miércoles, noviembre 10, 2004

Ya lo habíamos dicho aquí, pero ahora lo reafirmamos: en estos tiempos tan mediatizados (o videados, según se prefiera), el Ministerio del Interior ya casi no espanta a nadie en lo absoluto.

Antes, cuando se veían las siglas SG dentro de un cuadro rojo todo mundo temblaba. Lo mismo los noticieros de los medios de comunicación, los columnistas, los disidentes, los que estaban en la lista de espera para convertirse en lo que todo mundo llama "presos políticos, libertad", los empresarios, los estudiantes, los maestros, los sindicalistas, los que protestan de tiempo completo, los abajofirmantes de profesión, en fin, todo aquel que tuviera algo que ver o decir con respecto a la política interna nacional.

Eran famosas las historias o anécdotas de los míticos sótanos y mazmorras del Palacio de Cobián en Bucareli. La Policía Secreta era, al menos en teoría, algo que todo mundo creía conocer aunque no la hubiera visto jamás. Por doquier se sospechaba de burócratas enfundados en trajes ya bastante luiditos y anchísimas corbatas de rayas, pero sumamente feroces al momento de detectar posibles enemigos del sistema mediante la intercepción de llamadas telefónicas, infiltraciones a partidos de oposición y disidencias, el espionaje de marcación personal y la persecución al más puro estilo NKVD. Uno de los peores calificativos que te podían endilgar al momento de decir "soy servidor público" era: "eres oreja de Gobernación". A partir de ese momento, nadie volvía a confiar en ti. Ya no eras invitado a las fiestas y convites propios de tu barrio o familia, ya que la gente pensaba que podía aparecer al día siguiente en los archivos ultra-secretos de la dependencia.

Los cómicos y cartonistas se cuidaban de no ofender tanto al segundo funcionario más importante del país. Una llamada proveniente de los rumbos de la colonia Juárez podía cambiar el criterio más acendrado en los necios y escépticos sobre las bondades de la administración en turno. Si algo amenazaba con modificar el rumbo que el partidazo ya había decidido para la nación, la SG estaba ahí para defender como cancerbero lo que se había ganado años antes en la Revolución. Hace unos años, el dicho "caiga quien caiga" significaba "cayera quien cayera", no el clásico "bueno, haremos lo posible, pero no prometemos nada" de hoy en día. Gobernación era mucho más que una agencia de eventos sociales que organiza seminarios, conmemoraciones de fechas cívicas, encuentros del jet-set, los cuales son necesarios, sí, pero también excesivos al grado de convertir a Bucareli en la versión light del Mundo Cool.

Aaaaaaaaahhh. [Suspiro]. Hasta una lágrima asomó por la cornisa de mi ojo izquierdo al recordar esta etapa.

Bueno.

¿Y hoy? ¿Qué ha pasado? Todo menos eso. Y si no lo creen, vean la declaración del Sr. Jorge Vergara, vendedor de jugos energéticos y dueño del equipo de fútbol Guadalajara, respecto a una posible multa a la que se haría acreedor por haber sido interpretado incorrectamente el Himno Nacional en su estadio, previo al partido Chivas vs. Monterrey, el pasado día 30 de octubre.

Realmente se me hace una estupidez que gasten su tiempo y dinero cuando hay cosas más importantes que resolver en el país como para andarse preocupando por un error humano que pudo cometer cualquiera. En lugar de preocuparse por eso, deberían enseñarles a los niños a que se aprendan el Himno.

La verdad me da pena y vergüenza pensar que Gobernación está gastando los recursos que está gastando para multar a una cantante que se equivocó.

Me gustaría que Gobernación se ponga en el micrófono ante ustedes a cantar el Himno, el mismo secretario, los funcionarios de Gobernación, diputados, senadores, gobernadores. ¡Caray!, fue un error de una cantante, no es para que estén armando una bronca nacional...

Fuente: Suplemento La Afición de Milenio Diario, noviembre 10, p. 3.

¿Eh? ¿Qué tal? "Se me hace una estupidez...", dice el Sr. Vergara. El mismo de los desplegados ofensivos contra otros dueños de equipos de fútbol, el mismo que ya es propietario del Saprissa costarricense, el que quiere comprar al Atlético de Madrid, el que puso dinero para producir la película Y Tu Mamá También... De hecho, el mismo al que Ailton le dedicó el campeonato de Pumas bajo la consigna de "A la Ver-ga-ra".

Es decir, si en la Ley Orgánica de la Administración Pública Federal, o bien, en el Reglamento Interior de la Secretaría de Gobernación dice que esta dependencia deberá "preservar los Símbolos Patrios", lo que significa que vigile su correcta aplicación en todo el territorio, en opinión de Vergara es una estupidez nada más porque a él le va a tocar ser el responsable. Si el gobierno no hace nada, malo. Pero si hace algo, peor. Vaya criterio.

Es posible que un alto porcentaje de los mexicanos no sepan la totalidad de su Himno Nacional. Quizás los funcionarios del Ministerio tampoco lo entonen correctamente si les ponen un micrófono al frente. Es más, si usted reta vis-a-vis al Ministro Creel, a lo mejor, posiblemente, en algún maligno momento, llegue a dudar de qué sigue después de "Guerra, guerra, en el monte, en el valle". Pero, Sr. Vergara, si usted contrata a alguien para que dirija el Himno Nacional frente a sus excitados hinchas rayados, por lo menos debe preocuparse de que ese mismo alguien SE LO SEPA, ya no digamos todo, sino la mínima partecita que vaya a interpretar. Además, es de pésimo gusto que, en la mismísima tierra del mariachi y el tequila, de las Chivas ultranacionalistas ("nosotros puro mexicano"), una mariachi diga "que en el cielo su enérgico acento...". Eso déjenselo a los partidos del América, donde un borícua cantó que "en la noche de Dios se escribió".

Ministro Creel, aquí tiene otra oportunidad para demostrar qué significa ser hombrecito. Devuelva un poco de la fuerza que ha perdido el Ministerio antes de que ya cualquiera saque la lengua al momento de pasar al lado del Reloj Chino. No fomente el autoritarismo que se avecina con el PRI mediante una falsa interpretación de lo que actualmente es la tolerancia y la democracia.

Por favor, por el bien de todos.