viernes, julio 09, 2004

Ambientes paranoicos generan estrés y desconfianza. Los empleados bajan su productividad, gastan energía en cuidarse las espaldas y en quedar bien con el jefe, se vuelven chambistas y, en general, acuden con desánimo a realizar actividades burocráticas cuando lo que se busca es que los servidores públicos desplieguen toda su capacidad inventiva y tengan lealtad a sí mismos y a la institución.

Si convivir con una persona más allá de cuatro horas continuas implica procesos de mimetización de los hábitos, odios y afinidades de alguien hacia el otro, cuando estás expuesto a un superior jerárquico con características poco democráticas, los efectos negativos se van multiplicando en cascada hasta formar un efecto "bola de nieve" que llega hasta los operativos.

Dirigir un país, su Estado y su administración pública no es cualquier cosa, claro, pero, calma, no se lo tomen tan en serio, no están negociando la reforma estructural definitiva ni son los más importantes funcionarios del país.

Mesura, mesura, mesura. Ya lo dijo Max Weber.