miércoles, julio 21, 2004

Así es, en efecto...
 
Bueno, pues hoy es el día de las secretarias. Secretaria, secretaria / la que escribe, escucha y calla... Saludos a todas ellas.
 
No he conocido muchas, pero el muestreo que tengo podría darnos una idea amplia del gremio.
 
Recuerdo a Bombón (así le decían sus colegas mujeres). Señora de 40-45 años, aún buen cuerpo y horrible rostro. Su mayor mérito era contestar el teléfono como si fuera una hot-line y tener "hartos" contactos con el mundo de la política priísta. Decía que había vivido un tiempo en Illinois y que tenía una hija por la que estaba luchando en la vida "para sacarla adelante". Fue buena onda, hasta que mi superior jerárquico se fue y, entonces sí, sacó las verdaderas garras de su ser. No tenía amigos, sino intereses (como los gringos, pues). Creo que ahora vive en Tlatelolco.
 
Marce. Rocker y anarco-punketa. Toda una líder en la oficina. Hacía poco (más bien nada), pero al lado de su escritorio siempre había una silla dispuesta para todo aquel que tuviera alguna queja, idea, sugerencia, reclamo, deuda, problema amoroso, duda existencial y demás que requiriera ayuda semi-profesional. Con su gran melena de leona en celo oteaba el horizonte cuando su gran humanidad se acercaba por el norte de la ciudad. Era fascista. A los oaxaqueños les decía pinches indios y a los feos pinches feos. La ocasión en que la ví más enojada fue cuando un Director de Área --oaxaqueño, por cierto-- le preguntó que si estaba embarazada, obviamente, sin estarlo...
 
Orquídea. Sólo la traté en alguno de esos juegos chafas de 14 de febrero del "amigo secreto". Wow. Qué mujer. Alrededor de los 40 años, una de las pocas chicas que sabía vestirse como chica, es decir faldas, tacones súper altos y blusas --digamos-- femeninas (nada que ver con los horrorosos pantalones tipo macho que muchas suelen usar). Orqui. Orqui. Era un deleite verla. Además, tenía clase. Ante su belleza, sabía capotear a las decenas de perros que la acosaban. Tenía hijos, aunque no sé si hijas. Uno de esos ejemplares que deben criogenizarse para salvar la raza humana en el futuro. Un día desapareció y ya no la he vuelto a ver desde entonces. Guardo sus chocolates mentolados para cada Sn. Valentín que venga.
 
Conozco otras secretarias, pero aún están activas. Por si llegan a leer esto, prefiero mejor detener el conteo aquí.
 
¡Felicidades secretarias!
 
 
PS. Aunque los que deben estar más contentos hoy son los dueños de los hoteles de la Costera de Tlalpan, Insurgentes Norte y la salida a Toluca.