miércoles, junio 22, 2005

22-J

Como se recordará, hace unos meses fue clausurado El Oasis. Heredero de La Mansión, este antrito fue un digno representante de esa mezcla perfecta de chelas y música para dar momentos de solaz a la juventud cotorrona del rumbo. En sus instalaciones me tocó presenciar cosas verdaderamente interesantes. Por ejemplo, mujeres ebrias que destruían el mobiliario, dueñas que se empinaban su materia prima, jovenzuelos porriles que desataban su furia contra sus compañeros de mesa, empleados públicos que despilfarraban su fondo de ahorro, tipos recién desempacados del otro lado, culturosos y culturosas (raro, ¿no?), señores con tarjeta del INAPAM en su tercer aire. En suma, todo un catálogo del Ejército Industrial de Reserva Mexicano.

Sin embargo, como no todo lo bueno puede durar, un día apareció una reportera frente al lugar afirmando que ahí se violaban todas las reglas de urbanidad habidas y por haber en la ciudad. Esto aceleró que llegaran los supervisores de la delegación y pusieran tremendos sellos de clausura en su entrada. Todos los que frecuentaban el lugar vieron cómo una de sus opciones de esparcimiento se había ido para siempre.

Pero, la necesidad es dura. Por un lado, la de ganar dinero por parte de los dueños. Por otro, la de beber barato por parte de los parroquianos. Así que, desde hace poco una nueva versión de este bar ha aparecido en las calles aledañas. Ahora se llama La Bóveda y acompaña en su travesía a El Consorcio. Vaya nombres, ¿no? Creo que en la calle hay una confabulación secreta porque también tenemos una papelería El Lápiz. Si quieres montar un negocio por aquí debes ponerle algo así como La Concha (una panadería), La Lectura (una librería) o La Grapa (una tiendita tipo miscelánea).

En fin. Ahí está de nuevo el antro, en el mismo lugar y con la misma gente (Alberto Aguilera dixit), esperando que el tiempo perdido no haya minado la diversión, tal y como ocurrió en aquellos gloriosos años de La Mansión-El Oasis.

Los que me conocen saben de lo que estoy hablando.

Nos vemos por ahí pronto.