jueves, octubre 20, 2005

Salir adelante

Cronicaos
Guillermo Sheridan


El principal objetivo que persigue el mexicano al entrar en política se conoce como "salir adelante". Como su nombre lo indica, salir adelante significa dejar de entrar atrás. Por entrar atrás se entiende hacerlo a un sitio escaso en recursos económicos, pero abundante en pueblo. En resumen, atrás es donde se hallan -para utilizar un término especializado de la ciencia económica- "los jodidos" cuyas esperanzas de salir adelante son precisamente las que explotan los políticos para salir adelante ellos.


El político mexicano sale lo más que puede y lo más adelante que se pueda mientras tenga poder para hacerlo. Como el adelante al que se desea salir es por definición relativo (pues siempre hay algo más adelante), salir hacia él es una actividad vitalicia. Y pues mientras más adelante ha salido, más adelante desea salir, el político es víctima de una voracidad insaciable. Por ejemplo, si un político adquiere mansión en Costa Careyes parece haber salido adelante para quien vive en la colonia Dedo Prensil, pero no desde la perspectiva de quien tiene mansión en la Toscana, por lo que el de Costa Careyes tendrá que salir adelante.

Para salir más y más hacia adelante, el político necesita acumular patrimonio. Se entiende por patrimonio hallarse en posesión de recursos económicos no sólo para salir adelante, sino para que los hijos salgan adelante, y para que esos hijos también tengan algo que dejarle a sus hijos, que así saldrán adelante, etcétera. De esta manera, el político suele lograr que sus descendientes, hasta la séptima u octava generación, salgan adelante (no es infrecuente que la ardua labor de salir adelante de un político sea apoyada por sus hijitos, que así aprenden de papito la responsabilidad de salir adelante).

El político puede hacerse de patrimonio de dos maneras: por las buenas o por las malas. Hacerlo por las buenas consiste en cumplir la ley al hacer su trabajo (aplaudir o abuchear), cobrar su salario y lanzar iniciativas de ley que le aumenten salario, bonos, despensas, aguinaldos y cualquier otro estímulo. Hacerlo por las malas consiste en pasar a posición ejecutiva y agregarse dineros por venta de servicios y/o influencias, aliviane de trámites, subasta de concesiones o contratos, otorgamiento o requisición de títulos de propiedad, apresuramiento de confiscaciones o desconfiscaciones, uso de bodegas clandestinas e impartir órdenes a la policía para que se voltee para el otro lado.

Una vez adquirido el patrimonio, el político lo invierte en realizar los sueños, caprichos o apetitos que tenía desde que estaba entrado atrás, y que tienen que ser rigurosamente imbéciles, o en su defecto, vulgares, o ambas cosas a la vez, siempre y cuando el resultado se exprese de manera tan ostentosa que la mayor cantidad posible de gente, y sobre todo otros políticos, quede atrás adentro en comparación. Salir adelante se constata sobre todo en la acumulación de bienes raíces. Una vez logrado eso, al político mexicano le gusta que la pecera del cuarto de los niños tenga un delfín, hacerse un traje de charro tachonado de diamantes para la boda de su hija Yarinna Karinna o construir una réplica de la Sainte Chapelle en el rancho que le construyó a su señora madre en Cleptotitlán.

Entre quienes lograron salir no sólo adelante, sino muy adelante, recordamos a varios gigamillonarios: el general Durazo y su mansión en el Ajusco. Al profesor Hank y a sus hijitos, para quienes salir adelante significa coleccionar marfil y epidermis de felinos. Al líder nato de hombres Gamboa Pascoe adicto a los cadillacs y a osos polares miembros del sector obrero. Al artístico líder Cantoral, aficionado a organdíes y sedas y así... La lista, desde luego, es infinita: entre políticos, líderes y proveedores, hay unos 2 mil salidos adelante por sexenio; hordas de prohombres y promujeres tenaces cuyos lujos en algo recompensan su tesón por tratar de sacar adelante (siempre en vano) ya a su gremio, ya a la ciudadanía que les entregó en usufructo su esperanza (adelante es un sitio esencialmente lleno de ladrones).

Con esos antecedentes, ¿por qué nos irrita enterarnos de que el precandidato Montiel y sus hijitos hayan salido tan adelante? Se trata de una irritación que aumenta en la medida en que se ignora la relatoría de bienes raíces, el inventario de mármoles, el contenido del garaje y las cuentas bancarias de su subrepticio acusador Madrazo. Pero también irrita que Montiel, luego de tantos años de salir adelante, no haya salido adelante lo suficientemente como para saber que las cuentas no se llevan en efectivo, sino en la banca on line, y que no se guarda en Metepec, sino en Gran Caimán.

Lo sucedido al precandidato Montiel hace unos días enseña otro giro bizarro a la carrera por salir adelante: salir adelante uno metiendo atrás a otro. Este "salir adelante metiendo atrás", en su versión pública, habrá de convertirse en práctica socorrida por culpa de la democracia, y no será difícil que, cuando aparezca esta nota, ya estemos enterados de qué tan adelante ha salido Madrazo, o sus hijitos. ¿Qué dirá Madrazo entonces? Lo mismo que Montiel ahora: "saldré adelante".

De cualquier modo, por más adelante que salgan, los políticos acaban todos entrando atrás, ese atrás radical que también se conoce como tumba. Así de mal andamos: encontrando consuelo en el juicio final. De todos modos no es lo mismo acabar en el hoyo habiendo salido adelante, que no habiendo salido adelante, como tampoco es lo mismo acabar entrado atrás que acabar salido adelante, ni tampoco haber entrado atrás así nomás que acabar adelante del atrás, por más salido que sea.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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octubre 20, 2005 3:43 p.m.  

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