jueves, junio 16, 2005

16-J

Ayer vi Batman Begins. Bien. Mucha destrucción y mucho ambiente posmoderno. Quizás demasiado. Ciudad Gótica era más bien como una Ciudad Caótica del tipo Nueva York y el Batimóvil algo como así una Hummer deportiva negra de narcotraficante remodelada en la calle Abraham González con varios kilos de aluminio en forma de alerones y demás. Me jodió también el hecho de que, según la historia, Bruce Wayne fue educado por algún tipo de Maestro Sayayín en alguna región inhóspita de Asia. Pamplinas. El mismo jodido cuento de siempre: el héroe occidental que va a recibir entrenamiento y a volverse hombre con algún amarillo milenario de barbita cotorrona, experto en artes marciales y en eso que llaman meditación y paciencia. En este caso fue el joven heredero del Imperio Wayne quien, luego de haber sido impactado por el crimen de la muerte de sus padres, decide dedicarse a la vida loca y, luego, a la vida espiritual. Mmmmta. ¿Dónde he oído antes eso?

Bueno, pero también tiene cosas buenas. La mejor es... bueno, aquí tengo una duda: priorizar entre el fino humor británico de Alfred o la belleza de Rachel, la actriz que --supuestamente-- es la pareja sentimental actual del tal T. Cruise. Mmmm, creo que diré que el angelical rostro de esa actriz (no sé su nombre, como puede notarse). Aunque, claro, también es odiosito el papel que toma de la fiscal-guapetona-yo-las-puedo-de-todas-todas-y-tengo-un-compromiso-ineludible-con-la-justicia-universal. También medio nefasto el Morgan Freeman en su eterno rol de negrito-les-caigo-bien-a-todos-porque-soy-bien-alivianado-y-cotorrón.

Durante la función varios críos pidieron salir de la sala. Pero no sólo a mear y a comprar más chocolatinas --como suelen hacerlo cuando hay estreno y, sobre todo, cuando es miércoles de dos por uno-- sino rumbo a sus casas. Claro, comprensible: la peli tiene una parte filosófica-aburrida-pretenciosa (la del entrenamiento de cuatro años en el Tíbet o alguna comunidad parecida) que atosiga a los menores de 12. Digo, si a uno también llega a hartar esa versión que parece haber sido escrita por Antonio Velasco Piña (el rollo de la edecán Regina de los Juegos Olímpicos de 1968), imagínense lo que pasa con un chaval que sólo quiere ver cosas hipertecnológicas, madrizas al por mayor y persecuciones asfixiantes...

Ahora, también hay una parte de neta que sí me gustó: la escalada de la violencia en las ciudades y el hecho de que, una civilización, por avanzada que sea, llega a un punto límite en el que tiene que ser destruida para limpiarse de corrupción y decadencia, para después volver a comenzar. El antagonista de Batman pone de ejemplo a Roma y a Constantinopla. Mmmm. Interesante reflexión. Algo que ya había tocado Ortega y Gasset en su ensayo La rebelión de las masas cuando afirmó que una generación, de entre todas las que se presentan en la historia de la humanidad, tiene como finalidad específica destruir a la civilización, para que la siguiente pueda volver a refundarse eliminando lo que ya no sirva.

¿Qué tal?