Del inicio de una nueva semana y de la radio comercial
Los días corren y el tiempo sigue su marcha para ubicarnos casi en la víspera del fin de otro ciclo vital. 2007, con todo y su fuerte carga emocional, comienza a ceder terreno. En unos días más estaremos ya instalados en las fiestas, las celebraciones, los brindis y los abrazos deseando –al menos en teoría—parabienes por el nuevo año que se aproxima. Morir para vivir.
Casi todas las mañanas que me dirijo al Ministerio escucho una voz en el radio. No en mi radio, por supuesto, sino en el del taxista en turno. En efecto, no dudo en afirmar que tres de cada cinco unidades del transporte privado que cojo de lunes a vienes está sintonizando el programa de un tal Mariano en no sé cuál estación. Después de que ingreso al coche lo primero que oigo es un tonito de voz que intenta presentarse como conciliador y buena onda, el cual está hablando de ayudar no sólo a la gente de Tabasco, sino a toda la humanidad, o bien, lee fragmentos de libros, da consejos, intenta hacer chistes con el encargado de deportes o, sencillamente, presenta canciones pop de moda.
Increíble, pero cierto. Además, me parece que el personaje monta su show no una, ni dos, ni cinco veces a la semana, sino… ¡siete! Es decir, no para. Y el horario también es como criminal: de las 06.00 a las 13.00 horas. Uf. ¿Qué no tiene vida privada este individuo? Dedicar casi la mitad de los días de todo el año de su existencia a estar frente a un micrófono debe ser mortal. No dudo que se trate de un genuino impulso de “comunicación”, pero también me parece que encierra un complejo medio sospechoso de este… ¿joven?, ¿adulto contemporáneo? No lo sé.
Al parecer, aquellos tiempos en los que lo único que se escuchaba en el transporte público y privado eran las estaciones gruperas ha cedido a un nuevo tipo de compañía: ésa que intenta como apapachar y servir de bálsamo a la concurrencia en sus múltiples dudas y sinsabores cotidianos. Lo crucial ahora no es tener un ritmo guapachoso bajo el cual se realicen las labores del hogar, ni se despachen los jugos y las tortas en las esquinas de la ciudad, ni se escriban los memorándums en las oficinas públicas. No. Ahora lo importante es que un tipo nos lea pedacitos de best-sellers, al tiempo que nos dice hombre, vamos, tú puedes campeón, eres lo máximo, para después musicalizar todo con una canción sensiblera. En fin.
Otras estaciones que he notado que sintoniza el respetable gremio taxista son W Radio (el noticiario de Aristegui), Monitor (con el enojón José Gutiérrez Vivó), una de AM que se autodenomina como “la más perrona” y que tiene un programa de Vicente Fernández a las nueve y, claro, también a cualquiera de ese binomio bullanguero compuesto por la K Buena y La Zeta.
Así las cosas.
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