jueves, julio 08, 2004

Los señores Fox y Lavolpe tienen algo en común: viven en sus mundos. El primero dice que México es un país maravilloso y que se puede salir por la noche y divertirse y hay mucho trabajo y harta armonía y paz. El segundo afirma que va a clasificar al mundial de Alemania "caminando" y que los periodistas que lo critican son burros, incluyendo a los extranjeros.

Del argentino que dirige la selección, bueno, no hay tanto problema. Cada vez que pierde, empata o abre la boca son puntos para que el Dr. Hugo Sánchez Márquez (Dr. porque es dentista, no porque se haya doctorado en ciencias políticas o administración pública) ocupe ese puesto que de forma natural le corresponde. Sin embargo, del guanajuatense sí son preocupantes sus declaraciones porque da la casualidad que es nuestro presidente y, la verdad, la situación en las calles, el campo y las salas familiares no está tan bonita ni tan shalalá.

¿Qué afectará la percepción de esta clase de personajes públicos? ¿Será el viajar sólo en Clase Premier y no tener que volver a mirar hacia la calle mas que cuando descienden de los Jaguar y los Audi para ingresar a las oficinas más lujosas y los restaurantes más caros de la ciudad? ¿Acaso serán los sueldos sumamente jugosos que aparecen puntualmente en los estados de cuenta bancarios? ¿Serán sus propias mujeres las que les dicen ay, viejo, mira nada más qué rebonito está el país que estás ayudando a forjar, pinches indios, deberían estar agradecidos contigo?

Ahora comprendo a los del Partido Revolucionario de los Trabajadores que, allá por la década de 1980, su máximo lema y consigna política era el ya clásico salario mínimo al presidente, pa' que vea lo que se siente...

Volvamos a los clásicos.