivía en la ciudad. Por supuesto, hicimos todos los arreglos para el reencuentro y así, una mañana de agosto, volví a verla. Ella seguía igual: blanca, delgada. Yo con cabello largo y quemado del rostro después de haber ido a un partido en Ciudad Universitaria. Su hijo un verdadero portento de la calma y la belleza.

El punto es que después seguimos enviándonos cartas cada vez más esporádicas hasta que terminó todo. Si el viaje en el que nos conocimos está por cumplir 20 años, desde hace casi diez no he vuelto a tener comunicación con ella. En noviembre de 2005 volví a escribir a la casa de sus padres sin obtener respuesta. No tengo idea de dónde esté o qué haga. Sin embargo, lo curioso ha sido que, después de tanto tiempo, el azar me llevó a la puerta de su domicilio. Por increíble que parezca, el sitio donde vivió con sus padres hasta antes de casarse está ubicado justo enfrente de la casa de mi esposa. Vaya cosa azarosa.

En fin.

Toda esta perorata está motivada por una decisión que he tomado hace poco: este año enviaré tarjetas navideñas a mis colegas más cercanos. En parte porque --repito-- me gusta todo ese ritual de la correspondencia y el servicio postal, y en otra porque me dieron ganas de hacer tal gesto (mi mujer dice que nunca les doy nada y que soy muy seco).

El punto es que esto también ha dado para algunas conclusiones. Quizás la más importante es que no tengo sus direcciones. Es decir, sé dónde viven, cómo llegar y todo eso, pero no podría enviarles una carta o algo parecido a través del correo o de la mensajería con exactitud. El arribo contundente de nuevas formas de comunicación como el correo electrónico, los móviles y los mensajes cortos de texto han arrinconado a las cartas (digo, eso todo mundo lo sabe), pero también nos han coartado el saber en dónde vive la gente.

Además, si por alguna razón sé el número exterior y el piso en el que habitan, lo más seguro es que no tenga ni idea del código postal y, en casos más extremos, ni del nombre de la colonia. Por ejemplo, ayer dediqué como media hora en averiguar si la dirección de mi ex tutor de la maestría estaba en Condesa o en Hipódromo Condesa (los códigos son diferentes).

Tengo una lista de gente a la cual pienso enviar alguna postal, pero no tengo el dato correcto de sus domicilios. Esto es como un problema porque el factor sorpresa es importante. Ni modo. En algunos casos les he tenido que preguntar directamente. Mi muy estimado César, por ejemplo, me contestó que qué onda, que si lo iba a suscribir a Playboy. ¿Ven a lo que me refiero?

Otros problemas menores tienen que ver con la búsqueda de direcciones y códigos a través del portal del Servicio Postal Mexicano. Si introduces en el buscador, digamos, la calle Sonora, te desplegará un menú que incluye como 500 posibilidades. Ya no pensemos en nomenclaturas típicas como "Benito Juárez", "Emiliano Zapata" o "Francisco I. Madero". Con esos nombres podemos hallar más de 2 mil 438 posibilidades (al menos una calle y una colonia en cada municipio de este país). El segundo punto radica en lo que pensarán los colegas que reciben una postal. ¿Cursi, fuera de lugar, obsoleto? Varias posibilidades. Eliakim me ha dicho hace unos minutos la más clara: a mí mejor mándame un pomo.

Así las cosas, en un rato dirigiré mis pasos hacia el Palacio Postal de Eje Central para comprar las estampillas de las postales que ya están listas para enviarse. Una va para Marshfield, otra para Yauhquemehcan y otra para la Condesa. Variopinta la cosa, como puede notarse.

Ya veremos qué sucede con este asunto.

Keith Richards

Hoy cumple 63 años el rockero más grande de todos los tiempos: Keith Richards.
¡¡Larga vida a Keef!!

viernes, diciembre 15, 2006

Marxiana

La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después remedios equivocados.

Groucho Marx

Air Madrid

Con cierta preocupación leo que Air Madrid, compañía aérea española de bajo costo, ha decidido cerrar sus operaciones el día de hoy, con lo cual ha dejado --según sus propias cifras-- a casi 120 mil pasajeros varados en Latinoamérica.

De manera obvia, todas estas personas buscarán regresar a Europa de alguna u otra manera. La mayoría están en Suramérica. Sin embargo, recordemos que en México había un vuelo a Madrid por esta aerolínea que partía desde Toluca. De hecho, unos posts abajo puse que el precio del billete andaba por los 15 mil pesos ida y vuelta.

"Lo barato sale caro", ha escrito un damnificado de Air Madrid en un portal especial que ha montado El País para estos pasajeros.

El punto es que las demás aerolíneas van a saturar sus vuelos a España en los próximos días.

Archivo de casos reales

2006, Año de la Rata, Dos-Conejo-Rayita o como quieran llamarle de acuerdo a sus muy particulares creencias, ha sido bastante negativo en términos de salud para el que esto escribe (¿y eso qué?, preguntarán los lectores digitales de este buroblog... pues nada, que como esta clase de bitácoras virtuales son como divanes de sicoanalista, le doy dicho uso de vez en vez... nota, son lectores digitales porque se pueden contar con los dedos de las manos... ahora sí, basta de tonterías, continuamos...). Me diagnosticaron la cosa del reflujo, entré en tratamiento casi diario a base de pastillas, me salió una cosa rara en un párpado, tengo en lista de espera una cirugía y ahora resulta que tengo otra vez altos mis niveles de colesterol y ácido úrico. Joder. ¡Y sólo tengo 30!

Dirán, pues ya bájale a tu desmadre. Ja. Desmadre es lo que quisiera echar. Es decir, que sí soy aficionado de las carnes rojas, las grasas, el café, el vino en sus múltiples variantes y así una larga lista de cosas en las que Dios, el Creador, Jesús, Yahvé, Jehová, Alá o Tláloc (o como también quieran llamarle según sus ondas místicas) puso las más horribles cosas para la salud de los hombres. Pero de eso a ser punk, estoy muy lejos de serlo. La verdad. Al respecto, el otro día leí a un wey que se preguntaba, ¿por qué no pusieron el colesterol y los triglicéridos en el brócoli y las verduras? Exacto. Coincido con esa duda existencial que invade su alma llanera. Qué bonito sería que el doctor te dijera, joven, tiene altos sus niveles de colesterol, ¿sabe qué?, métale más duro a la chela y a los huevos rancheros en sus hábitos alimenticios. Demasiado lindo para ser verdad.

Bueno, pero el punto es que ahí vamos de nuevo con la dieta. Es decir, a bajarle a las grasas, a las carnes rojas, al cafecito, a los quesos, a la barbacoa, a las carnitas, a los chescos, a la chela, a la ginebra Bombay y al whisky The Glenlivet, al tinto, a los camarones al ajillo y al bife. ¿Y qué queda? Pues lo clásico: frutita, lechita deslactosada, cafecito descafeinado, huevito sin yema (y dos veces a la semana nada más), verduritas, avenita y otras simplezas. Ay, ay, ay.

Obviamente sé que dicho esfuerzo sobrehumano no se verá recompensado si no agrego otro factor crítico de éxito a la empresa: hacer ejercicio. En efecto, moverse, espabilarse, sudar, quemar manteca, subir el ritmo cardiaco, correr, brincar, sentir las piernas como de robot. En una palabra: dejar de echar la weba.

En 2002, cuando también tuve estos problemas, hasta me compré mi bici estática. "Uy, esas se convierten en unos percheros carísimos", me dijo una ex compañera de El Colegio de México (bueno, de Acatlán pero acogida en el Colmex) poniendo cara como de Anna Wintour. Y, pues sí, en efecto, así es, en eso se terminó metamorfoseando mi armatoste ese. Ahora la pregunta es, ¿servirá aún?, ¿la sacaré de su olvido? La verdad, quién sabe. Igual y me meto al gimnasio que está a dos calles de mi piso. El mismo donde he visto a un tipo así como mamey con sus greñas de David Bisbal y su camiseta del Taz atlético. Pero, si lo hago, ni tenis tengo. Chale.

Por lo pronto estoy en un nuevo tratamiento de Metronidazol de aquí al 20 de diciembre. Según que para desparasitarme. Aquí debo señalar que hoy he ido a consulta porque me he tragado dos tacos callejeros y me han dado seguidillas toda la madrugada. Según la doctora no es infección, pero sí amerita algún tipo de intervención de los medicamentos genéricos con todo y su Vida Suero Oral.

Mi vecina laboral, no la que se queja de todo, otra que es como más seria, me dice: oiga, pero si está re-joven. Bueno, joven joven joven, lo que se dice chaval rozagante, no. Pero tampoco estoy como para andar cual chica horny checando el reloj a cada rato para saber a qué hora le toca su pastilla.

Así las cosas, prefiero abstenerme de aquí al 20 para después hacer mi entrada triunfal a la cena del 24 como se merece.

¿Qué he hecho yo para merecer esto?

--oo00oo--

Para cerrar el tema del fútbol que a varias (ojo, he puesto varias, no varios) les jode, aquí una reflexión sobre el Pachuca, su DT y los Pumas.

La verdad, el campeonato de la Sudamericana de Pachuca se lo debe a... Pumas.

