domingo, mayo 17, 2009

Ha muerto Mario Benedetti, un señor que escribía poesía y cuentos y que era muy querido en toda Latinoamérica. A mí francamente nunca me gustó. Lo leí poco. Más bien, lo escuché algunas veces. La primera en un salón de clases de la entonces ENEP Acatlán durante una clase. El profesor nos leyó el cuento ése en donde dos feos van al cine y afrontan al mundo que se rige por los patrones occidentales de belleza. O algo así. Bonito. Nada más. Digamos que, más bien, cursi. Después, cómo evitarlo, lo escuché recitado por varios tíos universitarios que pensaron --y piensan-- que el poema Táctica y estrategia es la quintaescencia del amor comprometido y real. La aparición de éste en el filme El lado oscuro del corazón ha contribuido a su leyenda rosa. También conocí otro de sus escritos que decía algo como que en la calle, codo a codo, somos mucho más que dos, el cual algún listillo parodió durante la huelga de la Universidad como en la calle, codo a codo, somos muchos más que El Mosh (el alias de uno de los dirigentes ultras del movimiento).

Paradojas del destino, alguna vez fui a Bellas Artes a escucharlo (no pudimos entrar) por un recital que dio de manera masiva. Era la época en la que también Sabines llenaba los recintos del Centro Cultural Universitario con entusiastas de la poesía. Como afirman las abuelas, lo que no puedes ver, en tu casa lo has de tener. En fin.

Esa tarde la fila de personas deseosas por verlo e ingresar era impresionante. Daba la vuelta a todo el Palacio. Para calmar los ánimos las autoridades de Bellas Artes pusieron pantallas y altavoces en el vestíbulo y en la explanada. Yo y mi acompañante quedamos varados a unos pasos de la entrada. Desde ahí escuché todo el arsenal de cosas que tenía por decir el señor. En las caras de los asistentes había de todo, pero digamos que se podían resumir en éxtasis y humedad. Las chicas viéndolo como el clásico abuelito buena onda y tierno que dice cosas bonitas y da ánimo. Las señoras otoñales creyendo que nunca es tarde para el amor. Los jóvenes otorgándole el título de guía espiritual y gurú. Los funcionarios culturales como el estandarte de una revolución moral en la que la poesía derrota a la Coca-Cola. Yo como el paso intermedio entre el culebrón de la televisión y la Verdadera Alta Poesía.

Ahora que ha fallecido este uruguayo imagino que algunas forofas llorarán. Como pasó con Cortázar o como sucedió con el propio Sabines. Por eso, al momento de leer la noticia en los diarios en línea, he recordado esa tarde en Bellas Artes, cuando el amor era una de esas cuestiones por las que se suele hacer casi cualquier cosa.