lunes, octubre 17, 2005

Tengo los huesos desencajados, el fémur tengo muy dislocado, tengo el cuerpo muy mal, pero una gran vida social...

Antes de comenzar con el recuento del fin de semana, un asunto digno de mención.

Llego al Ministerio y me encuentro con algo que disipó mi inquietud de alma llanera. El viernes estaba yo en la casa, descansando de esa gran vida social que se desató estos días y, de repente, en el noticiario nocturno se daba la buena nueva: la huelga anunciada para el sábado 15 en el IMSS había conjurado. Wow. Qué bien. Pensé en muchas personas que conozco y que dependen –literalmente—de los servicios de esta bonita institución de la salud mexicana. Al menos no iban a tener que mendigar un poco de atención en los hospitales del GDF o en sus contrapartes estatales, lo cual es algo así como ir de Guatemala a Guatepeor.

Y, bueno, decía que hoy lunes 17 he conocido el motivo de aquella buena noticia. Resulta que ese mismo viernes de quincena, en el Monasterio del Interior, el titular de esa dependencia, Carlos María Abascal Carranza, “pidió a Dios que se solucionara el conflicto en el IMSS”. ¡Por supuesto! Ya decía yo que tal acuerdo no había sido obra de los operadores políticos y sindicales de la actual administración. El asunto tenía fuertes tintes de divinidad. De acuerdo a la nota que publicó La Jornada al día siguiente, Abascal confío en que “con el favor de Dios” las partes llegarían a un acuerdo conciliatorio durante la revisión del contrato colectivo. Vaya asesor. Cualquiera que tenga al Señor de su lado puede hacer casi todo lo que se proponga. Ya lo vimos en el caso de GW Bush, el cual, un buen día que estaba comiendo pretzels y cargando a su perro mientras veía un partido de fútbol americano, vio una luz cegadora, un disparo de nieve que no era otra cosa que la voz de Dios que le susurraba al oído, Georgie Boy, tienes que ir a darles en su madre a los iraquíes por feos y barbones.

Esperemos que la línea directa que se ha abierto entre Dios y Abascal no se sature y luego veamos que el Ejército Mexicano anda invadiendo Belice o, al menos, aplicando la justicia católica radical a los evangélicos nacionales, tal y como está sucediendo en algunas poblaciones medievales del estado de Hidalgo.

Decía que el fin de semana estuvo rudo, rudo, rudísimo. El jueves se realizó el concierto de Fangoria en el Salón 21. No se llenó como pensaba, pero sí acudieron todos los que pueden denominarse –sin temor a equivocarse—como verdaderos hinchas de la agrupación española. El contingente en el que yo iba llegó justo al abrir el recital. La lluvia, la impuntualidad de las damas, pero sobre todo, el terrible tráfico hacia el norte de la ciudad de esa noche, hizo que llegásemos justo a tiempo. No importó a final de cuentas. Alcanzamos un lugar decente en el que pudimos apreciar casi todo el escenario (con excepción del rincón donde se apoltronó Nacho Canut) y la acústica también fue –digamos—aceptable. Muchas cervezas, muchos gritos y muchos cánticos en coro. Desde vimos pasar el cometa, hasta la mano en el fuego, pasando por el arte de decir que no y aterrizando en a quién coños le importa lo que yo haga.

Lo mejor, la personalidad de Alaska, la música (aunque no me gustó mucho que incluyeran unas percusiones que acercaban las canciones de Fangoria al sonido de Safri Dúo) y el espectáculo de las bailarinas, una de ellas travesti, por cierto. Mucha fauna por ahí (darketos, vampiros, culturosos), mucha cerveza (reitero) y todo un ambiente de enorme discoteca durante la interpretación de estos íconos de la cultura pop.

Finalizado el concierto, al after. Todos los grupos y tribus que habían llegado por su cuenta nos reunimos para seguir departiendo en el piso del buen AM hasta entrada la madrugada. Como siempre, nuestros anfitriones se portaron a la altura. Mucha plática, mucha cerveza, mucha buenaondez. Posteriormente, otro after, pero ahora en nuestro hogar. El grupo se redujo hasta cinco integrantes, pero el entusiasmo no demeritó. Más plática, más conclusiones filosóficas y más buenaondez hasta que el sol apareció. El punto culminante fue terminar comprando cerveza en el 24 horas de la esquina de la casa, mientras unos chavales uniformados nos veían con cara de asombro. La cosa marchaba sobre ruedas, pero debía haber algún inconveniente. En este caso se trató de una entrevista que tuve que realizar a un colega que sólo está por la Ciudad de México de vez en vez. Así que, falto de cocción y todo, tuve que ir al AICM a realizar tal faena. El motivo: estoy en los últimos detalles de la tesis para que pronto los que me conocen me digan Maestro y ya no sólo Licenciado (guaca guaca).