Me explico: si la Universidad no se hubiese dejado ganar por el Pachuca en el campo sagrado de Ciudad Universitaria en la fecha seis de la Liga mexica (y digo dejado ganar porque eso fue lo que pasó dada la debilidad del rival), los pachuqueños hubieran corrido al Ojitos, hubieran traido a algún entrenador chafa mexicano (pleonasmo) y no hubiese pasado absolutamente nada con este equipo en lo que restaba del año.

Pero no. Nos ganaron, dejaron a Meza, tomaron confianza y de ahí a la fecha, palante.

Raro, ¿no?

En suma, nadie sabe para quién trabaja.

--oo00oo--

Bueno, me retiro porque ya me toca mi pastilla.

¿Guerra ganable?

Jorge Chabat

Una vieja discusión entre los estudiosos del narcotráfico es sobre las capacidades del Estado-nación para combatir este fenómeno. En esta discusión existen dos grupos: los optimistas y los pesimistas. Los primeros creen que la guerra es ganable. Creen, siguiendo a los clásicos, que por definición, el Estado es más poderoso que cualquier individuo o grupo de individuos que lo desafían. Los optimistas piensan que el Estado es como el Leviatán de Thomas Hobbes: un gigante cuyo cuerpo está compuesto de hombrecitos, que son los ciudadanos.

En esta visión el Estado, cuya fuerza deriva de la cesión voluntaria de la capacidad de defenderse de los ciudadanos, tiene el poder de someter a quien desafíe su soberanía. Como contraparte están los pesimistas, aquellos que piensan que el Estado-nación moderno no fue diseñado para lidiar con una amenaza como el narco y que no importa cuánto poder tenga el Leviatán hobbesiano, pues al final los grupos del crimen organizado acabarán superándolo.

Como prueba de sus argumentaciones, los pesimistas muestran los innumerables casos de violencia impune generada por el narco, en México y otros países. Normalmente los optimistas se encuentran en el gobierno que combate al crimen organizado, y los pesimistas suelen ubicarse fuera del presupuesto.

Y la verdad sea dicha, en México durante las últimas dos décadas ha sido difícil refutar a los pesimistas: la guerra contra el narco no muestra visos de ganarse y más bien ha aumentado el poder militar y financiero de los cárteles de la droga, al tiempo que la narcoviolencia se ha multiplicado.

En este contexto de desánimo y preocupación de la sociedad por el avance del narcotráfico, el gobierno de Calderón acaba de anunciar el programa más ambicioso del que se tenga memoria para combatir este fenómeno en una entidad. La movilización a Michoacán de 6 mil 714 elementos del Ejército, Marina, Policía Federal Preventiva y Agencia Federal de Investigaciones, manda una señal muy clara de que el Estado mexicano está dispuesto a utilizar toda su fuerza para revertir una situación de deterioro que es claramente inaceptable. ¿Eso significa la derrota definitiva del narcotráfico? Evidentemente no.

De hecho, no existe ningún Estado en este planeta que haya erradicado totalmente el tráfico y el consumo de drogas. Sin embargo, lo que este operativo puede significar es el inicio de un acotamiento del narcotráfico que hará que desaparezcan ciertas manifestaciones de este fenómeno, como las cabezas cercenadas arrojadas en una pista de baile. Y todo sugiere que ese es el propósito inmediato del operativo en Michoacán: evitar que el narco actúe de tal forma que México parezca un país africano en guerra civil. Y la verdad es que es un propósito correcto. Felipe Calderón simplemente no puede permitir que en México se presenten las manifestaciones de violencia que se han visto en Michoacán en los últimos meses.

No se trata de acabar con el tráfico y el consumo de drogas, sino simplemente de mantener un mínimo de orden en la sociedad. Se quiere, en suma, devolverle cierta autoridad al Estado mexicano. Este asunto es como la relación de un padre con su hijo adolescente.

Pensar que el hijo se va a comportar de manera impecable es obviamente absurdo: llegará pasado de copas alguna vez, tal vez saque alguna mala calificación y hasta puede estrellar el auto. Sin embargo, si un día este adolescente llega con una metralleta y mata a los vecinos y a sus propios padres, es obvio que estamos frente a una situación inaceptable que requiere de medidas extraordinarias. Eso es lo que pasó en Michoacán y probablemente también en otras entidades: el narco ya rebasó los límites.

Sin duda podemos discutir si esta guerra es ganable o no. El nuevo procurador general de la República, Eduardo Medina Mora, ha insistido en que sí lo es. No obstante, la verdad es que esta discusión tendrá un sentido u otro dependiendo de qué se considere como "ganable". Si por ello entendemos que el narco puede llegar a convertirse en un problema de seguridad pública, que no ponga en peligro la gobernabilidad del país, ciertamente ello es posible y ésa debería ser la meta.

Para ello, desde luego habrá que instrumentar algo más que un operativo policiaco-militar, pero lo cierto es que dicho operativo no puede dejar de hacerse. Es obvio que si Calderón busca atraer inversión a México no puede permitir que el país parezca el escenario de una película de caníbales de los años 60.

La pregunta sin embargo es ¿qué sigue? Todo indica que una reforma integral del sistema de seguridad y de impartición y procuración de justicia. Si ello se da pronto es probable que en 10 ó 15 años podamos decir que la guerra se ganó y que el narco es un delito entre otros, cuyo combate está a cargo de la policía regular y no del Ejército. Esa es la meta. Y eso significaría ganar la guerra.

jorge.chabat@cide.edu

Analista político e investigador del CIDE


miércoles, diciembre 13, 2006

La escuela Lavolpista

¿Cómo definir la Escuela Lapolvista en el fútbol?

Así:

Nunca gana nada.

Coño sur

a) Los fanfarrones del CABJ han perdido el campeonato de la Liga argentina frente a Estudiantes LP. Me da mucha alegría, sobre todo porque esto ha motivado la renuncia de otro fanfarrón, Ricardo Antonio Lavolpe. ¿A dónde quedó su altivez? ¿Su Feng-shui? ¿Las corbatas de dragón y colores chillantes? Lo dicho. Algunos suramericanos vienen a México creyéndose la reencarnación de Quetzalcóatl. Cuando regresan a sus tierras lo hacen con la cola entre las patas.

b) Augusto Pinochet tercero ha sido expulsado del Ejército chileno por haber pronunciado un discurso político sin autorización. Más aún, por haber defendido al régimen de su abuelo. Notable que haya tenido ese arrojo. Notable que las instituciones de ese país hayan reaccionado de ese modo.

c) Pachuca juega en unos minutos contra Colo Colo la final de la Copa Sudamericana enmedio del furor que ha desatado la muy reciente muerte del personaje referido en el inciso de arriba. Por lo que he leído, ayer entrenaron sin electricidad y hoy han tenido problemas con el jersey que portarán en el partido. ¿Sorprendente? Para nada. Así se las gastan los funcionarios marrulleros de aquellos lares. Huelga decir que Pachuca no es mi equipo. Que me parece ridículo ese lema de "el equipo de México" que suele utilizar. Que sus dirigentes --Fassi y Martínez-- me dan la impresión de ser una mezcla rara de esnobismo y cursilería. Pero hoy sí me gustaría que por fin un equipo mexica vaya y le arrebate un título a los sudamericanos en su campo. Si no es así, no pasa nada.

lunes, diciembre 11, 2006

Guadalupe Reyes (la previa)

Este fin de semana ha dado para algunas anotaciones. Veamos.

a) El Guadalajara es campeón de la Liga mexica. Ayer, mientras viajábamos de regreso a la Ciudad de México por autobús, escuchábamos el partido en la radio del iPod. Cuando logramos sintonizar por fin una señal (88.9) el partido estaba uno a cero a favor de Toluca. Ya se los jodieron, pensé. Pero, después del descanso, los del chiverío salieron a comerse el mundo (o al menos la zona correspondiente al Nemesio Díez en la capital del Establo de México). En lo que parece fue una voltereta de esas que se recordarán por muchos años, el tal Maza y el Bofo encabezaron la remontada en campo rival.

A mí las Chivas me son indiferentes. A mucha gente les joden. Un doctor amigo mío decía que ser hincha de ese equipo era como creer en la Virgen de Guadalupe y seguir gobernados por Adolfo Ruiz Cortínes. A mí, repito, me dan como igual. De hecho, de los equipos nacionales sólo me joden el Amiérdica y los sangrones de Montegay. Entonces, pues que sean o no campeones me da perfectamente igual.

Sin embargo, creo que en esta ocasión está bien porque son puros mexicas y porque su dueño, a pesar de ser un nuevo rico pretencioso, como que le ha dado cierta personalidad al equipo. Recuerdo a las Chivas de los ochenta y noventa, las mismas con su jersey atascado de publicidad y con mil y una contrataciones intrascendentes. Si algo debo reconocer a Vergara fue que, al asumir el poder, lo primero que hizo fue "limpiar" el uniforme del Guadalajara. Esa medida debería ser adoptada por casi todos los equipos nacionales, incluidos los Pumas.

