martes, octubre 21, 2003

Martes, martes, martes

Tal vez el día más pesado de la semana para la burocracia, apenas empieza la semana y el viernes se ve bien lejano, lo peor es el momento de levantarse y darse cuenta que estamos más allá de la mitad de la quincena, cási dos semanas completas, ¿como sobrevivir?

Sin embargo todavía hay pequeñas alegrías que te da la vida. Al llegar al trabajo a esta oficina todos llegan corriendo para ganarle al reloj checador, (ese maldito instrumento de tortura psicológica para la mayoría de los trabajadores, frio instrumento que te indicará si puedes o no cobrar el día completo, primer signo del oprovio para someter la voluntad de las personas simples que se integran a cualquier oficina).

Pues bien, hoy por la mañana el reloj marcaba las 7 a.m. cuando realmente eran las 8 a.m., fue como un regalo de los dioses. Cuando está adelantado por cinco minutos, todos gritan y bociferan, incluso hay quien se atreve a ir al departamento de personal o incluso a la coordinación administrativa a reclamar tal falla y exigen un disculpa y resarcir el daño. Pero hoy todos estuvieron calladitos, nadie dijo nada, todos con una sonrrisita cómplice, como queriendo que nadie notara el error, tal vez una confusión con el próximo cambio del horario de verano. Ya como a las 13hrs. alguien se atreverá a dar aviso del error, si nadie lo ha notado, digo para poder salir a tiempo y no tener que laborar una hora más.