Requiem por Rigoleto Tovarini
Otro más que se nos adelanta en el camino. ¿Quien no acompañó una reunión, boda o quince años; un viaje en pesero o simplemente una estancia en alguna oficina con el ritmo del sirenito?
El buen Rigo Tovar se nos fué y nos deja un legado que ahora le llaman onda grupera y otras deformaciones musicales. Se va tras varios años recluído por su propia familia, después de haber quedado bastante dañado por sus abusos del alcohol y otras sustancias - el rey de la música tropical resultó más espeso que todos los roqueros mexicanos juntos.
Y aquí la anécdota: Rafita, nuestro encargado del departamento de informática, resultó ser un fan de Rigo Tovar y todos los días, aprovechando que su hora de entrada era a las 7:00 horas (ignoro la razón), ponía un disco de su Costa Azúl para compañar sus actividades, lo cual provocó que los compañeros le pusieran a él y a su ídolo el mote que encabeza este post.
Sólo se nos adelantó en el camino y ahora esperamos que se encuentre junto con Chico Che y Pérez Prado en el cielo tropical. Le pedimos a la alcachofa que prepare un programa especial.
Mi Matamoros querido...
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