Y hablando de la Universidad...

b) Ayer mismo, ya en el Aeropuerto, vi cómo varios universitarios estaban por ingresar a la sala de espera del vuelo a Guadalajara. Por supuesto, no se dirigían a ese lugar a celebrar con el rebaño, sino que estaban por comenzar la pretemporada para el Clausura 07. Frente a mí pasó Leandro, pero como no es la gran cosa, lo dejé pasar sin pena ni gloria. En contraste, cuando vi a Sancho sí me salió el hincha y saqué la Moleskine para pedirle su firma (esta parte del texto sí quedó bastante snob, ni pex).

Como detalle curioso, había un wey del Amiérdica (con jersey pirata) que, al ver al capitán, le pidió que le firmara la camiseta. Vaya, vaya. Imagino que esto sólo se debe ver en el país. No creo que un hincha de Rosario le pida a uno de Newell's hacer tal cosa. Ya no digamos a los del West Ham con uno del Chelsea. En fin. Por eso, cuando me acerqué a Toño lo primero que le dije fue, Sancho, no le firmes a los del América.

c) Siguiendo con el tema de la Universidad, pero ahora desde el punto de vista académico-financiero, el viernes se armó una especie de revuelo porque un diputado, presidente de una comisión de los dineros y panista por añadidura, declaró que qué bueno que le habían recortado el presupuesto a la UNAM, ya que ahí el mínimo de calificación aprobatoria era cinco y que tenía que mostrar más eficiencia.

Obviamente, por su boca habla la ignorancia. En fin. Esto da para un debate largo y tedioso sobre la educación pública, la Universidad y los criterios para el desembolso de los recursos públicos. Algo para lo que existen los espacios adecuados.

Yo siempre he defendido a mi alma mater, pero tampoco trato de ser un ayatola fundamentalista que ignore los baches en los que está metida y de los múltiples asuntos en los que muestra rezagos. Así que, tratando de ser racional, diré que la opinión del diputado panista no debe considerarse como una posición generalizada ni de ese partido ni de los diputados ni de los mexicanos. Hay mucha gente que no simpatiza con la Universidad (dentro de la propia UNAM y en partidos "afines" como el PRD), por lo que ese comentario debe considerarse como una expresión personalizada de un tipo malinformado y prejucioso.

Una universidad con las dimensiones de la Nacional Autónoma de México suele tener, para bien y para mal, tanto lo mejor como lo peor entre sus filas.

d) Por otra parte, murió Pinochet. Curioso, el mismo día en que se conmemoran los Derechos Humanos mundiales. De este tema sólo diré que la muerte no espera por nadie y que en esta vida todo se paga, de una u otra manera.

e) Para finalizar, esta noche será una de esas especiales en todo el país. Como cada año, se darán las "mañanitas" a la Virgen. A mí me gusta porque a las once de la noche me subo a la azotea y veo todo el despliegue de fuegos artificiales que queman a esa hora. En esta ocasión, ya viviendo en un quinto piso, imagino que el espectáculo será mejor. Espero.

f) Y después de los fuegos se dará el banderazo de salida para el tradicional y mítico maratón Guadalupe-Reyes, el mismo que inicia el 12 de diciembre y termina el 6 de enero del siguiente año. 25 días enteros para el solaz, la intoxicación y la celebración ininterrumpida. No importa que en eso se vaya el fondo de ahorro, la gratificación de fin de año, el pago del aguinaldo y la prima vacacional, y hasta las propias quincenas de estas fechas. Nada. El punto es rendirle culto a Baco mientras se rompen piñatas, se dan abrazos fingidos y se acude a varias cenas y comidas de fin de año con los compañeros de la oficina.

Y hablando de la burocracia, con esto de los cambios en el gabinete no sabemos aún qué vaya a ocurrir por estos lares. El ambiente está como tenso porque no sabemos todavía qué onda. No hay señales, no hay línea, no hay un faro, guía o coordenada que nos indique el nuevo rumbo (ja).

Sin embargo, estoy convencido que el espíritu festivo se impondrá a cualquier eventualidad y, como cada año, haremos ese viejo ritual consistente en comer tacos de canasta y beber Lulú cola para desearnos los parabienes correspondientes a esta temporada, al tiempo en que nuestro Director da algún discurso semi-formal, semi-chistoso y semi-esperanzador (claro, todo con sonrisa Colgate incluida).

Así que, mientras llega ese instante de regocijo, iré a la farmacia de la ISSSTE-tienda a comprar mi respectiva dotación de Nexium Mups de 40 mg. para sortear el próximo temporal de ácidos, grasas, alcohol, triglicéridos y ácido úrico que se avecina en mi flora y fauna intestinal. No vaya a ser que a Yunes --nuevo director de esa institución-- se le ocurra quitarnos dicha prestación.

Y vio el burócrata que era bueno.

sábado, diciembre 09, 2006

Nueva era

JMB
El Guardián, diciembre 9, 2006


Como suele suceder, después de un mal elemento cualquiera que llega a remplazarlo luce mejor. En el contexto de la administración pública, después de una mala gestión la siguiente cuenta con cierto margen para presentarse como su contraparte, es decir como la solución. Esto es precisamente lo que está ocurriendo con el gobierno que ha tomado posesión el pasado 1 de diciembre.

La administración de Vicente Fox, la misma que según su propias palabras íbamos a “extrañar”, pasará a la historia como una de las más grandes oportunidades perdidas de la historia contemporánea del país. Su único, gran e innegable mérito ha sido sacar al PRI de Los Pinos. Ni más, ni menos. Pero en términos operativos, lo que encuentra Felipe de Jesús Calderón de manos de su antecesor son varios escombros y algunas ruinas.

Sin embargo, pese al crispado clima político de este año, exacerbado en los acontecimientos de la última semana de noviembre, los primeros pasos han sido adecuados. Como se había apuntado aquí y en otros sitios, la suerte de Calderón se iba a echar desde el primer minuto del día marcado para asumir como el nuevo presidente de México. Y, al parecer, la prueba ha sido superada. Cuando muchos apostaban a la inasistencia tanto del Ejecutivo entrante como del saliente en San Lázaro, en una hábil maniobra conjunta ambos han aparecido en la tribuna para realizar la ceremonia correspondiente. Claro, un ritual corto, exasperado y atropellado, pero consumado a fin de cuentas.

Las designaciones de los funcionarios de primer nivel de la actual administración no han causado mayores revuelos de los que se podían prever. La vuelta de tuerca del conflicto en Oaxaca ha amainado –en parte—la escalada que había experimentado en las últimas semanas. El anuncio y la aplicación de algunas políticas con sello de izquierdas –como la reducción de los salarios de la alta burocracia—ha enviado un mensaje tangible a la opinión pública.

Frente a todos los pendientes que el ahora habitante del rancho San Cristóbal ha dejado sobre el escritorio, estas medidas han aparecido como pasos de gigante.

Esto no significa, por supuesto, que la situación del país vaya a cambiar radicalmente en los próximos meses. De hecho, el plan México 2030 del propio Calderón es una señal de que los problemas de fondo se resolverán en el largo, muy largo plazo. Sin embargo, luego de la turbulencia postelectoral ha sido reconfortante tener cierta certidumbre política. No por simpatías partidistas o personales. Simplemente por el bien del país.

¿Qué sucederá dentro de esta nueva era? ¿Cuál será el comportamiento y los resultados que obtendrán los diferentes actores políticos, incluida la propia sociedad?

Entre todo lo observado en los últimos días me ha llamado particularmente la atención la actitud del PRI, el partido que gobernó a este país durante siete décadas. La imagen de los legisladores federales de este instituto ingresando a San Lázaro con banderas nacionales en las manos resulta, por decir algo, una interrogante. Por un lado, confirman su condición de bisagra, de fiel de la balanza en los trabajos futuros del Congreso. Por el otro, una señal –real o ficticia—de que en este momento son los moderados, los que tienen experiencia en el arte de la política y los que están por México.

Su objetivo es volver al poder, más temprano que tarde. En este sentido, su estrategia parece adecuada: dan un paso atrás cuando los partidos mayoritarios disputan a las manos –literalmente—el control de las instituciones. Dentro de su experiencia saben que, pese a lo que pueda decirse, el pueblo mexicano prefiere la estabilidad y la paz frente a la revolución.

El comportamiento de los partidos pequeños también conduce a algunas reflexiones. La más notoria es el papel que ha jugado la “nueva izquierda”, la izquierda alternativa. Poco o nada se ha sabido ya no sólo del peso específico sino de la simple ubicación de los legisladores que el Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina ha obtenido en los últimos comicios. Patricia Mercado, su ex candidata presidencial, ha reaparecido el pasado 1 de diciembre, pero sólo en calidad de comentarista de una estación de radio de la Ciudad de México.

Sin embargo, la duda más fuerte se concentra en la izquierda histórica, en el PRD. ¿Cuál será el camino a seguir por parte de este partido y sus seguidores? ¿Mantendrá el liderazgo interno López Obrador? ¿Colaborarán los militantes que ocupan cargos públicos con el nuevo gobierno?

La izquierda, su presencia, sus ideas y sus propuestas son vitales para este país. La intención del nuevo gobierno de “rebasar por la izquierda”, es decir de aplicar diversos programas tradicionalmente vinculados con esta corriente, dan fe de su importancia. Sin embargo, ha llegado un punto de inflexión en su camino en el que se requiere un cambio generacional en sus cuadros, una nueva estrategia política y una renovación de su imagen pública.

