martes, mayo 17, 2005

Jarritos de Tlaquepaque

A.

Fox dice que los migrantes hacen trabajos que ni los negros quieren realizar en Estados Unidos. Frase cierta. El gobierno de aquel país --obviamente-- se molesta y exige una disculpa. Actitud comprensible. ¿Qué queda? Sólo la figura de un presidente que no sabe callarse o hablar con diplomacia. Cualquier persona sensata sabe que lo que dijo no es más que la pura verdad. Los migrantes son la fuerza laboral bruta (literalmente) de la nación más poderosa. El punto está en que eso no se dice en público y, sobre todo, no lo dice el Presidente de México. En todo caso, también debería avergonzarse de que nuestro país, la nación que dirige, sea tan pobre y tan paupérrima que orilla a sus habitantes a brincar hacia la línea de fuego en busca de algo que comer, aún a costa de su propia existencia.

Si México fuera el país rico y poderoso, si los norteamericanos fuesen los marginados y los miserables, ¿a poco creen que nosotros no haríamos algo parecido a lo que ellos están intentando hacer?, ¿en verdad seríamos tan comprensibles con los que se brincaran nuestra frontera?


B.

Los mexicanos somos racistas. Quien se espante de los resultados de la más reciente encuesta sobre el tema está haciéndose el interesante o el imbécil. Todos lo sabemos porque todos lo hemos vivido o lo hemos ejercido alegremente.

Los ayatolas de los medios de comunicación dicen, rasgándose las vestiduras, miren, los mexicas no quieren ni a los negros, ni a los inditos, ni a los extranjeros, ni a los pu..., perdón, ni a los homosexuales. ¡Claro! Siempre ha sido así. De hecho, me atrevería a decir que la nota del día no es que haya racismo, sino que haya disminuido un poco en los últimos años. Es decir, ahora ya hay marchas gay en varias ciudades del país, ya se acepta que los homosexuales anden cogidos de la mano o dándose besotes en el subterráneo, que en la televisión aparezca el tema con cierta regularidad, que se presente una tímida legislación al respecto.

Por favor, no nos hagamos tontos.

Ahora, también dicen, uy, los mexicanos no aceptarían que se le diera empleo a un extranjero en el país. Bueno, aquí más que racismo se trata de sobrevivencia. Es decir, hay pocos empleos y luego se los dan a los sudacas (por ejemplo). Un poco de sentido pragmático, por favor.

Somos racistas porque no tenemos muy claro quiénes somos. Si mestizos, si criollos, si indígenas, si semi-españoles de petatiux, si gringos redimidos. No nos espantemos por algo que todos ya sabemos, más bien, tratemos de que las nuevas generaciones crezcan en contextos mucho más favorables a la aceptación del otro.


C.

Un ejemplo.

Por aquí cerca hay una oficina relacionada con la cultura democrática. Se supone que es como la súper vanguardia del tema en el país. Bueno, pues su titular es todo menos un sinónimo de igualdad en el trato: con los que le gustan (es decir, los güeritos y los fresitas) es súper amable y hasta sumiso, con los otros (es decir, la mayoría prietita, panzona y con rastros de acné) es despectivo y seco.

Ya quisiera yo ver un mundo feliz. ¿Qué sentido tendría estar aquí?