lunes, mayo 11, 2009

El México real

Como me decía mi hermana (que es médico especialista en enfermedades respiratorias), esta epidemia es la única que conozco que empezó por decreto y termina por decreto.

Evidentemente no es así, las mediadas sanitarias -vistas objetivamente- son sensatas y apropiadas, nadie puede estar en desacuerdo con que nos lavemos las manos y desinfectemos nuestro entorno. Una medida, que descrita como linea de acción, me agrada mucho desde el nombre: "distanciamiento social", para mí resulta excelente, resuelve muchos de los malentendidos que he tenido en el pasado cuando me reprochaban no saludar de mano ni de beso y evitar cualquier contacto físico innecesario. ¡Ahora la historia me da la razón!

Sobre lo que sí me queda duda es en la decisión de cerrar comercios y paralizar toda actividad productiva. Encender nuevamente el motor y arrancar a la primera no está resultando tan fácil ni tan barato, los empresarios ya están exigiendo compensaciones y exenciones y algunos gobiernos de los estados de plano han dicho que no es posible regresar a la normalidad y no reanudarán actividades sino hasta una semana después.

Es aquí donde me asaltan algunas dudas, descartando las absurdas versiones que durante todos estos días se han venido difundiendo en diversos medios, sobre todo en internet, como que se trata de un compló, que es una estrategia de los grandes laboratorios, que la gripe la trajo Obama, o que fue una estrategia panista para evitarse las molestas manifestaciones de mayo. Ninguno de estos hechos puede explicar o siquiera justificar el daño a la imágen y a la economía de México.

Pero de una anécdota me surgen ciertas dudas. Un amigo médico del IMSS, me dice que una enfermera del hospital donde trabaja fue declarada enferma de la famosa influenza, pasó por los sufrimientos conocidos y parece ser que ya está recuperada. Una de las medidas que marca el protocolo es que aquellos con los que tuvo contacto cercano deben ser valorados y sometidos a un tratamiento preventivo con algún antiviral. Resulta que las personas cercanas en este caso eran doctores, para cumplir con la norma sanitaria acudieron con su compañero médico infectólogo del mismo hospital, el cual los valoró, revisó e informó que están bien, que sigan trabajando y ya. Los médicos indignados se quejan de que ni siquiera se les hizo un análisis estricto y mucho menos recibieron el tratamiento antiviral, todo se redujo al criterio de la valoración clínica, sobra decir que están decepcionados.

Como decía de esta anécdota, mi cabeza, malpensada como siempre, me lleva a hacer algunos cuestionamientos sobre las políticas aplicadas y la toma de decisiones. Están bien las medidas preventivas, pero digamos sólo como supuesto, si nuestro país no se hubiera paralizado, siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, tal vez habría más casos, aplicando cierta lógica. En su momento ¿se habrá valorado la pérdida económica que ahora afrontamos como país, frente a la imposibilidad de crear infraestructura para atender a un universo de pacientes si se amontonarían en los hospitales sin esperanza de recibir un servicio médico?

Veo el escándalo de la epidemia en el sur de la frontera, en ciertas regiones subliminado. Y por otro lado veo la parsimonia con la que en América del norte se toman la cosas, si encuentran un caso cierran escuelas en un condado, mandan a los enfermos o sospechosos a un centro médico y se acabó el escándalo. Pero no veo ninguna medida medieval de cerrar comercios y paralizar la actividad económica como sucede en nuestro país.