Si su intención es realmente transformar de fondo las condiciones sociales de este país, lo recomendable es no obsesionarse por subir al poder por el simple hecho de hacerlo. Lo ideal sería plantear una estrategia de largo plazo en la que se establezca una fecha tentativa –pero materializable—de asumir la presidencia. Mientras tanto, mucho se puede abonar desde las importantes posiciones que ha logrado tanto en el Congreso como en los gobiernos subnacionales.

A la pregunta tradicional sobre si la izquierda gobernará –o la dejarán gobernar—algún día este país, estoy convencido de que esto sí ocurrirá. ¿Cuándo? Bueno, eso ni siquiera el propio PRD lo sabe en este momento. Lo paradójico es que las actitudes asumidas por este partido y su líder de facto, lo han alejado de esa meta. Al parecer, se confirma aquello de que el principal enemigo del PRD es el propio PRD.

Una nueva etapa se plantea frente a los mexicanos. Frente a la complejidad del momento político una opción es recurrir a lo sencillo: ponerse de acuerdo y comenzar a trabajar.

viernes, diciembre 08, 2006

Vacas sagradas, vacas locas y vacas lecheras

Me he quedado sin clave de acceso a Reforma. Por eso ya no me llegan al correo los textos de Meyer, Soler, Aguayo y Villoro, entre otros. Sin embargo, ya encontré cómo consultarlos sin desembolsar. El problema es que son archivos pdf que no se pueden copiar. Por lo tanto, sólo unos párrafos en esta ocasión.

Juan Villoro escribe sobre la pasada FIL de Guadalajara:

Quien recorre los pasillos y los stands se somete más a una sensación urbanística que a un placer de bibliófilo. Aunque ciertos libreros avezados encuentran tomos esquivos en la FIL, yo me impresiono con las mamparas y los plafones que es capaz de edificar la ciudad letrada.

...

Uno de los grandes misterios de Occidente es que las aspirantes a Miss Universo suelen decir que su pasatiempo favorito es la lectura. No quisiera acusarlas de insinceras, pero rara vez dan pruebas de su contacto con otras obras maestras que la que miran en el espejo. Si declaran eso es para quedar bien. En este aspecto, los libros son parecidos al tigre blanco: uno queda muy biensi los defiende pero a nadie se le exige que tenga uno en casa.

...

Un hecho social sólo es mexicano si cuenta con suficiente dotación de colados, curiosos y vendedores de pepitas. No todos los que van a la FIL saben por qué están ahí, pero todos son necesarios para consumar una condición esencial al sujeto contemporáneo: el gusto de pertenecer a una estadística que, de preferencia, rompe un récord. Y si algo caracteriza a la FIL es el rompimiento de récords.


Juan Villoro, "Vacas sagradas y vacas locas", en Reforma, diciembre 8, 2006, p. 25.

jueves, diciembre 07, 2006

Madrid

El único viaje que he hecho al extranjero ha sido a España. Fue en mayo de 2005. Unos días en la capital de la ex metrópoli, Madrid.

Quizás en aquel momento no dimensioné lo que había vivido. Gracias a unos azares extraños de la existencia volé en Premier, tanto de ida como de vuelta, tuve transportación gratuita Barajas-hotel-Barajas, me hospedé en el Meliá Castilla y conocí el Centro decorado de varios afiches promocionales de la candidatura de Madrid a los Juegos Olímpicos de 2012 ("estamos preparados", era el lema guía).

Y digo que no le dí la dimensión correcta porque ahora me doy cuenta de lo privilegiado que fuí en aquella ocasión. El vuelo no es nada barato. Por ejemplo, por Iberia cuesta alrededor de 50 mil pesos. Vaya. Además, hoy he leído que la otra opción, es decir el vuelo a Madrid desde Toluca por Air Madrid (aproximadamente 15 mil pesos viaje redondo) ha despertado fuertes sospechas por parte de las autoridades españolas por el tráfico de drogas. De hecho, en la misma nota de Reforma hablaban de que frente a esta situación podría aplicarse en el futuro el visado para ingresar a los países de la Unión Europea.

Me gustaría regresar. No importan las 12 horas de vuelo.

Ya veremos.

miércoles, diciembre 06, 2006

Tom Waits

Crónicas de un ladrón de sonidos

Triple salto de toda una leyenda. El músico de la voz rota da otra intensa muestra de creatividad con 54 canciones en tres discos. Le entrevistamos en un bar de carretera de California

BÁRBARA CELIS
EL PAÍS SEMANAL


En medio de un paisaje de olivos y viñedos que podrían haberse escapado de un poema de García Lorca, hay un bar de extraña idiosincrasia llamado Little Amsterdam, cuyo letrero está a ras de suelo. Se cayó hace meses, pero su dueño no se molestó en levantarlo. Yace en la carretera de Petaluma, en el valle de Sonoma, en California, muy cerca de Bodega Bay, donde Hitchcock filmó Los pájaros. Little Amsterdam, un lugar lleno de trastos añejos y olvidados, en cuyo almacén aún cuelgan los garfios que indican su pasado de matadero local, está en bancarrota. Pero su dueño, un sexagenario holandés de aspecto anacrónico y camisa hawaiana, aficionado a los mariachis, las mujeres y el billar, aún tiene un amigo: Tom Waits.

"Me prometió que lo convertiría en su estudio de sonido. Espero que su mujer le deje comprarlo". Evert lo comenta entre dientes porque aún no ha cerrado el trato. Waits, el músico de voz acre y resacosa, el cronista perpetuo de las vidas de arrabal americano, el inagotable ladrón de sonidos, ha sido cliente asiduo de Little Amsterdam durante años. Será porque el local y su dueño podrían habitar perfectamente en una de sus canciones…

Los universos tan reales como paralelos de discos como The heart of saturday night, Small change o Blue Valentine, donde la mitología de vidas al margen se mezclaba con la imaginación desbordada y la voz corrupta de Tom Waits, le convirtieron en los años setenta en un músico de culto. También ayudaron sus directos indómitos y sus excesos alcohólicos, envueltos en el humo espeso de un cigarrillo, pero arropados por la base musical incisiva de quien busca un lenguaje propio.

Sus influencias viajan desde el folk de Leadbelly hasta el jazz de Cole Porter. Roban la teatralidad sonora de George Gershwin, la irreverencia de la generación beat y los extremos literarios de Bukowski. Con ellas le puso banda sonora desde 1973 a un submundo de bares oscuros, prostitutas, corazones rotos e hígados reventados en Los Ángeles. Allí arrancó su carrera, tocando en el Troubaudour y editando su primer disco, Closing time. Irrumpió en la música con su voz rota enroscada en el peso de una vida insaciable y con melodías escupidas desde pianos ahogados en tristeza. Una década más tarde, en 1983, sorprendió con Swordfishtrombones, un disco con el que se adentraba en la producción propia y con el que amplió su universo sonoro, llenándolo de instrumentos dispares, disonancias, canciones habladas y letras tan imposibles como seductoras. Su discográfica, Asylum, le despidió y predijo el fin de su carrera. Pero ocurrió lo contrario. Island Records rescató el disco y lo convirtió en leyenda.

Después llegaron las bandas sonoras. Compuso para Francis Ford Coppola Corazonada, por la que fue candidato al Oscar, y para Jim Jarmusch, quien además le convirtió en su actor fetiche. Ahondó en el teatro junto a Robert Wilson y William Burroughs en The black rider. Llevó al escenario su álbum Frank's wild years, continuó innovando con Mule variations, y además se forjó una peculiar carrera como actor haciendo pequeños pero incisivos papeles en más de veinte películas, incluida Vidas cruzadas, de Robert Altman.

Ahora, dos años después de editar su último álbum de estudio, Real gone, Tom Waits edita el triple Orphans: brawlers, bawlers and bastards (Huérfanos: bronquistas, berreadores y bastardos), una colección de 54 canciones entre las que hay 30 grabaciones inéditas. El disco abarca versiones de Los Ramones y Daniel Johnston, temas rescatados de su trabajo como compositor de cine, blues clásico, música experimental, nanas y cuentos irreverentes.

Tom Waits, famoso por su imprevisibilidad y cuya pasión de juventud por el alcohol arruinó más de un encuentro con la prensa, ha escogido Little Amsterdam para promocionar su disco. A su manera, porque su personalidad musical y artística también se refleja en una conversación que seguirá cauces poco habituales.

Tras atravesar la cocina del local, y tras una puerta con mosquitera oxidada, hay un patio trasero lleno de trastos. Y bajo un porche desconchado, Tom Waits –cara curtida, pelo rojizo, perilla canosa, ojos pequeños, hombros caídos– recibe a la periodista sentado en una mesa coja.

¿Por qué eligió Petaluma para vivir?

Yo no vivo en Petaluma.

¿Esto no es Petaluma?

Sí, pero yo vivo en otro pueblo de aquí al lado.

¿Cómo se llama?

Eso no se lo pienso decir, que luego se llena de gente. Invéntese un nombre. Por ejemplo, la Ciudad del Sueldo del Alcalde [nombre de ciudad en su disco Mule variations].

¿Pero por qué eligió esta zona de California?

Vine por el vino, pero después dejé de beber.

¿No era suficientemente bueno?

Sí lo era, pero yo decidí dejar el alcohol.

