sábado, agosto 04, 2007

Y uno no sabe si reír o si llorar

¿Quién iba a decirlo?

Recuerdo aquellos años de la secundaria en los que leía con verdadera emoción la revista URSS, la misma que la Embajada de la Unión Soviética repartía entre aquellos interesados en reproducir el comunismo científico en sus respectivas regiones tercermundistas.

Imágenes del Ejército Rojo durante los desfiles del 7 de noviembre conmemorando la Revolución Bolchevique, los camiones verde olivo mostrando imponentes todo el arsenal de que disponía (dispone) ese país, sus mejores atletas, sus mujeres más bellas vestidas de campesinas del futuro y el progreso y, hasta arriba del Kremlin, toda la clase política del politburó viendo pasar a su pueblo con una expresión que competía en emotividad con la sonrisa de Monalisa.

Uno de esos señores ataviados con gruesos abrigos y gorritos clásicos de los rusos era nada más y nada menos que Mikhail Gorbachov. Cuando subió al poder a mediados de la década de 1980 todos pensamos que la ruta seguiría igual, es decir similar a la otros ex presidentes soviéticos como Krushov, Brezhnev, Cherchenko, et al. Sin embargo, la diosa fortuna nos tenía reservada una sorpresa. A la vuelta de algunos años todo ese conglomerado de naciones, de identidades, de creencias y de ideología que era la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (CCCP) colapsaría finalmente en 1991.

Y uno de los principales artífices de ese acontecimiento histórico es el que ocupa la ilustración de esta publicación: el señor del lunar en la frente, Gorbachov. El de la Perestroika y la Glaznost.

Pues ahora, después de más de 15 años de aquel invierno decisivo para la raza humana en términos políticos, resulta que D. Mikhail es modelo de la marca de lujo francesa Louis Vuitton.

Como lo vemos en la foto, ha escogido la calle del Muro de Berlín para promocionar los artículos de la compañía. Ahí va, cual emisario del capitalismo salvaje en viaje de negocios, me imagino que montado en un Mercedes o en un Audi, mirando lo que queda de aquella división entre el mundo comunista y el capitalista, con su bolsa de equipaje Vuitton (original al 100, no como la de la Srita. Fox), en la que debe llevar su desodorante, su par de pantuflas y un ejemplar del Manifiesto del Partido Comunista de los viejos Marx y Engels.

Ya antes habíamos visto a Gorbachov en una campaña de otra marca de lujo emblemática de los artículos de escritura: Montblanc. Ahí participó en una iniciativa llamada For the right to write, en la que diversos personajes expusieron por qué les gusta escribir, sobre todo con una Meisterstück 149 (¿a quién no le gusta escribir con una Montblanc?), con el fin de que se pusieran a subasta sus pensamientos y la pluma para hacerse de fondos y luchar contra el analfabetismo en el mundo.

Bueno, pues yo creo que dicha experiencia le gustó a nuestro invitado de hoy, y ahora está por el derecho a pasear con un buen equipaje LV mientras se piensa en aquellos locos años de juventud.

Sólo espero no ver a Vicente Fox en un futuro no muy lejano anunciando Jarritos o Botas D. José, mientras nos dice que, un presidente como él, jamás volverá a haber otro en el país.
Salve.

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Todo lo sólido se desvanece en el aire... Tan sabio don Marshall

agosto 06, 2007 11:41 a.m.  
Anonymous Anónimo said...

Y don Marx, claro (el que no es Groucho)

agosto 06, 2007 11:48 a.m.  
Blogger Efrén said...

CCCP = Cu Curru Cucu Paloma

agosto 06, 2007 3:44 p.m.  
Blogger Los Burócratas del Ritmo said...

Lectora, en efecto. Y como también dijo Marx (Groucho): la felicidad está hecha de pequeñas cosas, por ejemplo, una pequeña mansión, un pequeño yate... en este caso, una pequeña bolsa Louis Vuitton.

Efrén, eso ya lo había dicho antes Ángel Fernández y lo retomó Juan Villoro en una crónica de Letras Libres.

agosto 06, 2007 10:26 p.m.  
Blogger Efrén said...

Y yo lo sé porque tu me lo dijiste

agosto 06, 2007 11:21 p.m.  

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5 comentarios

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