lunes, octubre 29, 2007

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Escribo estas líneas desde mi lugar de trabajo en el Ministerio. He regresado después de tomar la primera semana de mi primer periodo vacacional de este 2007, la cual, sumada a las dos que estuve fuera por la operación, dan como resultado que, a finales de este octubre, sólo habré laborado alrededor de ocho días efectivos. Esto sonaría bastante bien, sin embargo, los periodos que estuve tanto en el hospital como en casa convaleciendo no se pueden considerar propiamente como vacaciones. En fin. Hoy estamos ya en la víspera de noviembre y el frío nos indica que se acerca el invierno mientras intento retomar el hilo de esta rutina cotidiana.

Miro a mi alrededor y encuentro la clásica escenografía burocrática sin grandes cosas nuevas que contar. Todos están concentrados en sus monitores o en lo que están leyendo. Al menos, eso nos hacen creer de un vistazo. La pesadez del lunes se refleja en nuestros rostros y en nuestras actitudes. El clima también hace su parte: todos –o al menos una considerable mayoría—desearían estar en sus casas acostados, viendo la televisión y bebiendo café o algo más fuerte. Unos llegan tarde a hurtadillas y otros están aquí envueltos en cualquier cantidad de abrigos y suéteres.

Esta semana será corta. El próximo viernes es día de asueto laboral y no vendremos por aquí (claro, a menos de que surja alguna cuestión inesperada). A mediados de noviembre habrá un puente largo (el de la Revolución) y en aproximadamente 45 días seremos testigos del arribo de las vacaciones de fin de año con todo y sus fiestas y sus brindis. Mientras eso llega, la vida fluirá de manera lenta, lenta, lenta.

No recuerdo exactamente quién lo dijo, pero estoy de acuerdo con esa expresión que afirma que cuando uno la está pasando bien el tiempo pasa más rápido que lo acostumbrado. La semana de vacaciones se me ha ido como un suspiro y hoy, aquí, el mismo periodo se me plantea como un verdadero cuesta arriba largo y tedioso. Y en teoría se trata de un menor número de días. En fin. Creo que estoy sonando bastante quejica, así que haré una pausa para ocuparme de aquello por lo que realmente me pagan al estar aquí. Sin embargo, necesitaba escribir esto para volver a sentir el teclado de la computadora y familiarizarme con el medio ambiente inmediato.