viernes, junio 04, 2004

Nada como los viernes para relajar al funcionariado público.

Hace poco leía en un blog femenino que en la iniciativa privada también hay ciertos vicios que pensaba propios del sector público, por ejemplo, el cotilleo, la grilla, el tipo que se alza el cuello por algo que jamás hizo, los golpes bajos debajo de la mesa, las cuchilladas traperas entre "hermanísimos" y demás.

No es que uno piense que los empresariales sean seres divinizados por su condición nata de winners emprendedores o golden boys de la multiplicación de los euros y los dólares. No. Al contrario. Sin embargo, el hecho de que tengan bien clara su labor y su objetivo (obtener ganancias) hacía creer que sus puestos se justificafan por lo anterior y no tanto por pertenecer a un grupo o camarilla, es decir como suele suceder de manera sistemática en la APF.

Pero, bueno, como decía al principio, los viernes todo es felicidad: los empleados públicos se relajan, sobre todo si el jefe máximo ya ha corrido hacia su hogar para disfrutar su fin de semana, y ahí comienzan las bromas, las invitaciones a comer juntos, el intercambio de anécdotas y planes, los reportes sobre el crecimiento de niños y niñas, sobre los planes para echar pasión en los segundos frentes y así, una larga lista de buenos deseos y camaradería efímera...

En contraste, cuando es lunes, martes, miércoles o jueves, con carga de trabajo, con asaz cantidad de cosas que hacer, las caras cambian, los colores se suben y los malos humores invaden el ambiente: que si tal hace más o menos que yo, que si tal debe hacer más porque gana más, que si X es un imberbe o que si Y es una golfa que sólo está en el puesto que ocupa por haberse enrollado con algún alto funcionario. La bonita tradición de joder al otro, pues...

Por lo tanto, hoy que es viernes por la tarde, a punto de salir, queremos desearles a todos los servidores públicos --sobre todo, los que no tienen que trabajar el fin de semana-- que se la lleven tranqui y que, por lo menos, hasta el próximo domingo en la noche vuelvan a subir sus niveles de histeria en contra de hijos, esposa, queridas, vecinos y demás flora y fauna intestinal.

Para que puedan consolarse, piensen en los funcionarios que deben trabajar mientras uno descansa, por ejemplo, los que cobran en las casetas de las autopistas (¿qué clase de trabajo es ése?), los que están de guardia en ministerios públicos o cualquier oficina relacionada con la legalidad y la impartición de justicia, los que reciben quejas en la PROFECO o los que destapan cloacas en la noche para que no se inunde la ciudad...

Yo por eso sólo le pido al Señor que me retire siendo funcionario del municipio de Yecapixtla, Mor., en especial, en el departamento de supervisión de alcoholes...