jueves, octubre 04, 2007

En la frontera

Muchas veces pensamos que estamos en la frontera de algo, de un logro, de una pérdida, de dar el siguiente paso. Pero pocas veces es tan literal el concepto:

1.- Me dirijo al aeropuerto de Tijuana y para llegar a él efectivamente hay que avanzar por la frontera, la línea fronteriza. No estoy acostumbrado, Tijuana es una ciudad fea, claro con muchos migrantes y mucho dinero, no dudo que haya lugares bonitos, pero deben ser caros. Pero todos, pobres y ricos debemos pasar por esta barda de fierro rumbo al aeropuerto o por la avenida, como parte de su vida cotidiana. Algunas partes de la barda están pintadas con grafitti, otras tapizadas de cruces de madera y en otras partes simplemente está la barda de fierro crudo. Un amigo contador de por acá me dice que un cliente suyo es contratista de esa barda, es soldador y es mexicano, lo contrata el gobierno gringo para poner la barrera de hierro en el desierto, es un negocio próspero.

2.- Estoy terminando un trabajo, ya a estas alturas, después de siete días ya casi no veo las letras de la pantalla, podría decirse que estoy al borde.

3.- Y hablando de cosas más serias, el Maestro Manolo debe estar durmiendo la víspera, tendrá que someterse a una intervención quirúrgica, que estoy seguro será la solución de malestares arrastrados por años. Confío que está a punto de acabar con sus malestares e iniciar un nuevo estilo de vida.

Todos los parabienes desde esta frontera al Maese Weber, sabemos que todo saldrá bien ( o como decía un excompañero burócrata atrapado en los setenta: todo estará ¡¡de pelos!!!)