jueves, agosto 20, 2009

El año que vivimos en peligro

Después de haber hecho el infaltable coraje matutino respecto al aparcamiento, de haber realizado varios trámites engorrosos para permanecer en el idioma, de atender algunos requerimientos personales y de hacer mi trabajo como si nada estuviera sucediendo por aquí, procedo a comentar unos puntos que no deseo dejar pasar.

Primero, el caso de una tipa (¿o tipo?) que ganó una carrera en Alemania y que todo el planeta está dudando sobre su sexualidad, es decir que compitió como mujer, pero que parecería más bien hombre, lo que le ha ayudado hipotéticamente a ganar. Observando la foto parecería que se trata de un especimen de esos que pululan sobre la Calzada de Tlalpan en la Ciudad de México (para quienes no sepan, Tlalpan es el equivalente a una costera donde se ofrece el mercado de la carne al mejor postor, con la salvedad que esa misma carne tiene un plus, digamos...). La abuela ha salido en defensa de esa persona (para no entrar en complicaciones de género), afirmando que sí es mujer y que ella misma la crió desde chiquita. En fin. Repito, si miras la foto pensarás que es todo menos fémina. Qué asco.

Segundo, en esa misma competición internacional de atletismo ha emergido con fuerza la figura de U. Bolt, un jamaicano que se dedica a correr como si en ello se le fuese la vida. El tío es un súper dotado de esos que marcan época. Además, su actitud es aquella que uno busca en esa clase de semi-dioses: desenfadada, burlona, carismática. Antes de cruzar la meta voltea a ver a sus oponentes como diciendo a ver putos, gánenme... Si no hiciera esos rifirrafes rompería aún con más fuerza los récords de velocidad del planeta entero. Pongan al que sea, sobre todo a cualquier norteamericano, y lo derrotará. A diferencia de pesaditos como B. Johnson o el andrógino y zombie C. Lewis (¿por qué Lewis me recuerda indefectiblemente a M. Jackson?), U. Bolt va al estadio de fútbol de Kingston, hace la Blanco-señal y camina como si estuviese a punto de salir disparado, todo mientras acumula oros sobre su cuello. U. Bolt, uno de esos seres con los que da gusto haber coincidido en el tiempo y en el espacio.

Tercero, hace unos días falleció el escritor oaxaqueño Macario Matus. Lo leía en El Búho de Excélsior. Alguna vez lo vi directamente en mi bar de confianza en el pueblo poblano, ebrio, claro, después de haber asistido a algún acto cultural por aquellos lares.

Así las cosas por ahora.