jueves, diciembre 16, 2004

Otras voces, otros tiempos...


A la invasión de los franceses

"Mejicanos, tomad el acero,
ya rimbomba en la playa el cañón:
odio eterno al francés altanero,
i vengarse o morir con honor".


Lodo vil de ignominia horrorosa
se arrojó de la patria a la frente:
¿dónde está, dónde está el insolente?
mejicanos, su sangre bebed,
i romped del francés las entrañas,
dó la infamia cobarde se abriga:
destrozad su bandera enemiga,
i asentad en sus armas el pié.


Si intentaren pisar nuestro suelo,
en la mar sepultemos sus vidas,
i en las olas, de sangre teñidas,
luzca opaco el reflejo del sol.
Nunca paz, mexicanos; juremos
en los viles cebar nuestra rabia.
¡Infeliz del que Méjico agravia!
gima al ver nuestro justo rencor.


¡Oh qué gozo! Borremos la injuria:
al combate nos llama la gloria.
Escuchad... ¡Ya vencimos! ¡VICTORIA!
¡Ai de ti, miserable francés!
Venceremos, lo palpo, lo juro:
i de sangre francesa empapadas,
nuestras manos serán levantadas
al Eterno con vivo placer.


Ya contemplo al valiente guerrero
que hasta en sueños su mano esforzada,
busca incierta, anhelosa, la espada
para herir al soberbio invasor.
Mejicanos, al campo volemos,
en sagrado furor arda el alma;
ai al que quiera ignominia, a la calma
le condene ofendido el valor.



Fuente: El Himno Nacional Mexicano, Secretaría de Gobernación / Archivo General de la Nación, México, 2004, p. 83. La referencia original es Méjico, en la Librería de Galván. Portal de Agustinos, núm. 3, edición facsimilar, México, UNAM / Coordinación de Humanidades / Dirección General de Publicaciones, t.m., 1994.