miércoles, noviembre 03, 2004

Somos burócratas mexicanos y, como tales, nos interesan los temas de la Administración Pública nacional. Sin embargo, la elección norteamericana es tan importante que no sólo les corresponde a ellos estar al pendiente. Por lo tanto, queremos dar nuestra posición al respecto.

A estas alturas es casi un hecho que Bush Jr. se reelegirá a pesar de no contar aún con los votos electorales que requiere para que esto se vuelva irreversible. Sin embargo, la situación apunta a que ganará el ya casi mítico estado de Ohio y, con ello, la totalidad de votos que necesita. Kerry, el candidato sentimental de muchos, quizás el más popular en una probable encuesta mundial, está abajo a pesar de la gran batalla que ha dado en todo el país. Su popularidad no se debe a su carisma (de hecho, una crítica sistemática a su persona fue esa falta de punch final que le faltó para derrotar sin cortapisas al actual presidente), sino al miedo que ha despertado entre la población tener cuatro años más en la Casa Blanca a un Ejecutivo que se ha caracterizado por todo menos la mesura y la inteligencia.

De hecho, los EUA pueden catalogarse hoy en día como un país que tiene todo menos mesura e inteligencia. Para comprobarlo podemos asistir a las cifras electorales disponibles. En aquellos estados con tradición culta y británica --las antiguas 13 colonias situadas en la costa del noreste-- la votación ha sido favorable al demócrata. Rhode Island, Connecticut, New Jersey, Delaware, Nueva York, entre otros, han preferido a Kerry sobre Bush. Un caso paradigmático es el del Distrito de Columbia, capital de los EUA, en el que Kerry literalmente arrasó a Bush Jr. a razón de 89.5 a 9.3 por ciento. En contraste, los estados del centro y algunos sureños, con población conservadora y radical, como Texas, Utah, Oklahoma e Idaho, entre otros, han apoyado a Bush Jr. en su carrera presidencial.

Destaca también el hecho que el voto hispano ha favorecido a los republicanos. Esto es notable en términos negativos porque, de existir un partido que no ha apoyado a los inmigrantes, ése es el que postula a Bush Jr. Ayer mismo se votó en Arizona la Propuesta 200 que restringe el acceso de migrantes a los servicios del Estado y al empleo remunerado. ¿Entonces? ¿Por qué ese respaldo electoral a quien no ha dado muestras de solidaridad?

Faltan por definir algunos estados y, quizás, confirmar lo que muchos no hubiésemos deseado: volver a ver a Bush Jr. en la silla presidencial otros cuatro años más. Ayer escuchaba en un debate por el canal 2 de la televisión abierta al ex embajador Reyes Heroles pedir que se le diera el "beneficio de la duda" a la nueva administración republicana. Refutando lo anterior, el inefable Monsiváis, ahora convertido en politólogo experto en cuestiones norteamericanas, señalaba que el signo de Bush Jr. era no aceptar la crítica. Creo que tiene razón el segundo. No podemos creer que alguien que ha hecho de la mentira y la trampa su modus operandi pueda cambiar al haber sido cuestionado por la mitad de la población de su país y por un mayoría planetaria. A él le basta la otra mitad más uno para confirmar que es un enviado divino y que su misión es, precisamente, combatir a la contraparte que no está de acuerdo con él, incluidos los demás países del orbe.

Sospecho que el equipo caza-mapaches de Kerry debió haber sido entrenado en México para esta elección.