miércoles, junio 15, 2005

Adiós a un amigo

Imposible no hacer algunos comentarios a la noticia que ha confirmado mi colega hace unos minutos.

Conocí a Paco --que es el verdadero nombre del Burócrata Justiniano-- en 1998. Yo tenía apenas unos meses en el Ministerio y él se integró posteriormente a ese equipo de trabajo que, como muchos otros, prometía ser lo suficientemente eficiente para trascender en el mediano plazo. Ahí estaba, delgado como siempre ha sido, serio y de buen talante para trabajar. Las primeras palabras que crucé con él fueron durante un paseo que dimos los miembros de ese círculo sobre Paseo de la Reforma. Eran los tiempos en que el poder era asequible y sólo nos bastaba trabajar correctamente para ganar la gloria.

Sin embargo, la fortuna no nos quiso dar todo como lo hubiésemos querido. Por lo menos no en ciertos casos particulares. El jefe de ese grupo desertó para dirigirse a Italia a estudiar el doctorado y su sucesor, como suele suceder, rompió los acuerdos a que se había llegado previo a su arribo al poder. Desde entonces todo ha sido un cuesta arriba, si bien no ha estado exento de momentos memorables y trascendentes. Permanecimos en las duras pruebas del periodo inmediato posterior que comento, estuvimos durante la "transición" de 1999-2000 y, a partir de 2001, nos integramos decididamente a nuestras nuevas laborales dentro del gobierno "del cambio". Por estas oficinas (hoy remodeladas) vimos pasar un número considerable de gente: jefes, subjefes, subalternos. Unos se fueron y otros llegaron. Y entre toda esta maraña de caras, conductas, hábitos y humores, siempre, siempre destacó la figura del que hoy nos dice adiós, de Paco.

En efecto, como él mismo ha dado a conocer, a partir de hoy deja el Ministerio que nos acogió durante más de un sexenio y dirigirá sus pasos hacia la iniciativa privada en principio y después, quizás, de nuevo a la APF pero dentro del Tribunal Electoral Federal.

Por supuesto, la noticia ha significado una mezcla de sentimientos. La primera es de sincera alegría por esta oportunidad laboral hecha a una gran persona y, sobre todo, a un trabajador eficiente y eficaz. Porque eso también debo dejarlo en claro en este texto: Paco ha sido, ante todo, un muy buen burócrata, no en el sentido peyorativo del término, sino como un indicador de que es una persona preparada y capaz para realizar sus funciones. Además, cuenta con ciertas virtudes que marcan la diferencia: la mesura, el buen juicio y la responsabilidad. Claro, también es un gran amigo. Entonces, su nuevo nombramiento es una muestra de que la justicia existe al ofrecerle a un buen elemento la posibilidad de realizar labores de mayor responsabilidad que redunden en su crecimiento profesional y personal.

Pero, por el otro lado, también me ha generado cierta tristeza su partida. ¿Por qué? Bueno, básicamente porque ha sido uno de mis mejores amigos en esta aventura laboral. Más allá de que también tengo respeto y admiración por otros compañeros, Paco ha sido piedra de toque en estos años. Creo que ya he dejado constancia de lo anterior en otros textos publicados aquí, por lo que no es un discurso vacío ahora que se va. No. De hecho, en los últimos años sólo he experimentado esto cuando Alfonso y ahora Paco han dejado sus puestos, a pesar de que mucha gente cercana también ha dicho adiós.

La amistad se ha reflejado no sólo en la convivencia que obliga estar en un lugar cerrado durante más de siete u ocho horas. En este caso se ha tratado --quiero pensar, claro-- de algo verdadero que trasciende el sentido del compañerismo burocrático hacia una valoración personal. Pienso, por ejemplo, en las pláticas que sostuvimos y en los momentos de apoyo cuando la situación se tornó complicada (y me refiero a cuestiones extra-laborales básicamente).

En fin. No quiero ir hacia un discurso lastimero y cursi de despedida. Sólo deseo dejar constancia de que me alegra mucho que pueda dar ese salto hacia adelante, pero también de que esto crea un cierto vacío por todos estos años de buena relación. ¡Que los amigos no se consiguen así como así cada tercer día!

Bueno, pero basta de charlas y más acción. Desde aquí un abrazo hasta su nueva oficina de Polanco (ahora sí ya va a ser fresa y no tejocote) y seguimos en contacto, entre otros medios, por este blog. Ah, y por favor, cuando le toque calificar la elección de 2006, recurra a su siempre presente buen tino para tomar decisiones.

Suerte.

JMB