Dversión y defunción
Una reseña para sexacional de burocratas:
A veces me da por hacer cosas extrañas. Generalmente abogo por tomar decisiones bien pensadas, planear y presupuestar cada acción. Pero aún con todo tipo de previsiones las cosas no salen siempre como un quisiera. Entonces el argumento de planeación deja de tener un valor absoluto.
Esto viene a propósito de lo que hice el fin de semana, sigo sin convencerme de hacer cosas sin planear, pero cuando salen bien las cosas no hay reclamo.
Este fue mi primer fin de semana libre después de muchos que me la pase trabajado, así que queríamos hacer infinidad de cosas, nos levantamos a las 8, salimos y queríamos hacer pagos en tiendas, comprar despensa, pagar adeudos, pero todo estaba cerrado o las personas a las que buscamos no estaban, así que como a las 11 decidimos ir a Cuernavaca a pagar los adeudos de la casa. Llegamos como a la una de la tarde, asistimos a una junta de vecinos (quieren poner una barda en la privada yo no sé para qué y con un costo de 50 mil pesos). Llevamos lo indispensable para ir a nadar a alguno de los balnearios cercanos, así que terminando la junta tomamos rumbo a Tequesquitengo. En eso estábamos cuando la carretera en la que íbamos me indicaba que íbamos rumbo a Taxco y Acapulco, en ese momento le dije a mi esposa, pues vámonos a Acapulco, los niños venían tranquilos y querían ver el mar, así que tomé camino, no tenía mucho presupuesto, así que decidimos irnos por la libre. Llegamos a Taxco, hicimos una breve escala y seguimos a Iguala, ya en el camino a Chilpancingo nos estábamos arrepintiendo, ya teníamos como cuatro horas en carretera, así que de ahí en adelante continuamos por la autopista, que resulta bastante cara, llegamos a Acapulco con el tanque vacío, despues de recargar tomamos el maxitunel y llegamos a la costera, a buscar hotel, obviamente todos estaban llenos, hasta que en uno pequeño nos dijeron que se había desocupado una habitación de impreviso, así que nos hospedamos. Al día siguiente nos dirigimos a desayunar, en ese momento nos dimos cuenta que el hotel tenía restaurante y alberca con vista a la playa, ahí nos la pasamos, bajamos a la playa a caminar, estuvimos todo el día en la alberca, de hecho querían quedarse un día más, hasta que regresando mi esposa con la niña de los baños me dijo que ya querían irse. Me pareció bien -no quería faltar el lunes al trabajo- así que fuimos a cambiarnos, en el trayecto mi esposa me dijo que una señora se le acercó para comentarle que que bueno que no teníamos miedo por lo sucedido anoche, una verdadera tragedia, que lo del señor que se había ahogado en la alberca había tomado a todos por sorpresa...
A veces me da por hacer cosas extrañas. Generalmente abogo por tomar decisiones bien pensadas, planear y presupuestar cada acción. Pero aún con todo tipo de previsiones las cosas no salen siempre como un quisiera. Entonces el argumento de planeación deja de tener un valor absoluto.
Esto viene a propósito de lo que hice el fin de semana, sigo sin convencerme de hacer cosas sin planear, pero cuando salen bien las cosas no hay reclamo.
