miércoles, enero 14, 2009

Alardes tecnológicos

Me gusta alardear, pero sólo con la gente que conozco (por ejemplo aquí en el buroblog y con mis colegas numerados). Difícilmente con un desconocido comienzo a darle un recuento de lo que tengo o de lo que hago. Simplemente no me gusta. Puede ser por desconfiaza o por simple flojera. No suelo hacerlo.

Sin embargo, a veces he encontrado gente opuesta radicalmente a esta filosofía ("mi filosofía es de la calle, pero es mía", cantan Los Ratones Paranoicos y Andrés Calamaro en "Para siempre"). Así, a la primera provocación (o sin ella) comienzan a decirte que esto, que lo otro, que si tienen, que si se compraron, que si les regalaron, que tal por cual.

Dos ejemplos recientes. Primero, una señora a la que le han regalado un iPod touch por Navidades. Bueno, pues ya medio mundo se ha enterado de esto y ese medio mundo se ha enterado también de todos los artilugios que posee el cachivache. No hay necesidad de preguntar oiga, qué le trajeron los Reyes u oiga, qué es eso que trae en la mano (porque no lo suelta, por cierto), para que haya una explicación y una narración amplia y profunda de los hechos. El segundo, otra señora a la que, sin salir a cuento, también ya nos ha puesto al día sobre su última adquisición tecnológica: una Blackberry. ¿Qué tal?

He estado a punto de decirle a ambas, bueno señoras, muy bien, felicitaciones, pero frente a su iPod touch y ante su Blackberry es mejor, sin dudarlo y por mucho, el nuevo iPhone 3G de Apple porque combina las ventajas de los dos, ah, y por cierto, vean el mío...

Pero, bueno, ¿para qué? Luego nada más te atraes las malas vibras, las envidias y los maleficios más exóticos del rumbo.

¿No?