Comida filosófica
Ayer no vine a la oficina, me debían un día y lo pedí. A las 13 horas tenía como cuatro mensajes de voz en el móvil. No es que sea muy importante, sólo es que surgió algo y se les olvidó que estaba de permiso.
Hoy aquí estoy. Tranqui todo. Un cielo azul hermoso en la Ciudad de México y el sol a todo recibiendo al otoño 07.
Llega la hora de la comida y me dirijo a uno de los estanquillos que me gustan. La novedad es que cuando entro escucho una canción conocida en voz de alguno de los múltiples trovadores de la zona. “Al niño que fui, espabiló… a las flores de un día, que no duraban, que no dolían…”. Se trata de Aves de paso de Joaquín Sabina. Extraño porque casi siempre nos toca escuchar clásicas de los tríos o de las rancheras.
Termina el tipo (no joven, más bien maduro) y se va sobre otra que ya no conocía. Pero a la tercera vuelve a la carga: “apenas llegó, se instaló para siempre en mi vida, no hay nada mejor, que encontrar un amor a medida…”. ¿Qué tal? Para finalizar se fue sobre una que era como una reflexión filosófica de la vida enmarcada en la conversación de un tipo con su abuelo.
Una clase entera de sociología e historia del pensamiento filosófico aderezada con sopa de pasta, arroz y pechuga cordon blue.
Cuando se fue le di cinco pesos (récord en mí).
1 Comments:
Yo hubiera acompañado los cinco pesos con un beso en la mejilla!
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