El fin de semana continúo el sábado (me refiero a la fiesta). Ahora una boda en el municipio vecino de Cuernavaca. El buen M. contrajo nupcias y nos invitó. Una gran celebración, por cierto. Los mexicanos éramos minoría. Por un lado, los paisanos del novio (América del Sur). Por el otro, los de la novia (Europa del Norte). Vaya combinación. Lo bueno es que pude comprobar que para efectos del baile no estoy solo en el mundo. El embajador del país de donde es originario la novia efectuó casi los mismos movimientos que yo. La única diferencia era nuestro color de piel, pero la carencia de gracia es compartida. Ya decía yo que la cigüeña que me trajo a Mesoamérica había errado el camino. Debí haber nacido en algún país nórdico y no en el Hospital La Raza. Bueno, volviendo al tema, pues hubo excelente comida, varios espectáculos alternos, más buenaondez, excelente bebida y un buen clima para el solaz. Por supuesto, la consecuencia de comenzar a beber whisky a esas horas fue el de retoñar lo que había dejado pendiente un día antes. Así que, bueno, de nuevo la vida social y sus estragos.

Sin embargo, no todo tiene un mal efecto en la salud. Me gusta amanecer resacoso los fines de semana porque tengo más pretextos para asistir a la barbacoa. Wow. No hay otro placer más fuerte que beber un caldo cuando el cuerpo así lo exige. Si viviese en el extranjero, sin duda, pero sin ninguna duda, lo que más extrañaría de mi país que escribe su nombre con la X y de mi ciudad que es chinampa en un lago escondido sería un abundante e hirviente consomé de borrego acompañado de varios tacos de barbacoa al mediodía de un sábado o un domingo post-fiesta. Aaaaaahhhh. La UNESCO debería nombrar a esos platillos como patrimonio de la humanidad y a los que los producen como candidatos a algún tipo de premio internacional culinario. Neto.

El fin de semana rudo terminó mientras veíamos La Guerra de los Vegetales en el cine. Wallace y Gromit han sido unos de mis favoritos desde que a mediados de la década de 1990 daban sus cortos antes de comenzar las funciones en las muestras internacionales de cine. Quien no haya ido a verla, no dude en invertir su dinero ahí. Nosotros buscamos la función sin doblaje, pero al parecer no hay tal en las salas de la ciudad. La traducción no está tan mal. De hecho, no importa tanto cuando el perro filósofo Gromit nunca emite ningún sonido durante la trama.

Como verán, esta reseña es bastante escueta. Quedan muchos detalles que comentar, pero bueno, el tiempo apremia y ahora hay más pendientes en el Ministerio. Además, como les comenté, estoy próximo a concluir de una vez y para siempre la tesis (aunque uno siempre depende de factores del medio ambiente, por ejemplo, los lectores y los sinodales). Es un asunto que ya me tiene a tope. La verdad, quiero terminarla ya. Al día de hoy, lunes 17 de octubre del Año Dos Conejo Rayita, sólo faltan las consideraciones finales –o conclusiones—y finalizar la sección de anexos. Ya les avisaré cuando esté próximo a convertirme en Máster.

Finalmente, no quiero cerrar sin felicitar de corazón a M. y a H. por su unión. Todo lo mejor para la “pareja más guapa de los últimos años”, tal y como los nombró Eugenia León en la boda.



Joaquín Sabina, Tonadillero

"Acaricio libros cada noche"

Tengo 40 y 16 años. Nací en Úbeda (Jaén) y vivo en Madrid. Soy tonadillero. Estoy divorciado y vivo con mi novia Jimena, de la alegre colonia peruana. Tengo dos hijas, Carmela Juliana (14) y Rocío (13). Ya no voy a bares: quedo en casa con poetas líricos, ¡que son borrachos mucho más interesantes! Mi mayor afición hoy es la biliofilia. Soy rojo y ateo. Saco nuevo disco, ‘Alivio de luto’

LLUÍS AMIGUET - 16/10/2005

-¿Cómo está?

-Con un ataque de euforia: ¡hasta disfruto con las entrevistas!

- ¿Antes no?

-Antes acababa con ganas de vomitar.

- ¿Por qué está ahora tan contento?

- He salido de una depresión. ¡Me alegra verme capaz de estar aquí! Durante dos años no tuve ningunas ganas de coger una guitarra.

- ¿Y qué hizo?

- Encerrarme en casa. No quería ver a nadie. Agorafobia, dicen los cursis.

- ¿No fue al psiquiatra?

- No. Mi terapia fue escribir sonetos.

- ¿Por qué?

