De por qué no te callas y del foklorismo de la región
La frase que Juan Carlos de Borbón le espetó a Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana de Santiago de Chile se ha convertido ya en un clásico. Por aquí y por allá se repite la ahora famosa frase de ¿por qué no te callas? Ayer mismo veía en la televisión española que hasta han compuesto canciones cuyo estribillo es el reclamo del Rey. Más allá del bochorno por esta escena incómoda, lo que también ha provocado es que los latinoamericanos nos interesemos un poco más en esa reunión que, al menos en teoría, trata sobre nuestros problemas compartidos (¿quién coños hablaba de la Cumbre antes del incidente?).
Así, después de un vistazo a los pormenores de la Cumbre destacan algunos puntos, por ejemplo, el del folklorismo de nuestra tropical y rumbera región. Veamos.
Primero, el presidente de Bolivia, Sr. Evo Morales, arriba a la junta de mandatarios con un trajecito como de Juan Gabriel cuando se dispone a trabajar en cualquier palenque del norte del país (o en Colombia, dependiendo la invitación). En otra fotografía vemos que están Ortega, Kirchner y Chávez, presidentes de Nicaragua, Argentina y Venezuela, respectivamente, en mangas de camisa y arengando a la multitud cual si hubiesen salido de un antro luego de beberse unas chelas mirando un Sporting Cristal versus Deportivo Pasto por la Sudamericana. Por acá aparece la próxima presidenta de Argentina, Cristina Fernández (por cierto, mujer del actual presidente de esa nación…, como que eso me sonó más o menos conocido aquí en México), caminando como si estuviese en pasarela (es conocido por todos que la señora tiene una fijación bastante fuerte con su apariencia física). Luego, la anfitriona del aquelarre, la Sra. Bachelet, intentando poner orden en una sesión que se salió de control por los impulsos de ese otro personaje de la jungla que es el Sr. Chávez. Hombre, bueno, todo un cuadro que bien pudo haber escrito en sus mejores momentos de lucidez el Sr. García Márquez. Nada más faltó que saliera Shakira a musicalizar el encontronazo a ritmo de reaggetón.
La verdad, qué bueno que nuestro hombre en Los Pinos no pudo asistir… en algo hubiese colaborado a mejorar esta surrealista y cumbianchera escena costumbrista.
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