lunes, marzo 31, 2008

Odio y asco en el fútbol (II)

Y bueno, se cumplió lo que muchos esperábamos: el cese definitivo de Hugo Sánchez como director técnico de la selección nacional de fútbol.

¿Y por qué esperado? Porque con este seleccionador no se veía cómo íbamos a llegar a Sudáfrica y, peor aún, no se vislumbraba mejoría en la manera en que los nuestros se paran en el campo de juego, en cualquiera de las presentaciones del equipo.

Ahora habrá que esperar la retahíla de justificaciones que dará Hugo para aminorar el impacto negativo de esta decisión en su carrera. Que si no lo dejaron acabar su "proceso", que si al antiguo DT sí (el archienemigo Lavolpe), que si los cangrejos, que si él prometió triunfos con la mayor y no con la sub-23, que si tal por cual. Como sea, Sánchez volverá al lugar que mejor le sienta en todo asunto de la selección: en la de ser la oposición intransigente y férrea contra cualquier otra cosa que no sea él mismo.

Para cerrar, creo recordar que por ahí de 2006, fecha en la que nombraron al dentista como cabeza de la selección, Toñito me preguntó que qué opinaba. Toñito era uno de los chóferes que trabajan en mi antigua oficina. Y le dije, muy orondo, que me parecía genial que nombraran a Hugo DT en 2006. ¿La razón? De esta forma iba a dejar de estar jodiendo en que él era el único e inmejorable prospecto, iba a poder coger el equipo en un periodo --digamos-- no tan escabroso y, así, para 2008 iba a fracasar e íbamos a estar a tiempo de traer al verdadero estratega que nos condujera para el Mundial africano.

Y miren ustedes, tal cual...


PS. Ahora, sobre el debate de si debe ser mexica o extranjero el próximo entrenador, yo estoy totalmente a favor de la segunda opción. Ya basta de esos dizque entrenadores nacionales exitosos que no sirven para mucha cosa cuando se plantan en los campos internacionales. Ya nunca más los eternamente nombrados Piojitos Meza, Huguitos, Lapuentitos y demás. El único mexicano exitoso se llama Javier Aguirre y está muy bien que se quede allá en España. Por lo tanto, bienvenido cualquiera que llegue allende el Atlántico (casi casi como hace más de 500 años).