Martes 13
Estaba en una reunión bastante aburrida y comencé a hacer algunas anotaciones sobre esta comparación que me ha surgido entre las dos oficinas en que he estado en 2008 y 2009. Veamos.
Aquí, a diferencia de allá, casi nunca nos envían a tomar cursos de capacitación. Allá, por cualquier motivo y casi en cualquier fecha, nos mandaban al edificio de Recursos Humanos para que nos instruyeran ya fuese en "el ciudadano es mi jefe", en "la mística del servicio" o en el clásico de "la calidad total".
Más allá de aprender o no sobre estos álgidos temas, el sólo hecho de salir unas horas del edificio era bastante saludable. Además, por lo que fui testigo, esos cursitos siempre sirven como válvulas de escape de la tensión laboral porque, si te tocaba estar en el grupo de los operativos, tenías oportunidad de escuchar toda una larga serie de reclamos, quejas y lloriqueos sobre "los jefes". En contraste, lo totalmente opuesto sucedía cuando estabas con los mandos medios y superiores de la Administración Pública Federal. Algo así como un culebrón eterno de conflicto entre los de arriba, los de enmedio y los de abajo.
También los cursos que se montaban por las cuestiones de protección civil y tal eran como divertidos. Es decir, a veces terminabas simulando estar en pleno incendio o terremoto, otras rescatando gente por doquier, otras aprendiendo a usar la manguera de los bomberos en una situación real (un tanque de gas incendiado, por ejemplo), o bien, aplicando RCP a algún compañero (ficticio, claro).
En fin, toda una serie de actividades que para muchos también servían de pretexto para no hacer aquello para lo que realmente eran contratados y, por lo tanto, para lo que les pagaba el Estado mexicano.
Pero acá no. Nada de nada. Imagino que por ser una institución de educación superior como que ya se da por hecho que todos vienen así como ultra hiper preparados y listos para el aquelarre laboral. Ah, y claro, como aquí todo es anti neoliberal, anti imperialismo y anti capitalismo, pues todo eso que suene a "gerencia", "calidad" y demás términajos de la modernidad empresarial, pues son vistos con odio y asco. Pero, vamos, ni siquiera los típicos cursitos de inglés, de paquetería de Office, de redacción y ortografía..., no, nada.
Y esto se une a otro contraste. Allá, por cualquier motivo y casi en cualquier época del año, se montaban simulacros para desalojar edificios en tiempos récords. Acá, para nada. De hecho, en todo el año que ya casi cumplo aquí sólo han existido dos llamados a participar en evacuaciones, pero ambas se han suspendido a última hora. ¿Por qué? Pues ya sea porque no sirvió la chicharra o porque simple y llanamente no se hizo.
Extraños son los designios del Señor en un martes 13.
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