lunes, septiembre 27, 2004

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En esta Edición Especial de Aniversario les presentamos algo ilustrativo sobre todos los jefes del mundo, en especial del burocrático. Es del gran Guillermo Sheridan. Va.

Las características elementales (no hay de otras) del jefe que, a salvo de contadas excepciones, no varían: son obsequiosos con los de arriba y autoritarios con los de abajo; un remordido catálogo de complejos y envidias los mueve como un titiritero interior; no persiguen la eficiencia sino la gloria; su jefatura es el pastizal de su ego hambriento y la ventanilla donde cobran rencores nebulosos; navegan como carabelas por las aguas de una majestad que guarda una relación proporcional con su insignificancia; su concepto de la lealtad consiste en el silencio o el halago; organizan juntas a las que llegan calculadamente tarde y que presiden como faraones diciendo cosas como “esta es una ventaja que nos conviene”; ignoran que la sencillez es la pose más compleja y diseñan una alambicada chabacanería en espera de, al morir, que los hagan jefes de la carnicería del cielo o los dejen como estatuas.

Guillermo Sheridan, Lugar a dudas, México, Tusquets, 2000, p. 233.