Notas de viernes
Viernes otra vez. Bendito sea.
Hoy por la mañana, muy temprano, he ido a Los Pinos a la presentación del paquete de iniciativas que sobre el tema de seguridad pública llevará el Ejecutivo al Legislativo a la brevedad. Quizás en un tiempo tan breve como el que nos llevó presenciar dicho acto. Apenas 20 minutos, quizás 22, para que Calderón mostrara lo que había comprometido en aquel discurso del 1 de diciembre en el Auditorio Nacional.
Mucha clase política por ahí. Gobernadores, legisladores federales, ministros. También rectores de escuelas de Derecho y colados, como el contingente al cual pertenecía, ja. Bueno, ni tan colados porque la seguridad para entrar sí estaba bastante rigurosa. Yo llevaba mi cámara digital con la intención de tomar alguna instantánea para compartirla con ustedes, amadísimos lectores (se nota que es viernes), pero ya ven, se jodió el asunto: la han retenido en la entrada.
En fin.
Por otra parte, estaba observando fotos diversas de GGM por su LXXX aniversario y lo que me queda como comentario es que este personaje se ha metamorfoseado a lo largo de su vida. Me explico: en sus primeras imágenes sale bastante paisano, semi-afro, bigotazo como salido de canción de Óscar de León y en las últimas ya como más occidentalizado, saquito intelectualoide y corte de cabello que mantiene a raya a los caireles. Algo como lo que le sucedió a Colosio una vez que ya había sido designado candidato a la presidencia del PRI a finales de 1993.
De GGM sólo he leído El amor en los tiempos del cólera y, pues sí, me gustó. La historia de Florentino Ariza y Fermina Daza me conmovió durante mis años en la Universidad. La de 100 años de soledad jamás la toqué. ¿Por qué? No lo sé. A lo mejor se trató de algún prejuicio con respecto a esa literatura latinoamericana bullanguera y olorosa a frutas tropicales. Creo que también leí algún cuento de un libro verde bastante horrible de la editorial Diana, los que se han hecho millonarios gracias al colombiano.
Bueno.
Viernes, repito, y el ambiente se respira diferente. Espero que no haya nada inesperado de aquí a la hora de la salida. Esta semana ha estado intensa y, a diferencia de la anterior, se me ha ido más rápido (siempre digo lo mismo). El asunto de las clases le ha impreso una velocidad vertiginosa a la existencia. Apenas ayer estaba maldiciendo el lunes y hoy ya bendigo el viernes.
¿Planes? Dormir. Leer a Locke. Ir a desayunar con uno de mis ex sinodales. Ganar a las Chivas en Ciudad Universitaria. Ir al cine.
Y vio el burócrata que era bueno.
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