jueves, marzo 11, 2004

La Patria se derrumba. Vemos tristemente como el espectáculo pasa por horario estelar mientras los burócratas las más de las veces seguimos ejerciendo nuestras funciones.

Por lo menos a estos burócrtatas del ritmo nos duele ver como la cochinada, la corrupción, el cochupo, las traiciones, la videojusticia, son el pan de cada día. Afortunada o desafortunadamente para estos humildes burócratas del ritmo no tenemos contacto con los dineros del pueblo, ni con las servicios de seguridad y espionaje.

Qué más quisiéramos estos sus servidores públicos que platicarles acerca de cómo fue montado el operativo para atrapar a Bejarano en la desfachatada encomienda de meterse los billetes hasta en los bolsillos de su chaqueta. (Comentarios aparte, un burócrata que se precie de serlo jamás aceptaría semejante soborno, miren que un buen cheque de un banco extranjero es menos evidente y menos vulgar para embolsarse. Es como la diferencia entre quien trafica con marihuana y con tachas o aceites, el primero es vulgar y sucio, el segundo refinado).

Hubieramos deseado ser el presidente municipal de algun lugar en playas cercanas a Cancún y haber aceptado un soborno para la construcción de hoteles y casinos. No somos ingratos, ese dinero hubiera servido para crrear más obras en beneficio de la población maya, es decir, ese doinero hubiera servido para financiar viajes en busca de más empresarios que invirtieran en nuestra hermosa península yucateca. Pero no fuimos nosotros.

Que más quisiéramos amables conciudadanos que haber urdido el fraude en la Gustavo A. Madero o desviar recursos para finaciar obras a nuestros bolsillos.

Deseamos, ahora ya con bastante tristeza, haber sido nosotros los que apostásemos grandes sumas en Las Vegas, tendríamos bastantes anécdotas que platicar y sobre todo podríamos decirles con la frente en alto: Sí, nos gastamos su dinero pero fue por el bien de la patria, de este modo, al desestresarnos semanalmente, podemos servirles mejor. Sabemos que ese argumento lo hubieran aceptado y nos hubieran perdonado el gastar algo del dinero que pagan sin dudar cada mes ante Hacienda.

Pero no fuimos nosotros queridos lectores. Hemos palidecido ante tales escenas. Oliver Stone o Tarantino hubieran deseado al equipo completo, desde maquillistas, camarografos, editores, técnicos, actores, escenarios. Y nosotros no estuvimos ahí.

Tenemos que aceptar, con profunda tristeza, que somo burócratas de segundo pelo. Pero eso sí, miramos de frente al cielo. Nunca seremos pobres políticos ni políticos pobres. No cargamos sobre nuestras morenas pieles manchas, ni la gente en la calle nos escupe al rostro. Somos y estamos inmaculados, nos han vacunado contra la corrupción. Y a mucha honra señores y señoras.