- Es lo que siempre quise hacer. Desde los 17 años, mi plan era ser profesor de Literatura y escribir en casa libros que nadie leería...

- Y su enfermedad le ha ayudado.

- Tras mi accidente cerebral, llegué a creer que todo había terminado, que se me había acabado la creatividad...

- Y no.

- También he descubierto que la cocaína se puede dejar. Fue hace cinco años, radicalmente. Y, si yo pude, todo el mundo puede, ¡vaya si puede!

- Por si lo lee Kate Moss...

- Pobre. Le quitan los contratos unos ejecutivos que durante esa reunión se han metido una raya. ¡Pero si yo he visto a colegas meterse una rayita durante un partido contra la droga...!

- Vaya.

- Cuánta hipocresía... Yo me he matado a rayas con todos, del vicepresidente para abajo...

- ¿Qué vicepresidente?

- Hablo de otros gobiernos. Por cierto, ahora iré al programa de Maradona...

- Después de tantas entrevistas, ¿hay algo que aún no haya dicho?

- Sí. Pero suena a cursilada.

- No me reiré.

- Salía el otro día de un plató, y una chica de ensueño me dio una carta de amor, temblorosa... ¡Si ella supiera!

- Si supiera ¿el qué?

- Que ni en sueños me atrevería yo a tirarle los tejos, que yo soy sólo un triste de 40 y 16 años, un tipo más triste que la polla de un preso...

- Pero ella le ve maravilloso.

- La calderilla de la fama. Distorsiona la mirada. La televisión ha devaluado la fama: "¡Eres famoso!", me dijo uno. "Y tú un soplapollas ¡me ves como a : Espinete!". Déjame en mi rincón...

- En su casa... ¡Pero a veces se ha topado ahí con gente desconocida...!

- Sí. Había convocado dos fiestas a la vez sin darme cuenta y las había olvidado las dos. Al ver el lío, me encerré en mi habitación a dormir...

- Dejó que las fiestas se cruzasen...

- Sí: días después, los de ambas fiestas me contaron que había una pareja de okupas sentada en el sofá y mirando en la tele un partido de fútbol. ¡Y no eran de ninguna de las dos fiestas!

- Su casa está llena de imágenes de santos, según he visto en fotos...

- Santos, niños jesuses, vírgenes. Por estética: he coleccionado muchos...

- ¿Ya no?

- Ahora colecciono libros: primeras ediciones, manuscritos originales...

- Se ha vuelto bibliófilo.

- Sí. Tengo cartas autógrafas de Victor Hugo, primeras ediciones firmadas de Neruda, Borges, García Márquez...

- Enhorabuena.

- ¡Pero no tengo coche, ni chalets, ni internet, ni joyas! Mis lujos son los libros. Por la noche me quedo mirándolos, cojo uno, acaricio otro...

- Y se enorgullece.

- Cuando vinieron a cenar Letizia y Felipe, él se interesó por mis libros y yo le dije, muy ufano: "Mira, Felipe: ¡una segunda edición del Quijote!". Y él me suelta: "Yo tengo una primera".

- Ja, ja, ¡buen resto!

- Lo pasamos bien, sí...

- Doña Letizia admira una frase que usted me dijo en otra entrevista...

- ¿Ah sí? ¿Cuál?

- "Les digo a mis hijas que lean, para que de viejecitas no estén solas". Me confesó que la recuerda a menudo.

- Cuando estoy en un aeropuerto tirado por algún retraso, veo a la gente nerviosa, impaciente, se meten en las tiendas... ¡A mí me basta tener un libro! Y tan feliz. El que lee ¡nunca está solo! Un libro, y adiós problemas.

- Se abstrae.

- A veces me dicen que soy asocial, frío, sólo porque estoy leyendo. ¡Me da igual, no me siento culpable por eso!

- Regálele otro consejo a Letizia.

- "¡Tráenos la Tercera República!"

- ¿Qué me dice usted del Estatut?

- Pues que no pasaría nada si Catalunya fuese un Estado. ¿No tienen galeses y escoceses su propia selección de fútbol y no pasa nada? ¿Hay por eso una guerra civil en Gran Bretaña?

- No. Diga: ¿cuál es su sueño hoy?

- "¡Virgencita, que me quede como estoy!"

- Muy ambicioso.

- También tengo ganas de tener ganas de subir a un escenario. Y de aguantar un año de gira fingiendo ser joven.

- Aún se le ve bien.

- Ya no voy a bares. Ahora quedo en casa con poetas. ¡Qué son muy borrachos y graciosos, por cierto!

-¿Sí?

- Lo de ´sexo, drogas y rock and roll´es falso: los rockeros hacen footing y llevan vidas ascéticas. Los poetas líricos: ¡esos sí son unos borrachos!