¿Sabe que todos los amigos a los que les comenté que le iba a entrevistar me propusieron cosas como: llévate una botella de 'bourbon' y la bebéis juntos? ¿Le molesta que la gente siga reteniendo la imagen con la que se hizo célebre en los años setenta?

No puedo hacer nada al respecto. Además, yo a sus amigos no los veo a menudo, ¿no? Supongo que es normal que la gente piense que la persona que uno era hace diez años lo siga siendo hoy. Además, yo no dejé de beber, el alcohol me dejó a mí.

¿Ha vuelto a visitar aquellos sitios donde se construyó esa fama, el Tropicana Motel o la sala de conciertos Troubaudour?

El Tropicana lo demolieron y al Troubaudour hace muchos años que no he vuelto. ¿Soy nostálgico? No sé. Busco las mismas cosas, las cosas que no desaparecen con el tiempo, las que no se entierran, las que siempre estarán aquí…

¿Como los sombreros?

Exacto. Yo los sigo llevando. Es algo que no hay que perder.

¿Y cree que las nuevas costumbres, como escuchar música en el iPod, permanecerán?

Yo tengo uno. Me lo dio mi hijo. Lo uso cuando boxeo en casa. Pero me gusta utilizarlo sólo con el shuffle porque pasas de Allen Ginsberg a Prokofiev, a The Four Tops, a Charlie Rich, a Charlie Poole, a Charlie Parker…, a todos los Charlie… Y es una sucesión de cosas diferentes que adquieren sentido para ti. Así era la radio hace años. Ponían canciones con un sentido inherente, como lo que ahora hace Bob Dylan en su programa [XM Radio]. Ese tipo es un genio.

Aquí comienza una de las muchas interpretaciones que hará a lo largo de la entrevista, como si fueran viñetas de un cómic. Vestido con pantalones, chaqueta de color negro y botas militares, cambia la expresión de la cara, mira de refilón imitando el aire de pasotismo de Bob Dylan y repite con voz dilaniana la coletilla del programa: "Tune in time radio". Y continúa: "Ahora la radio está organizada para consumidores. Como las autopistas, que están llenas de cadenas de supermercados y tiendas uniformes. Hay emisoras de sólo blues, o sólo country, o sólo hip-hop… Cuando yo era un adolescente ponías una y escuchabas muchas cosas".

Pero ahora tiene incluso la posibilidad de conseguir gratis la música que le gusta por Internet. ¿No le parece que hay más opciones que antes?

No exactamente, porque todo es demasiado fácil. Falta la lucha por descubrir las cosas que te interesan. Es como una cesárea frente a un parto natural. La lucha para salir es parte de la vida, y cuando es tan simple como darle a un botón… No sé. Es como las bibliotecas: antes ibas buscando un libro y por el camino descubrías algo más. Aunque es cierto que ahora pasa eso con Internet…

¿Cómo vive los cambios que la revolución digital está produciendo en la industria musical?

No sé. Haces un concierto, la gente lo graba, y luego resulta que lo venden online. Son como pulgas en un perro: tienes que lidiar con ellas, son inevitables.

¿Alguna vez se ha bajado música de Internet?

No sabría cómo.

Si supiera, ¿lo haría?

No estoy seguro, porque estoy sensibilizado con este tema. Las canciones pertenecen a alguien. Es como robarle las flores a tu vecino. Vale, los discos costaban menos antes que ahora, pero es que todo costaba menos. Si plantas lechugas, las haces crecer, inviertes tiempo y dinero en ellas, no quieres que te las quiten… Hacer un disco cuesta dinero; exige energía, tiempo para hacer las canciones, contratar a los músicos, el estudio… Es un negocio… Desde mi punto de vista, los discos no son caros, porque yo los hago y pago por ellos. Pero no sé, ahora todo el mundo trata de hacer predicciones, y en realidad nadie sabe qué pasará en el futuro.

¿Sus hijos [Casey, Kelly y Sullivan, fruto de su matrimonio con su colaboradora Kathleen Brennan] piratean música?

Sí, pero si les pillo, les amenazo.

¿Qué le han enseñado musicalmente?

Tienen curiosidad y atrevimiento, y eso lo aplican a su personalidad. Visten música como si fueran joyas, como sus peinados. Han integrado la música en su vida como si fuera ropa. Y eso me ha hecho recordar cosas. La primera vez que vi a James Brown, yo quería ser negro. Quería pantalones ajustados, zapatillas naranjas… Ellos escuchan cosas que piensan que a lo mejor me gustan, y me lo dicen: 50 Cents, Tupac…

Y vuelve a la interpretación. Se ajusta la camisa, mira de lado y empieza: "Venga, tío, escucha un poco de hip-hop; estos tipos están vivos, tú sólo oyes a todos esos cantantes muertos".

Le ha dedicado a 'Orphans…' casi dos años.

Sí. Son temas nuevos, temas perdidos, temas huérfanos… Los títulos de cada álbum se corresponden con la música y atmósfera que hay dentro. Son muchos tipos diferentes de líricas, de estilos, de acentos, incluso de voces. Pero ahora me siento más cercano a Bastards.

En Bastards, Waits se regocija en su lado más experimental, acercándose a Captain Beefheart o Lord Buckley, e incluye varios relatos hablados, sin música, chocantes, como Children's story, un cuento para niños tremendamente cruel o el poema de Bukowski Nirvana. Brawlers se mueve en el entorno del blues, mientras que Bawlers incluye temas compuestos para películas, baladas que arrastran la tristeza que impregnaba su primera época o versiones sucias de temas como el clásico de Leadbelly Goodnight Irene.

¿Ha sido como interpretar a personajes diferentes en las películas?

Sí, es parecido. Necesitas decidir lo que necesita cada canción. Y entonces pruebas. A veces resulta que tu voz suena mejor si intentas parecer una mujer, o si sólo hablas, o si sólo susurras.

En 'Brawlers', la canción 'Road to peace' habla de la guerra entre israelíes y palestinos. Usted no suele hacer temas políticos…

Se me ocurrió leyendo The New York Times. Iba a tirar a la basura todos esos periódicos con cientos de artículos sobre ese conflicto y no podía hacerlo sin escribir nada sobre el tema.

Si tuviera que escribir una canción sobre Bush, ¿cómo la titularía?

El pequeño hombre con el gran encargo… No sé… El otro día escuché esas cosas que dijo Chávez sobre él. Le llamó demonio… En Estados Unidos, mucha gente piensa lo mismo. Es como una garrapata sobre un caballo que intenta chuparle toda la sangre y se pone tan gorda que parece que va a explotar. ¿Cómo te deshaces de ella? ¿Cómo consigues tirarla por el váter? Todos le odiamos. Es un ladrón, un estraperlista. Está clarísimo, tiene muchos intereses petroleros. Tiene una aguja muy larga, la ha pinchado en Oriente Próximo y está chupando de ahí todo lo que puede.

En este álbum han participado casi cien músicos diferentes, desde Marc Ribot, asiduo de sus discos, hasta Brett Gurewitz, el guitarrista de Bad Religion. ¿Cómo los eligió?

A veces solamente consigues a quien esté en la ciudad en ese momento. Así es como mi hijo acabó tocando conmigo. Estaba buscando a un batería para irme de gira y, como no encontré al que quería, alguien me propuso que probara con Casey.

¿No pensó en él desde el principio?

No, porque es mi hijo. Nunca habíamos tenido esta experiencia. Y además sabía que nunca había tocado todo un concierto, y no sé, yo pensaba: esto es música para gente mayor, ¿cómo voy a meter a mi hijo en la banda?; me voy a pasar el día discutiendo con él. No lo veía posible, pero ha resultado cojonudo.

¿Ha vuelto a grabar en el cuarto de baño de su casa, como en su anterior disco?

Sí. Siempre busco habitaciones que suenen bien, con una buena atmósfera. El secreto está en la acústica de los azulejos… Cada habitación es como un instrumento más. Me gusta descubrir sonidos en todas partes. Son las oportunidades arbitrarias que ofrece la música, que es lo que yo adoro. Cuando alguien arrastra una silla y suena como un autobús frenando. Pasa todo el rato, pero tienes que estar dispuesto a escuchar.

En este álbum también ha utilizado alguno de esos instrumentos obsoletos o inventados que usted colecciona… ¿Me podría explicar qué es un piano borracho?

Supongo que un piano desafinado, o al que le faltan algunas teclas, o al que le ha llovido encima.

De repente, como si alguien hubiera preparado la escena para contestar a la pregunta, Tom Waits se queda mirando a su izquierda, se levanta, se acerca a un mueble que está cubierto con plástico azul y, ¡zas!, descubre un piano de madera hinchado, sucio, mojado y con las teclas desquiciadas: "¡Esto es un piano borracho! Inténtele sacar algún sonido, saldrá como ahogado…". El piano resplandece en su deterioro en medio del patio polvoriento y olvidado de Little Amsterdam, mientras Tom Waits lo mira embelesado. "Es una lástima…", balbucea.

Antes de tocar el piano aprendió a tocar la trompeta…

Sí, en el colegio, pero lo dejé por la guitarra, porque tocar la trompeta solo no te hace compañía. Tienes que tocar con otros músicos para disfrutarla. Nunca he vuelto a intentarlo. Aprendí a tocar la guitarra y monté una banda, The Sistems. Y luego descubrí el piano.

