sábado, mayo 09, 2009

Lo vi publicado en La Vanguardia

Un empresario catalán viaja a México en plena epidemia para conseguir contratos de parquímetros

JOAQUIM IBARZ | México D.F. Corresponsal | 09/05/2009 | Actualizada a las 14:10h | Ciudadanos
No lo dudó ni un momento. Cuando Josep María Rull supo que en México había aparecido un virus desconocido decidió seguir adelante con su viaje a esta capital. Aunque los noticieros insistían en la peligrosidad de la epidemia, consideró que precisamente en aquellos momentos no podía abandonar a sus clientes mexicanos.
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Gripe porcina
Fabricante de parquímetros y maquinaria para estacionamientos, Josep María Rull tiene en América Latina su mejor mercado para vender los productos de Meypar, marca de su empresa. Con el fin de poder competir con las empresas extranjeras que han invadido el mercado español, invirtió tres millones de euros en naves industriales y equipamiento, y otros cuatro millones en investigación y desarrollo. Insiste en que sus productos ganan mercados por ofrecer tecnología de vanguardia.

El viaje a México era importante para cerrar contratos que asegurarían trabajo para su empresa. Por ello tomó el avión de Aeroméxico que desde Barcelona llega en vuelo directo al Distrito Federal. Quería llegar cuanto antes a esta capital, donde su empresa tiene una delegación permanente; al igual que muchos mexicanos que viajaron en la misma aeronave, los días previos al viaje temía que la Unión Europea, atendiendo la petición francesa, decidiera suspender todos los viajes a este país.

"Mis clientes mexicanos —cuenta Rull a 'La Vanguardia'— se sorprendieron cuando, al llegar a esta capital, los llamé para confirmar las citas concertadas. "¿Cómo te has atrevido?", me decían. Más de uno me agradeció que hubiera desafiado el reto de la gripe y compartiera con ellos estos momentos difíciles".

Rull admite que su presencia en México le ha ayudado a firmar varios contratos. "Dar la cara en esta situación me ha abierto puertas. No me han comprado material sólo por haber venido, pro sí ha ayudado. Agradecen el detalle cuando en muchos países tratan a los mexicanos como apestados. Mi familia me respaldó. Mi hija Miriam, de 14 años, me dijo: 'Papa, tienes que seguir adelante para lograr pedidos para la fábrica, más de 80 familias dependen de ti'. Como el mercado europeo es muy difícil para los españoles, he tenido que buscar clientes en toda América Latina, donde nuestros productos son muy apreciados".

El empresario catalán vino a México con cierta prevención, pero sin miedo. Tras firmar contratos con clientes de la capital por un valor de 2.300.000 euros, ahora viajará a Puebla y al estado de Quintana Róo. Sus principales compradores son centros comerciales y operadores de estacionamientos privados.

"El gobierno de Felipe Calderón ha actuado bien. Con las medidas adoptadas se ha logrado confinar la epidemia y se han salvado muchas vidas. Aquí la gente pobre —más del 40% de la población— no tiene acceso al médico ni a las medicinas. Y ahora cualquiera que sufre síntomas de la epidemia es atendido con prontitud".

Rull dice que la capital mexicana es una plaza muy difícil para instalar zona azul. La cultura contra el parquímetro es muy fuerte.

"En las calles de Ciudad de México se instalaron parquímetros individuales, pero fracasaron. Los llamados franeleros —gente que se gana la vida estacionando coches en cualquier parte— los inutilizaban. La gente está acostumbrada al llamado valet parking: al llegar a un local, tú dejas el coche a una persona que se encarga de estacionarlo donde sea. Hace falta crear conciencia sobre las bondades de la zona azul, pero los intentos que se han hecho resultaron fallidos. Los automovilistas están acostumbrados a dejar el coche sobre la acera, en un chaflán, donde les plazca... En una ciudad de más de 20 millones sólo hay cinco estacionamientos subterráneos. Pero no pueden estar siempre de espaldas a la tecnología".