viernes, junio 24, 2005

Rubén Aguilar

¿Puede haber alguien con un empleo con tan escasa dignidad como el que tiene el vocero presidencial, Rubén Aguilar Valenzuela?

En sí mismo, el puesto no es malo. Pertenece al primer círculo del poder del Ejecutivo Federal. Le confiere derecho de picaporte y es el centro de muchas miradas. Debe manejar la entrada y la salida de aquellos que desean que sus asuntos tomen importancia. En fin. Es una posición clave dentro de la administración pública actual.

Pero, ese afán por aparecer siempre como el apagafuegos del gabinete, me parece todo menos decoroso.

Se ha vuelto costumbre que casi todas las mañanas el Sr. Aguilar salga y diga, bueno, eeeh, no, realmente el _______ (poner aquí al Presidente o al Ministro X) no dijo lo que dijo, es decir no quiso decir lo que dijo, o bien, los medios malinterpretaron lo que dijo porque realmente no era lo que quería transmitir. Una nueva versión de aquel viejo dicho que dice: "el autor no se hace responsable de las opiniones vertidas por él mismo".

El punto más álgido está en que el tal vocero --parodiado en un programa de la tele por el mismísimo Jorge Arvizu, a) El Tata-- siempre sale ahí frente a las cámaras con ese aire de perdonavidas que, francamente, jode de sobremanera. ¿En serio sentirá orgullo de ser el bombero oficial, el que siempre pone la cara, el que corrige lo que otros --verdaderos protagonistas-- dijeron?

La verdad, qué chafa chamba. Por algo han dicho que ni siquiera el negro Elizondo quiso hacerla. Algo que inspiró después al Ejecutivo Federal a soltar aquella joya de que ni los negros hacen el trabajo que los mexicanos realizan en EUA.

Como dirían The Ramones, I don't wanna walk around with you...