Espasmo caluroso
En esta tarde en que uno no alcanza a espabilar por el calor, la comida y por el hecho de ser jueves, una cita clásica del buen Nico, el cual, como alguna vez escuché en la barra de esa cantina que ostenta ser la más vieja de la ciudad y que se llama El Nivel, enseñó cómo chingar a todo mundo a pesar de que él no chingó a nadie, ni siquiera a su progenitora. Venga, pues.
"Porque de los hombres en general se puede decir esto: que son ingratos, volubles, simuladores y disimulados, que huyen de los peligros y están ansiosos de ganancias; mientras les haces bien, como dije más arriba, te son enteramente adictos, te ofrecen su sangre, su caudal, su vida y sus hijos, cuando la necesidad está cerca; pero cuando la necesidad desaparece, se rebelan. Y el príncipe que se ha fundado por entero en la palabra de ellos, encontrándose desnudo de otros apoyos preparatorios, decae; porque las amistades que se adquieren con dinero y no con la grandeza y nobleza del alma, no son de provecho alguno en los tiempos difíciles, por más bien merecidas que estén".
Nicolás Maquiavelo, El Príncipe, Madrid, Unidad Editorial, 1999, p. 80.
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