miércoles, octubre 25, 2006

Fans from hell

Anoche le decía a mi mujer que, en situaciones perfectamente normales, jamás jamás sería colega de mi vecino, del mismo que me da aventón todas las mañanas. Muy fácil: no hay compatibilidad más allá de 25 minutos. Ejemplos. La película de El Ilusionista me pareció una mierda cursi y jodida, y para él fue algo bien padriuris. Desde siempre he pensado que Silvio, Pablo, Amaury y demás representantes de la Nueva Torta Cubana son nefastos y él dice que le gustan mucho. Mientras que él afirma que no le gusta beber, para mí se trata de una actividad a la cual no le hago gestos realizar de vez en vez (claro, dependiendo dónde y con quién). Su máximo sueño --de tener un millón de pesos en la chequera-- es comprarse una Hummer y el mío irme al Doctorado a la Real Universidad de Kuala Lumpur (esto ya lo había dicho, pero no me importa refritearme con singular alegría). Y así la lista puede seguir y seguir y seguir como el conejo de Energizer.

Pero detengámonos en uno de esos puntos. El de la música. Hoy me venía como pitorreando de ese ser que la naturaleza puso en nuestro camino como una hece más y que se llama Delgado Fernandillo. Yo sabía de antemano (esta frase suena bastante burocrática) que al susodicho le gusta Silvito y demás porquería dizque intelectual. Sin embargo, no tenía claro que también le gustaba el tal Delgadillo. Ups. Pues no importa. Me solté diciendo que era una verdadera jodidez y que lo odiaba más porque, hace unos años, un tipo de aquí del Ministerio ponía su disco compacto doble del concierto (es un decir, claro) que dio el muchacho en el Metropolitan hace algunos ayeres. Cuando me dijo "a mí me gusta", pensé de manera simultánea chale y a huevo... Ah, y también le gusta Aute (aunque lo pronunció como "Auté"). Como diría mi mujer, el perro es huevón y le compran tapete...

Los Rodríguez, Milanés, Pérez y Fernandillos me joden, pero ojo, me atrofian más que por su música --bastante excecrable por sí misma-- por sus hinchas del infierno. En efecto. De repente escucho por la calle o en alguna reunión las infumables La prefiero compartida, Ojalá que te lleve la muerte, Muchas veces te dije que antes de hacerlo, bla, bla, bla, pero no pasa de un prurito momentáneo. Es decir, las soportas y tal y ya. Pero de lo que sí le pido al Señor alejarme es de los fans de esos señores. Esos son los verdaderos causantes de que mucha gente (y lo digo con conocimiento de causa) deteste a esa clase de musiquitos comprometidos con "La Causa".

Hombre, los he visto en reuniones como de peñas culturosas sacando las guitarritas de palo para ponerse a cantar a la menor provocación esas rolas en las que exacerban su espíritu "socialista" y "tropical" al mismo tiempo. Cantan las de Milanesa y sienten que están codo a codo con Camilo en Cienfuegos maquilando la Revolution without hands. O bien, en la plazuela de San Cristóbal de las Casas viendo a Sebastián Guillén desplegar la mexicana bandera junto al progress Manuel Camacho en 1994 cuando suenan las de Delgadillo.

También los he visto declamando las letras de esas canciones como si fuesen Goethe o Balzac. Es más, hasta se enojan cuando cualquier cristiano bien nacido les reclama su pésimo gusto musical afirmando que uno es casi casi enviado del diablo Bush y de todo el imperialismo (daddy) yankee. Joder. Por Dios. Los mismos que piden y exigen tolerancia, pero sólo cuando tú opinas lo mismo que ellos. Cuando disientes Stalin se queda bastante naive junto a ellos.

Afortunadamente, mis colegas más cercanos pasan de esa clase de materia fecal.

Sin embargo, hay una enseñanza que no debemos descartar de todo este asunto. Por favor, si les gusta alguien, si se convierten en verdaderos seguidores de algún músico, por favor, no se vuelvan fans from hell. Mucho menos cuando tengan tendencias hacia el snobismo y el bluffgeist (o espíritu del bluff). Y lo digo porque, ahora que viene el hinchado Sabina a México, muchos lo están convirtiendo en la versión Preciados de las bazofias de las que hemos hablado líneas arriba. Es decir, ¡que lo pueden realmente metamorfosear en el Arjona de la clase media pretenciosa!

Ya con el tal Nicho Hinojosa, también conocido como el Silvio Rodríguez de las chachas y de la Alameda Central, tenemos suficiente. Por supuesto, el guatemalteco también nos llena a rabiar el corazón con suficientes dosis de coleresterol y triglicéridos. Pero, hombre, repito, ya no queremos más héroes intelectuales que hagan música para "pensar" mientras pides un bocadillo de atún de 70 pesos en cualquier bar de la Condechi y dices en voz alta weeeey, chupo y chupo y nooom'empedooooo.

Extraños son los caminos del Señor, sin duda. El próximo viernes ahí estaremos, casi casi en primera fila del Auditorio, viendo al andaluz de Jaén. Lo malo es que, a dos días de que esto suceda, como que ya empecé a sentir ese prurito que generan los fans from hell.

Keith Richards, ¿qué hacemos?