Acaba de tocar en Nashville, en Cleveland, en Atlanta, etcétera. ¿Por qué sale tan poco de gira y siempre va a sitios pequeños?

No me me gusta tocar en Nueva York o en Los Ángeles. Me pone nervioso que las primeras 10 filas estén ocupadas sólo por gente de la industria o de la prensa. Busco una audiencia de personas. Pero en esta gira me lo he pasado muy bien. Igual nos volvemos a lanzar a la carretera.

¿Cuándo?

Cuando nos apetezca. Ponga lo que quiera.

Duke Ellington les solía dar a sus músicos descripciones de cosas o personas para que tocaran de una u otra manera. ¿Cómo trabaja usted con los suyos?

A veces les hablas de forma abstracta porque estás describiendo algo que no puedes ver, estás haciendo películas para los oídos y tienes que hablar en imágenes. Les ayuda. Otras veces les das nombres de otros músicos…

¿Esas películas las tiene en la cabeza de antemano?

No, te las inventas en el momento. Yo te podría decir: toca como los ojos del enano subido en los hombros del gigante ciego, o toca como la mujer con cara de mula que baila con el chico cocodrilo. ¡Ponle más púrpura!, ¡demasido marrón!, ¡falta amarillo! ¡Necesito negro para poner amarillo!

¿Los colores funcionan bien?

Sí.

¿Y los olores?

Fíjese, en este disco hay una combinación de olores, pero nunca había intentado hablar en olores. Es una buena idea porque intentas crear atmósferas y todo ayuda… Gracias.

¿Y cómo es la relación de trabajo con su mujer?

Te pones los guantes, esperas a que suene la campana y sales a pelear.
Tom Waits suelta una carcajada, le da un sorbo a su café y, balanceándose en su silla, como lleva haciendo casi toda la entrevista, continúa: "Ella es el cerebro detrás de papá. Es una letrista exquisita. Tenemos una buena relación. Una vez que tienes hijos con alguien, todo lo demás se vuelve fácil".

Kathleen Brennan es la mujer a la que Tom Waits ha dicho deberle la vida. Se conocieron en 1978 durante su primera incursión en el cine –reencarnándose en sí mismo como el pianista Mumbles en Paradise Alley, de Sylvester Stallone–. Antes había sido pareja de Ricky Lee Jones, pero el alcohol y las drogas les metieron en más de un problema, incluida la cárcel por montar una bronca a las puertas de un bar. A Brennan, en cambio, se le atribuye el giro creativo que Waits dio con Swordfishtrombones y todo lo que vino después. Hace 14 años también le ayudó a dejar el alcohol, que estaba realmente a punto de convertirle en el protagonista de su canción Bad liver and a broken heart (Hígado enfermo y un corazón roto), uno de sus clásicos del disco Small change.

Antes mencionó a James Brown. ¿Fue su despertar musical?

Un poco, pero yo escuché música desde niño. Empecé oyendo baladas mexicanas con mi padre y canciones folk en Pomona, la ciudad en la que nací [el 7 de diciembre de 1949].

¿Qué hacía su padre?

Enseñaba español. Yo de pequeño lo hablaba; ahora, muy poco [balbucea en español].

¿Nunca se planteó utilizarlo en sus canciones?

No, pero llevo tiempo intentando convencer a Los Lobos para que me dejen cantar un tema. ¿Conoce esa de "Guadalajara en un llanooo, México en una lagunaaaa?" [cantando]. Es un vals. ¡Punch 1, 2, 3! ¡Punch, 1, 2, 3! [cantando y agitando el puño al ritmo].

¿Qué le llevó hasta la música?

Quería ser parte de esto, tocar era como un sueño. Tener a 3.000 personas esperando a que yo salga, gente chillando… Eso es lo que quería.

Pero también tuvo tropezones. Como telonero de Zappa le abuchearon…

Sí, no les gustaba nada. Pero lo tenía que hacer. Es divertido mirar hacia atrás… No ha sido fácil. Si fuera fácil, todo el mundo lo haría.

Pero ahora todos los jóvenes quieren ser estrellas de rock, estrellas de Hollywood; la televisión lo presenta como algo sencillo. Todas las niñas quieren ser Britney Spears.

Sí, pero ella no es feliz, créame. Tiene dos hijos, está gorda, cabreada con su marido, adicta a quién sabe qué… Está lo que usted ve sobre el escenario y lo que hay detrás. Créame, entre bastidores el mundo es muy feo, está lleno de monstruos. Como los que había en la prehistoria, horribles. No es fácil, la gente no tiene ni idea de lo que pasa fuera del escenario.

¿Cómo es ahora su vida ahí detrás?

Distinta. Ahora tengo una familia, y eso lo hace diferente. Me recuerdan quién soy, que soy un padre y un marido. En realidad, sobre el escenario pasas una parte de tu vida muy pequeña; el día es mucho más largo que eso.

Pero ese personaje que se construyó y con el que la gente todavía le confunde, cuya vida se parecía a sus canciones, ¿qué era realmente?

No sé, estaba en el show business, necesitaba ser alguien y venir de algún sitio. Estaba interpretando a un personaje con trozos de mí mismo y de otros, Cantinflas, Jack Benny… Mezclándolo todo y construyendo algo.

Y ahora… ¿usted es usted?

No más ahora que antes. Soy pedazos de cosas. Es como un truco mágico. Usted y yo no nos conocemos, y yo me lo podría estar inventando todo.

¿Pero se siente satisfecho de lo que ha conseguido? Otros músicos como Bruce Springsteen hacen versiones de sus temas ['Jersey girl']. Usted es una referencia musical casi tan citada como Bob Dylan…

Así es la música: cuando eres joven, alguien te ayuda, y después tú ayudas a alguien. Buscas guías… Cuando eres joven y naíf… Escuchas discos, te aprendes las letras, la tonalidad; así aprendía yo, y todavía lo hago. Ahora la gente hace lo mismo conmigo, es un proceso orgánico. No hay escuelas para aprender a escribir canciones, aprendes porque necesitas escribirlas, porque las amas, porque quieres ser parte de eso.

¿Cómo es su relación con la música y el cine?

A veces te explican la película: "Esto es una historia de dos tipos que trabajan en una tintorería, y una noche uno pone un petardo en su oreja, y le vuela la cabeza, y aterriza en Kansas, y le meten en la cárcel durante tres años, y después le secuestran y se lo llevan a Canadá, y cuando sale se cambia de sexo y monta un bar, y…". La historia te parece buenísima, dices que sí, y luego ves la película y es una mierda. Por eso ahora escojo solamente ponerles música si las he visto antes. Es un negocio en el que si quieren tu ayuda es porque no tienen dinero, o porque hay problemas y esperan que tú los arregles. Así que ya sólo lo hago si realmente me apetece.

Como actor, ¿también es tan selectivo?

Debería serlo. Cuando trabajas para alguien, con mucha gente, nunca estás seguro. Eres un violín entre trescientos violines. No estás conduciendo, vas en un autobús. Unas veces es divertido, y otras, una pérdida de tiempo. Pero estás atrapado; una vez dentro, ya no puedes escaparte.

¿Qué es lo que le gusta de actuar?

Me acerco con el mismo planteamiento con el que me acerco a la música: intentando encontrar una cualidad musical en el personaje y en sus palabras. Pero no tengo técnica suficiente como para sentirme relajado haciendo las películas.

Ha hecho varias con Jim Jarmusch. ¿Es cierto que han montado juntos una hermandad, llamada Los Hijos de Lee Marvin, con Nick Cave y John Lurie?

Sí, es cierto, pero no sé quiénes son los miembros. Voy a tener que cambiar toda la normativa, porque se ha colado un montón de chicas…

¿Y cómo se entra?

No se lo puedo decir, hay muchos requisitos, es privado.

¿Y qué hacen cuando se reúnen?

Lo que hacen los amigos cuando se juntan: tomar café, hablar de películas, disfrutar de la compañía. Lee Marvin es sólo el padre espiritual. Pero la organización está en crisis. Jim dejó entrar a varias chicas y ahora la gente empieza a hacer preguntas, como usted. Antes era más como la CIA, ¿entiende? Muy secreta, muy privada. Vamos a tener que replanteárnoslo todo.

¿Le puedo hacer una pregunta más?

Sí, pero después le corto la cabeza.

¿Llegó a conocer a Bukowski?

Sí.

¿Era como se lo imaginaba?

No.

¿Cómo lo recuerda?

Riéndose, bebiéndose un vino tinto, dándole azotes en el culo a su mujer… Lo cierto es que, cuando vas a conocer a alguien, te llevas tu imaginación al encuentro… ¿Soy yo como usted me imaginaba?

No del todo.

[Tom Waits sonríe, se levanta, se pone su sombrero como quien lleva haciéndolo desde la eternidad y se dirige hacia la puerta]. Se lo dije, sobre el escenario y entre bastidores. Personas diferentes.



Bronquistas, berreadores y bastardos

Diego A. Manrique
EL PAÍS SEMANAL


En octubre, la revista británica The Word desarrollaba un reportaje juguetón a partir de un lugar común: el abismo entre las querencias musicales de hombres y mujeres. Se ofrecían entrevistas con cuatro parejas –cuyas preferencias chocaban– y un doble listado: discos genuinamente femeninos y discos eminentemente masculinos. En la última clasificación figuraba Tom Waits con Swordfishtrombones, el elepé que supuso su emancipación sonora.