Este fue mi primer fin de semana libre después de muchos que me la pase trabajado, así que queríamos hacer infinidad de cosas, nos levantamos a las 8, salimos y queríamos hacer pagos en tiendas, comprar despensa, pagar adeudos, pero todo estaba cerrado o las personas a las que buscamos no estaban, así que como a las 11 decidimos ir a Cuernavaca a pagar los adeudos de la casa. Llegamos como a la una de la tarde, asistimos a una junta de vecinos (quieren poner una barda en la privada yo no sé para qué y con un costo de 50 mil pesos). Llevamos lo indispensable para ir a nadar a alguno de los balnearios cercanos, así que terminando la junta tomamos rumbo a Tequesquitengo. En eso estábamos cuando la carretera en la que íbamos me indicaba que íbamos rumbo a Taxco y Acapulco, en ese momento le dije a mi esposa, pues vámonos a Acapulco, los niños venían tranquilos y querían ver el mar, así que tomé camino, no tenía mucho presupuesto, así que decidimos irnos por la libre. Llegamos a Taxco, hicimos una breve escala y seguimos a Iguala, ya en el camino a Chilpancingo nos estábamos arrepintiendo, ya teníamos como cuatro horas en carretera, así que de ahí en adelante continuamos por la autopista, que resulta bastante cara, llegamos a Acapulco con el tanque vacío, despues de recargar tomamos el maxitunel y llegamos a la costera, a buscar hotel, obviamente todos estaban llenos, hasta que en uno pequeño nos dijeron que se había desocupado una habitación de impreviso, así que nos hospedamos. Al día siguiente nos dirigimos a desayunar, en ese momento nos dimos cuenta que el hotel tenía restaurante y alberca con vista a la playa, ahí nos la pasamos, bajamos a la playa a caminar, estuvimos todo el día en la alberca, de hecho querían quedarse un día más, hasta que regresando mi esposa con la niña de los baños me dijo que ya querían irse. Me pareció bien -no quería faltar el lunes al trabajo- así que fuimos a cambiarnos, en el trayecto mi esposa me dijo que una señora se le acercó para comentarle que que bueno que no teníamos miedo por lo sucedido anoche, una verdadera tragedia, que lo del señor que se había ahogado en la alberca había tomado a todos por sorpresa...
Y hasta ese momento nos explicamos muchas cosas, la noche anterior cuando llegamos la recepcionista preguntó si podía ofrecer esa habitación, cuando le preguntamos si tenía alberca y playa nos dijo que no, en la noche queríamos cenar y nos dijo que estaba cerrada esa área, en la mañana las pocas personas que estaban en la alberca se hacinaban en una pequeña área de poca profundidad, cuando mi esposa se metió con los niños en el área profunda se acercaron el salvavidas, un guardia y un mesero a intentar ayudarla (mi hija estaba jugando y gritaba que se ahogaba) yo les dije que la niña sabía nadar y en ese momento me metí con ella, después extrañamente la alberca estaba vacía así que la disfrutamos nosotros cási solos, y finalmente explicaba la habitación vacía desocupada de improviso la noche anterior.
En el camino me íba burlando de la muerte (y de regreso también), incluso en un tramo solitario de la carretera había un motel como el de Norman Bates (una de nuestras películas favoritas es Psicosis) así que cuando me orillé y le dije a mi esposa que si nos hospedábamos ahí entendió perfectamente. Así que a mí no me casusó ningun efecto la noticia, ella que es bastante supersticiosa sí quería salir de inmediato, le dije que el infortunio de uno era la fortuna de otro, así que las cosas tienen un extraño fin, es decir de no haber sucedido esa desgracia, nosotros no hubieramos encontrado hospedaje, por otra parte al parecer el difunto no regresó a la habitación y había muerto por una congestión alcohólica, despues de que le había advertido que no podía beber en el área de la alberca se había ido a la playa y regresó después para ya no salir, un niño se dió cuenta que yacía en el fondo de la alberca y dió la voz de alarma cuando se salió diciendo que le daba asco un hombre que estaba hundido.
Nos fuimos a comer y regresamos esa noche de Acapulco, ahora sí por la autopista, que insisto es bastante cara y en muy mal estado, nos tocaron tramos con muchos baches y derrumbes, en una parte había una lluvia torrencial que cási impedía la vista, arfortunadamente llegando a Cuernavaca el clima estaba mejor, llegamos al defe como a las once, inmediatamente nos dormimos y di por terminado este viaje imprevisto con todos sus asegunes había salido bien y no había nada de que arrepentirse, nada más allá de un gasto imprevisto.
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