viernes, diciembre 05, 2003

Momento difícil.

La banda (operativos natos) ha organizado su reunión semanal a un costado del cuartel general de Los Burócratas del Ritmo. Es la primera ocasión que sucede, regularmente la verbena tiene lugar en el centro de fotocopiado. A lo mejor saben que el DG cruzará pronto por ese lugar y no quieren que los vean a todos ahí apretados y con la boca llena de masa. O bien, quizás ha sido un adelanto de las fiestas decembrinas por venir. El punto es que aquí están con sus tuppers y su tradicional alegría.

En dichos convivios cada uno de ellos trae algún alimento preparado desde sus hogares. Tortitas de papa, picadillo (circus), chicharrón prensado, algún pay y la infaltable cocota de dos litros. No huele mal, por cierto.

Bueno, pero al principio he puesto que se trataba de un momento díficil. ¿Por qué? Porque no he sido invitado directamente al aquelarre. Entonces, la tensión radica en: a) apersonarme y darme un atascón de guisados caseros, o b) hacer lo que estoy haciendo, es decir parapetarme en mi trinchera y aguantarme las ganas de probar las tortitas de papa (chale).

A otros tipos sí los han invitado. ¿Me verán muy serio? ¿No les caeré bien? ¿No alcanzará la comida? ¿No pertenezco a la "banda"? Sólo hasta el final de la comilona una secretaria me ha dicho --más forzada por las circunstancias que por un verdadero impulso-- ****, ¿no quieres un taquito? Y yo, "no, acabo de desayunar, gracias".

Bonita forma de empezar un viernes. El chicharrón prensado me ha llevado a plantearme preguntas netamente filosóficas del quién soy, de dónde vengo y a dónde voy...

Ojalá les dé chorro...