martes, junio 06, 2006

Yo debato, tú debates, él debate, nosotros debatimos

Como mañana será un día muy agitado de trámites y recepción de información, aprovecho para dar mi opinión sobre el debate que se ha realizado hace apenas unos minutos.

Lo único que aventuro a dar por hecho es el tercer lugar del PRI en los próximos comicios. La presencia de su candidato, Roberto Madrazo, la importancia que le dieron al mismo (secundaria) y la fuerza de su discurso (relativa) me hacen pensar en que, si no sucede nada verdaderamente extraordinario en los próximos 25 días, la suerte estará echada para este partido. Su lugar será el tercero en la lista. Algo de llamar la atención para una organización que hasta hace unos años era prácticamente indestructible.

Por otro lado, la pregunta del millón, ¿quién ganó el debate? Es decir, ¿ganó Calderón o ganó López Obrador? No estoy en condiciones de dar un veredicto tajante. Sin embargo, creo que el formato del debate no ha sido el más propicio para el estilo de transmitir mensajes del candidato de la Alianza por el Bien de Todos. Es decir, él es más parco, más lento, más coloquial en comparación con la naturaleza de esta clase de actos en los que lo que cuenta es la rapidez, la contundencia y la soltura.

He visto a López Obrador en una posición de querer decir muchas cosas, pero no saber cómo acomodarlas cuando se ha salido de su guión. Sus propuestas han sido hasta cierto punto claras, en especial el mensaje final que ha dado relativo a la confianza y la seguridad de su victoria. En contraste, al momento de revirar los ataques del candidato del PAN me ha parecido que sus votantes o simpatizantes esperaban algo más, más fuerza, es decir un poco más de punch.

Calderón se ha plantado con ese aire un poco sobrado de quien sabe que su estilo desparpajado está ganando simpatías. El mismo que tan buenos resultados le dió en la contienda interna de su partido y por el cual alcanzó y derrotó al candidato oficial, el etéreo Santiago Creel. Esa ha sido su estrategia y, comparada con la grisura y la rigidez de los demás, parece que le está dando resultados. Vaya, que estábamos ante la oportunidad de un debate y no de un catálogo de libro de texto sobre cómo hacer ademanes y decir frases hechas ante el auditorio con el afán de presentarse como un candidato "confiable".

Cada vez tengo más certeza sobre el hecho de que, si estuviese compitiendo Enrique Jackson o la propia Beatriz Paredes en lugar de Madrazo, la maquinaria priísta estaría compitiendo por el primer o segundo lugar. Sin embargo, el candidato que tienen es su peor activo político. Por varias razones, su discurso y su presencia sencillamente no se incuban en las intenciones del voto de una gran mayoría, a pesar de ser el único partido que bien puede llamarse "nacional". Será la leyenda negra del tabasqueño o esa causa perdida de pretender ser confiable, pero el punto es que sólo el voto verdaderamente duro de su partido sigue con él.

Patricia Mercado, la favorita de muchos y la virtual "ganadora" para las élites académicas y universitarias, en su papel. Es decir, el mismo de poner sobre la mesa las "propuestas" y dejar de lado los "ataques". En una frase, la candidata políticamente correcta. La misma a la que no le afecta para nada decir que ha fumado mariguana o que legalizará el aborto por la simple razón de que no la compromete al no estar en la lucha por el primer lugar. Sin embargo, al parecer esta ocasión por fin lograrán su cometido los socialdemócratas. De acuerdo con las últimas encuestas llevan ya cuatro por ciento de la intención del voto. Más que suficiente para afirmar la noche del dos de julio que han cumplido a cabalidad su misión.

Roberto Campa, bueno, no hay gran cosa que decir sobre este candidato. La política suele exigir algunos sacrificios muy dolorosos de vez en vez. En esta ocasión le ha tocado a él, pero nadie puede afirmar que, quizás más adelante, le otorgue algunos beneficios.

En conclusión, creo que aún estamos lejos de contar con verdaderos debates en la democracia mexicana. Me refiero a confrontaciones en las que los candidatos intercambien ideas y opiniones de frente y no sólo en ese formato que más bien parece sacado de los concursos de belleza en los que las preguntas van de la paz mundial a la protección de los animales en peligro de extinción. De cualquier forma, es un avance si lo comparamos con las siete décadas de oscurantismo que vivimos en el pasado.

Al parecer este acto significará el cerrojazo del tema político de aquí hasta el día de las elecciones por la inminente llegada del fútbol y todo lo que implica a su alrededor. Aunque, ojo, si la selección de este país es derrotada en la primera ronda, como todo parece indicar, muy pronto volveremos a estar en la picota de los asuntos públicos. Sé que esto suena a un lugar común, pero me parece que sí podrá determinar si no el resultado final de las elecciones, sí el tiempo que se le dedique al debate político en el país.

Ya veremos.