Waits parece sufrir el destino del artista de culto: menú para un clan (mayormente varonil) de fanáticos, un nombre que se cita más que se disfruta. Pero las canciones de Tom pueden ser consumidas por el gran público…, si se las separa de su intimidante voz. Rod Stewart llevó el romanticismo urbano de Downtown train al número 3 de las listas estadounidenses; Bruce Springsteen logra que se derritan las masas cuando entona Jersey girl.

Se sabe que hay dos Tom Waits. El primero era un cantautor atípico, recién salido de un cuadro de Edward Hopper; un bohemio de casting, el resto de algún naufragio beatnik. Dominaba la melancolía crepuscular y las gracias de borracho: "El piano ha estado bebiendo, no yo", canturreaba. Hasta que en 1981 conoció a la que sería su esposa, Kathleen Brennan, empleada literaria del Coppola más imperial. A su lado escribió su música más bonita: la banda sonora de One from the heart (en España, Corazonada). A continuación rompió la baraja.

El segundo Waits saltó de Asylum, sello para hippies ricos, a Island, entonces tolerante con los heterodoxos (ahora graba para Anti, independiente con raíces punkis). Tiró al retrete el Libro de Producciones Aceptables, se desprendió del disfraz de hipster resabiado y comenzó a manipular tanto sonidos como formas añejas. Sin miedo, acentuó su voz de hombre lobo.

En contra del tópico del gusto musical femenino, el impulso para explorar vino de Kathleen. Ella le hizo ver que era preferible la libertad creativa a la seguridad de una carrera convencional, le facilitó el contacto con cierta vanguardia (William Burroughs, Robert Wilson, Jim Jarmusch) y le animó a aceptar papeles en el cine. Establecieron la primacía de la familia sobre los compromisos profesionales: Tom apenas hace giras. Liberado de concesiones, puede editar dos discos el mismo día, o juntar, como ahora, un triple cd de retazos y ocurrencias sueltas.

¡Limpieza de otoño! Con Orphans…, Waits y Brennan han vaciado su archivo y les ha salido un muestrario tan accesible como impresionante (tres horas) de logros e influencias. Son 56 grabaciones, de las cuales 26 estaban desperdigadas por homenajes, películas, proyectos ajenos. Tom, que se atormenta por unificar en clima y concepto cada disco oficial, funciona también sin el peso de la Gran Idea. Hay coherencia estética en estos 56 temas de Huérfanos, que se han podido ordenar en tres categorías, una por cd: 'Bronquistas' (rock de batalla), 'Berreadores' (baladas) y 'Bastardos' (recitados y experimentos).

Revisando tan monumental miscelánea, se entiende el respeto, la pura envidia de sus colegas: nadie arriesga más en el vestuario, el esqueleto y el alma de sus canciones. Su paleta es inmensa: blues libérrimos, melopeas de perdedores, jazz en blanco y negro, sudorosos cantos de trabajo, boogies oxidados, agrios himnos de iglesia, hip-hop sin máquinas, mambos de tierra adentro, serenatas con costras. Manjares orgánicos para buscadores –de ambos sexos– que sepan apreciar esos "diamantes que prefirieron quedarse como carbón".

martes, diciembre 05, 2006

WS Burroughs

Hoy dan un programa de televisión sobre William S. Burroughs. La cita es a las 20.00 por el Canal 11 del IPN.

Recomendación.

Zen

He tratado de andar zen estos últimos días.

No pude ir a Guadalajara, bueno, ni pex. Mi vecino del edificio dice cosas wannabes, ok. Mi vecina de la oficina es un manojo incomprensible de nervios ante cualquier situación, no problemo.

Pero antes de continuar, que por favor quede claro que la filosofía zen a la que estoy recurriendo no es la típica oriental que tanto presumen los chicos Condechi quieroser, no, sino la que Sergio Arau nos legó en su viejo álbum llamado Frida sufrida, es decir aquella que basa su sabiduría en máximas como: "si están cansados de estar parados, siéntenzen...", o bien, "si a este lugar vienen a ligar, lánzenzen", y así por el estilo. Dicho lo anterior, continuamos.

Cuando era más joven sí me daban unas terribles ganas de andar por el mundo en afán justiciero. Imagino que cuando uno es adolescente eso es normal. Por eso cuando leo noticias duras en los diarios españoles relacionadas con este tema, suelo dar el beneficio de la duda a los protagonistas: jóvenes que golpean indigentes en cajeros automáticos o en las aceras y que, además, los graban en sus móviles para subir dicho material a internet más tarde (por cierto, internet ya se puede escribir con minúsculas, según la RAE).

Ahora intento ser --repito-- más zen. No es porque acabe de tener hijos y eso me haya cambiado la perspectiva de la vida, como suelen decir los neo-padres. Tampoco porque no dejen de existir imbéciles en el mundo, perfectos hijosdeputa --e hijasdeputa-- que merecen la horca, ni tampoco porque la injusticia, la pobreza, la estupidez, la oligofrenia, la podredumbre humana esté en proceso de extinción. No. Al contrario, eso es algo que nunca se acaba, como diría el viejo Mike Laure.

El punto es que, bueno, te enojas, haces berrinche, te jodes la existencia, ¿y? Sólo se pone en crisis tu pancreas, tu colon, tu hernia hiatal, mientras que a la vida le vale bíblicamente madres y sigue estando igual de jodida que siempre.

Con esto no estoy renunciando al instinto animal que uno lleva dentro. Es decir, que no estoy justificando que nos volvamos autómatas pasteurizados y ascépticos. Sólo digo que, cuando una situación amerite ir a por todas (y cuando digo a por todas es a por todas, con todo y ante todos) y cuando no, pues simplemente dejarla pasar levantando una ceja y poniendo cara de Borges. Una filosofía muy utilizada por los jugadores de cartas y demás cachivaches de azar.

En fin.

(Termino de escribir esto y lo primero que veo es la panzota inmensa de una secretaria literalmente afuera de su suéter. Calma, me digo. Si no les gusta lo que ven, volteénzen...).

domingo, diciembre 03, 2006

La maduración de México

JMB
El Guardián, diciembre 2, 2006

En el libro Camino sin ley (1939) el escritor inglés Graham Greene (1904-1991) sugiere que México no le agrada del todo. La razón es más o menos simple: en su opinión, el mexicano es un pueblo inmaduro. Más allá de las condiciones de pobreza extrema que encuentra durante su viaje al sur del país, en plena época de la persecución anticlerical, lo que molesta a Greene es esa actitud festiva de los pobladores que, a pesar de representar un espíritu lúcido y creativo, esconde una profunda banalización de los temas cruciales para la vida social.

Este ejemplo sintetiza un largo debate en el que las opiniones se han dividido. Para un sector de la población no se trata de inmadurez o superficialidad, sino de la tradicional y siempre abundante mexicana alegría. La misma que hace que se rinda culto a la muerte burlándose de ella, que canta en lugar de llorar ante sus múltiples desgracias y que siempre, invariablemente siempre resulta triunfadora en las historias ficticias en las que compite contra otras nacionalidades.

Para otro sector, esta teoría es verdad. La rumba y la romería de los mexicanos es muestra no sólo de un carácter netamente bullanguero, sino de una actitud social negativa: ahí donde se alardea de sabor existe algo que requiere solución mediante acuerdos y trabajo en equipo. En otras palabras, que nuestra tendencia hacia la fiesta es una manera sutil de dejar en la lista de pendientes los asuntos que requieren cierto compromiso al momento de afrontarse.

Ambas posiciones tienen algo de razón, sin duda. El punto es que, al parecer, la segunda ha llevado la delantera de alguna u otra manera. Los largos 70 años del régimen priísta, por ejemplo, retrasaron la maduración política de los mexicanos. Los acontecimientos que hemos presenciado y experimentado en los últimos meses abonan también a la validación de esta hipótesis.

Al respecto, dos botones de muestra. El pasado 20 de noviembre Andrés Manuel López Obrador, ex candidato en las presidenciales de julio por la Alianza por el Bien de Todos, tomó "posesión" como "presidente legítimo" ante una multitud reunida en el Zócalo de la Ciudad de México. Ahí ha rendido protesta y ha anunciado una serie de 20 puntos que llevará a cabo en los próximos días, meses y años.

Días después, el martes 28 de noviembre diputados federales de las fracciones del PAN y el PRD protagonizaron una batalla campal por el control de la tribuna de San Lázaro. Ante el rumor de un madruguete por parte de ambos grupos en su afán de garantizar o boicotear –según sea el caso—la toma de posesión de Felipe de Jesús Calderón, presidente reconocido por las instituciones del país, los legisladores se atrincheraron, se retaron y llegaron a las manos.

La situación ha permanecido hasta la mañana del viernes 1 de diciembre, fecha en la que, por fin, se ha develado el misterio: Calderón ha pronunciado las líneas correspondientes de la Constitución por lo que ha cumplido el ritual y se ha convertido en el titular del Ejecutivo Federal para los próximos seis años.
Ambos hechos han mostrado, casi de manera simultánea, las áreas pendientes de maduración y aquellas en las que ya se notan los frutos de nuestra transición. Veamos.

