JULIO MALDONADO, ASESOR DE CLUBS DE FÚTBOL
"Italia debe ganar el Mundial: es una orden"
Tengo 37 años. Nací y vivo en Madrid. Estoy casado con Maite desde hace seis años y tengo dos hijas, de 2 y 5 años, Elena y Noelia. Soy asesor para clubs de fútbol y copresento el programa Maracaná del canal Cuatro. Soy de izquierdas y agnóstico. Acabo de publicar De la ‘naranja mecánica’ a la mano de Dios con la editorial Planeta.
IMA SANCHÍS
- ¿Qué suceso futbolístico le ha conmovido más?
- El que ocurrió en el Mundial de 1978. Se jugaba en Argentina, en plena dictadura militar de Videla.
- Junto al estadio se torturaba a la gente.
- Sí, pero obviamente el gobierno militar quería dar la imagen al mundo de que allí no pasaba nada. El Gráfico, la publicación más importante de deportes de toda Hispanoamérica, publicó una presunta carta, pura invención del régimen, de Ruud Krol a su hija.
- ¿Holandés?
- Sí, gran lateral izquierdo holandés, de los mejores del mundo. En la carta Krol le decía a su pequeña que Argentina era un país maravilloso, que allí no pasaba nada y que los fusiles disparaban flores. "Diles a tus amiguitos la verdad. Argentina es tierra de amor". Pero cometieron un fallo: la carta del holandés a su hija estaba escrita ¡en inglés!
- Torpes, estos dictadores.
- Sí, pero ilustra cómo la dictadura utilizó el Mundial y los medios de comunicación para su propaganda.
- Eso es habitual, Mussolini dio la orden de ganar el Mundial.
- "General, Italia debe ganar el Mundial que se juega en casa". "Haremos todo lo posible, Duce". "Creo que no me ha entendido bien, general. He dicho que Italia debe ganar este Mundial. Tómelo como una orden". Éste fue el diálogo entre Mussolini y el presidente del Comité Olímpico de Italia, el general Vaccaro.
- Capaz de bajar al campo y montarla.
- Eso hizo un jeque. ¡Qué bochorno! Ocurrió en el Mundial de España del 82 que se jugó en Valladolid. Francia marcó su cuarto gol, pero de repente los jugadores kuwaitíes se detuvieron al oír un silbato que no había tocado el árbitro, sino que había salido de la tribuna. Entonces el emir Al Ahmed Ramdam bajó al césped y dijo a los jugadores kuwaitíes que se retiraran.
- Pero, pero...
- Sí, sí... Aquello fue un escándalo, el jeque amenazó con abandonar el Mundial, el seleccionador francés se pegó con un cámara, al árbitro lo mandaron a casa y el gol se anuló ante el estupor de todos. Era un país lleno de petróleo, muy importante en esos momentos.
- Ser árbitro debe de tener sus riesgos.
- Los hay que son amenazados de muerte. A José Amendola, colegiado portugués, no paraban de mandarle anónimos amenazantes. No se preocupó hasta que las cartas subieron de frecuencia y tono, le advertían que en el otro barrio le esperaba un silbato.
- ¿Y puso el caso en manos de la policía?
- Sí, y resultó que su esposa, harta de verle sufrir por todos los insultos dominicales, fue la que escribió esos anónimos para disuadirle de seguir en la brecha.
- Y partidos amañados ¿los ha habido?
- Uno de los mayores tongos de la historia fue el de Alemania-Austria en el Mundial del 82. Los dos equipos se pusieron de acuerdo en que ganara Alemania 1-0, resultado que los clasificaba a los dos y dejaba fuera a Argelia. En Gijón caía un sol de justicia y Schumacher estaba en la portería con el sol en la cara, pero no se puso la gorra blanca hasta que Alemania marcó, ésa fue la señal que indicaba que el partido acababa ahí.
- Entiendo.
- A mí me gustan mucho las anécdotas de personajes anónimos.
- Sí, mejor, así no nos pondremos de mal humor.
- En Uruguay, en los años cincuenta, permitieron que jugaran simultáneamente dos porteros en una portería. Uno era manco del brazo derecho y el otro del izquierdo.
- Bonito gesto.
- ¿No conoce la historia del perro que ridiculizó a Scotland Yard cuando robaron la copa del Mundial en 1966 expuesta en el Centre Hall de Westminster?
- No.
- La conmoción sacudió todo el campeonato, hasta que finalmente el perro Pickles la encontró enterrada en un jardín a las afueras de Londres. Hubo propuestas de nombrar a Pickles director de Scotland Yard.
- Supersticiones también debe de haber en el fútbol.
- Síííí, por ejemplo Brasil, después de perder la final de 1950 en casa, decide por superstición que nunca más va a jugar de blanco, que era su color, y se pasa al amarillo.
- Igual hasta hay equipos que se protegen del mal de ojo.
- Más que eso, hay selecciones que llevan su propio brujo y equipos africanos que echan ajos en las porterías rivales. En el Mundial de Corea y Japón, en el 2002, Sudáfrica se llevó un par de brujos para hacer conjuros. Los inyagas llevaron en su equipaje tierra de Petroria, restos de serpientes, ranas, avispas, insectos y polvos blancos que esparcían por el hotel de concentración.
- ¿Ganaron?
- No. Y gafes también hay unos cuantos en la historia del fútbol. Había un fotógrafo argentino con fama de gafe al que en el Mundial del 86 no le dejaron entrar a ver la final Argentina-Alemania. Argentina iba ganando 2-0 y el tipo decidió entrar teniendo en cuenta el tanteo. En ese momento Alemania marcó su primer gol, y cuando empezó a subir las las escaleras hacia el campo, el segundo.
- Pobre.
- El tipo estaba horrorizado. Empezó a correr para salir del estadio, pero se encontró con una valla y entonces, desesperado, se lanzó al suelo y sacó los pies del estadio por debajo de la valla dejando el resto del cuerpo dentro: en ese momento Argentina metió el 3-2 y finalizó el partido.
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