Vacas sagradas, vacas locas y vacas lecheras
Me he quedado sin clave de acceso a Reforma. Por eso ya no me llegan al correo los textos de Meyer, Soler, Aguayo y Villoro, entre otros. Sin embargo, ya encontré cómo consultarlos sin desembolsar. El problema es que son archivos pdf que no se pueden copiar. Por lo tanto, sólo unos párrafos en esta ocasión.
Juan Villoro escribe sobre la pasada FIL de Guadalajara:
Quien recorre los pasillos y los stands se somete más a una sensación urbanística que a un placer de bibliófilo. Aunque ciertos libreros avezados encuentran tomos esquivos en la FIL, yo me impresiono con las mamparas y los plafones que es capaz de edificar la ciudad letrada.
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Uno de los grandes misterios de Occidente es que las aspirantes a Miss Universo suelen decir que su pasatiempo favorito es la lectura. No quisiera acusarlas de insinceras, pero rara vez dan pruebas de su contacto con otras obras maestras que la que miran en el espejo. Si declaran eso es para quedar bien. En este aspecto, los libros son parecidos al tigre blanco: uno queda muy biensi los defiende pero a nadie se le exige que tenga uno en casa.
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Un hecho social sólo es mexicano si cuenta con suficiente dotación de colados, curiosos y vendedores de pepitas. No todos los que van a la FIL saben por qué están ahí, pero todos son necesarios para consumar una condición esencial al sujeto contemporáneo: el gusto de pertenecer a una estadística que, de preferencia, rompe un récord. Y si algo caracteriza a la FIL es el rompimiento de récords.
Juan Villoro, "Vacas sagradas y vacas locas", en Reforma, diciembre 8, 2006, p. 25.
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