Más allá de que la toma de "posesión" de López Obrador haya representado una válvula de escape y una manera de hacerse presente por parte de los simpatizantes de este político, muchos de ellos agraviados por un presumible fraude electoral, lo que hemos visto ese día también ha sido una representación tragicómica.

Una cantante y una escritora entregan el "reconocimiento" como presidente legítimo al ex candidato. Dicha constancia se obtuvo de una votación multitudinaria y realizada en segundos en la plaza mayor, sin métodos de conteo confiables y sin cubrir los requisitos de discusión amplia que se plantearon al principio. Luego, la senadora Ibarra de Piedra le ha colocado una "banda presidencial" alternativa (al revés, por cierto) y así, sin más, contamos con dos "presidentes" en el país.

Sin embargo, no ha quedado claro bajo qué reglas operará. Es decir, si a través de aquellas por las que compitió y por las que su partido obtuvo importantes posiciones en el Congreso y en los gobiernos subnacionales, o bien, si se creará todo un régimen especial por el que se cobrarán impuestos, se garantizará la seguridad y se implementará una administración pública similar.

Frente a esto, lo ocurrido en San Lázaro tampoco ha desmerecido. Primero, como si se repitiesen las imágenes de una acalorada discusión escolar, los representantes populares demostraron que poseen más de lo segundo que de lo primero. Sin embargo, después de la trifulca, de los dimes y diretes, y del lanzamiento de latas de refresco, a medianoche los legisladores montaron una especie de bohemia en la que se entonaron de manera sentida diversas canciones de la tradicional mexicana alegría. Todo en directo a través del Canal del Congreso.

En contraste con estos acontecimientos, la evidencia de una cierta maduración en la sociedad mexicana se ha apreciado en la propia ciudadanía. En la que no ocupa posiciones públicas y en la que experimenta en carne viva los problemas del país en el día a día. Uno supondría que lo ardiente de las imágenes televisivas se transmitieran y se reprodujeran en los ánimos de la gente, tornando la situación al borde de la ingobernabilidad. Afortunadamente, esto aún no ha sucedido.

Al parecer, esto se ha debido a que ha sido en una porción de la gente –quizás en una mayoría simple—donde más se ha avanzado en la asimilación del concepto de democracia. Es decir, donde ha arraigado la idea de que se trata de un sistema político que no significa la resolución inmediata de los asuntos pendientes, que no es el pasaporte hacia un escenario ideal, que no significa la disminución de los rezagos, pero que implica el establecimiento de reglas para la resolución de los conflictos de una forma más racional.

Para finalizar, una cita de otro extranjero que radicó en el país, el cineasta español Luis Buñuel. En su libro de memorias, Mi último suspiro (1982), afirmó que México jamás sería un país fascista: se lo impide la corrupción.

Lo que esperaríamos es que cada cosa ocupe su lugar. Fiesta cuando haya que celebrar, seriedad cuando haya que afrontar problemas.

sábado, diciembre 02, 2006

El triunfo de los ´duritos´

Mauricio Merino

No creo que el espectáculo con el que se inauguró el nuevo sexenio sea también su destino fatal. Pero moderar la polarización gestada desde las campañas y la crispación que se instaló en la vida política del país a partir de la noche del 2 de julio no será cosa fácil, y menos si a cada oportunidad se añaden nuevos agravios y motivos de encono. Sin embargo, evitar el escalamiento de los conflictos no sólo es posible, sino que resulta indispensable para rescatar el régimen democrático. No es una opción, sino un imperativo vital.

El problema es que resulta casi imposible imaginar que ese propósito pueda cumplirse con las reglas que se fueron quebrando a lo largo del año. No se trata de una operación rutinaria, sino de conjurar los riesgos de una ruptura que está amenazando el funcionamiento de las instituciones políticas. El verdadero peligro de la bufonada montada en San Lázaro nunca estuvo en el incumplimiento de los retruécanos legales que exigía la protesta constitucional del nuevo Presidente de la República, sino en el doble mensaje de fragilidad y frivolidad que transmitió nuestro Congreso. Los poderes políticos aparecieron capturados por el capricho y se mostraron incapaces de responder con eficacia a la crisis planteada. Los partidos mostraron su falta de voluntad para construir acuerdos razonables para todas las partes y su oportunismo político, a costa de las instituciones en las que actúan.

No hay duda de que la mayor responsabilidad debe cargarse al PRD. Pero sólo desde una posición partidaria podría afirmarse que el PAN debe salir indemne. Aun desde la visión más indulgente posible, habría que tener presente que el partido mayoritario lanzó las primeras piedras de la polarización que estamos viviendo (y lo siguió haciendo a través del hoy ex presidente Vicente Fox, hasta el último día de su mandato), sin ofrecerle a sus adversarios salida política digna. Si se mira con cuidado, se verá que se han mostrado, desde un principio y hasta hoy, tan intransigentes como sus enemigos. Por su parte, el PRI ha jugado a la ambigüedad calculada. De modo que el escenario está dominado por los más duros y nadie parece tener las agallas para apostar por las posiciones políticas moderadas. Sin duda es más fácil seguir a la masa y cobijarse tras las siglas del grupo que atreverse a cruzar hacia la otra orilla. Pero la virtud del coraje, en este momento, no está en el machismo político y en la multiplicación de los adjetivos, sino en la defensa tenaz de la democracia.

Por eso no comparto la postura de quienes prefieren buscar culpables y seguir añadiendo pruebas de cargo para llevarlos al paredón. No estamos ante un crimen sino ante la quiebra de las reglas del juego que nos habíamos dado para construir una democracia de largo aliento.

Y en ese sentido, cualquier ejercicio de memoria nos remite de nuevo a la polarización del conflicto: si el PAN tomó la tribuna fue porque el PRD lo hizo para impedir el último informe de Fox y porque amenazó con volver a hacerlo en la toma de posesión; si el PRD tomó la tribuna y amenazó con volverlo a hacer, fue porque Fox vulneró las reglas que debió respetar durante la campaña; si Fox apoyó al candidato de su partido fue porque los gobiernos locales del PRD se volcaron a favor de los suyos; si el PRD utilizó sus recursos para ganar los comicios fue porque el PAN echó mano de la campaña negativa más lamentable para derrotar a la mala al candidato del PRD; si el PAN recurrió a esos medios fue porque antes López Obrador insultó al presidente Fox y amenazó al PAN; si López Obrador agredió al presidente Fox fue porque éste buscó sacarlo de la contienda mediante el desafuero; si Fox promovió el desafuero fue porque López Obrador faltó a la ley descaradamente, etcétera. ¿Dónde podríamos detener esta larga cadena de despropósitos? En dos versiones firmemente arraigadas en el imaginario propio de cada partido: del lado del PRD, la idea compartida de que el resultado electoral fue fraudulento y la elección les fue arrebatada; y del lado del PAN, la convicción de que el PRD es un partido violento e intransigente al que debe atajarse con todos los medios posibles. Dos versiones irreconciliables que han abonado el terreno para las posiciones más opuestas a cualquier reconciliación democrática que, de paso, han arrastrado tras de sí a la opinión pública.

No obstante, la democracia es el territorio de los moderados. De quienes han advertido que la disputa por el poder político sin el respaldo de reglas civilizadas pertenece, en realidad, a quienes están dispuestos a perder todo o, en el extremo opuesto, a no perder nada; es decir, a quienes se niegan a aceptar la incertidumbre de los resultados a cambio de la certeza de los procedimientos pactados, porque creen tener los medios de poder suficiente para imponer su voluntad a los otros, o porque han decidido apostarlo todo al incendio institucional. En ambos casos, aunque los argumentos sean diametralmente distintos, los propósitos y los medios son similares: la destrucción del enemigo por cualquier vía disponible, incluida la violencia física. En el camino, los duros apelan siempre a la legitimación de sus actos mediante la construcción de discursos que, invariablemente, apelan a la justicia y a la necesidad de destruir al enemigo irreconciliable para defenderla. Los duros suelen disfrazarse de redentores y, a veces, creen con sinceridad que lo son. Y eso los hace mucho más peligrosos.

En cambio, los moderados saben que la razón absoluta no existe y que, eventualmente, lo mejor que le puede ocurrir a la convivencia no es el diseño de mundos ideales sino la organización de los procedimientos indispensables para ponernos de acuerdo. Es un propósito más modesto, que sin embargo ha producido los mejores resultados que ha conocido la humanidad. Esos procedimientos no eliminan al adversario, lo restringen para evitar las pruebas de fuerza y el uso de la violencia; no acaban con los conflictos, pero les dan un cauce ordenado para solucionarlos. No impiden la ambición de poder, pero le ofrecen un método para encauzarla de manera civilizada.

Pero nada de eso ha ocurrido esta semana, ni sucederá mientras los duritos de cada partido sigan dominando el escenario político. Se ha sugerido incluso que, para que la democracia se asiente finalmente en México, tendría que venir un cambio generacional en nuestra clase política. Pero para entonces ya sería demasiado tarde. Lo que urge es escampar el terreno para los moderados. Seguramente no son tan machos como los duros, pero son más valiosos.

Profesor investigador del CIDE