Recuerdos del porvenir
Venía de regreso a la oficina del Starbucks más cercano (es un decir) y vi a un tipo que iba preparando su reproductor de discos compactos para que le musicalizara su camino. Y pensé, ¿cuándo dejé de usar mi CD-player para transladarme al iPod? Debió haber sido por ahí de 2004 o 2005. Seguro. Y del walkman al CD-player mudé por ahí de 1998 o 1999. Es decir, hace una década.
Recuerdo que la primera vez que vi internet fue en 1997. Estaba haciendo mi servicio social en la fracción parlamentaria de un partido de izquierdas en el Senado y el buen Manuel me pidió obtener unos datos del INEG (antes era el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática, ahora va sin la última inicial). Fue ahí cuando descubrí los primeros potenciales de la red. Por supuesto, ese año envié mi primer correo electrónico y obtuve mi primera dirección.
El primer móvil que compré fue en abril de 2002. Había regresado de un viaje al sureste con algunos colegas y me percaté de la necesidad de contar con uno (antes, como muchos de mi estirpe, juré y perjuré que yo no iba a ceder ante este tipo de tentaciones consumistas). Fue un Nokia, al que le siguió un Samsung (bastante malo) y después regresé a Nokia antes de arribar a la era iPhone.
El servicio de internet lo contraté para la casa recién. Fue en 2007, de hecho. Antes todo lo había hecho desde la oficina, o bien, desde los ahora ya medio decadentes cibercafés. La portátil la adquirí después de que me hicieron la Funduplicatura de Nissen (igual y ya no llego más lejos, pensé, así que, a gastar...).
En fin.
¿Qué nuevo invento de la evolución llegará en los próximos años?
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