lunes, mayo 16, 2005

Salve, maestros (los buenos maestros)

Ayer se celebró el Día del Maestro una vez más. Escuché algunos promocionales en la radio que daban cuenta de las múltiples facetas que pueden adoptar los mentores, por ejemplo, los que no tienen ni idea de su oficio, los que son viejos y libidinosos con las chicas, los que por ser jóvenes se cree que tienen carencias, los que dan la vida por formar mejores ciudadanos y profesionales. En fin. Todo eso que tú, yo y cualquiera que haya transitado por las aulas ha conocido de primera mano.

En mi formación he tenido maestros fundamentales, claro. También algunos que deberían estar ardiendo por la eternidad en leña inquisidora y algunos que con el simple desprecio y olvido es más que suficiente.

Es difícil --muy difícil-- que alguno de ellos lea esto. Sin embargo, no está por demás recordarlos como una forma de rendirles agradecimiento. Gracias a las madres del Sagrado Corazón de mi primaria y secundaria, gracias a mis maestras de Ciencias Sociales del nivel medio superior, gracias a mis tutores de tesis tanto en la licenciatura como en la maestría.

Gracias a los que, sin caerles súper bien, fueron justos al momento de calificar. Gracias a quienes enseñan redacción y técnicas de investigación con la responsabilidad de un general. Gracias a los que no se dejan sobornar, ni intimidar, ni subestimar por estudiantillos pretenciosos. Gracias a los que son sobrios y no payasos. Gracias a los que escuchan las opiniones de los demás. Gracias a los que tienen autoridad. Gracias a los que transmiten el gusto por saber más.

Para todos los demás, por favor, cambien. No es poca cosa tener en sus manos el futuro de la infancia y la juventud.

Vale.


PS. Felicidades por supuesto a mi colega Justiniano, co-autor de este blog, que también ha dado clase a unos imberbes de una universidad privada con gran talante y elegancia. ¡Aguante!