viernes, agosto 06, 2004

Perrmiteme, pero perrdoname.

Sin el menor ánimo de polemizar y mucho menos con el ánimo de protagonizar una pelea en lodo para atraer a más lectores, cual programa de televisión abierta. Pero ahora sí que no estoy de acuerdo con la conclusión de nuestro burócrata número 1 en el anterior post. E insisto, no quiero que parezca una plática de cantina.

Como dice el dicho, no tiene la culpa el indio sino quien ve sus películas. El tal Luis Ramírez, que no es sino el ejemplo de una mala decisión, sólo refleja la ignorancia y el poco cuidadado de los organizadores de tal evento y los responsables (la empresa organizadora, el equipo de las gallinas y la propia telerrisa) deberían ser sancionados o por lo menos amonestados. Ya me imagino a los tomadores de decisiones: -Oye ca`vamos a poner a un paisano cantando el himno pa jalar a la raza de aquí y de allá; -Ok we`pero pus como quien; -A ver Rosita ¿se acuerda de su compadre? llámele y dígale que si quiere venir a cantar el himno a un partido aquí en Huston.

Hay cientos de organizaciones de mexicanos en Estados Unidos, por no mencionar a los centros comunitarios y organismos gubernamentales que se ocupan del tema de los derechos civiles de las minorias como son los hispanos y los migrantes ilegales. Muchos de ellos se enfrentan diariamente a la visón que de ellos tiene nuestro burócrata comentarista. Lamentablemente a los migrantes se les niega cualquier derecho allá y acá. En Estados Unidos son considerados un mal necesario y en nuestro país les decimos: bueno te quisiste ir ahora arréglatelas solo. Pero ese fenómeno no es exclusivo de nuestros paisanos, en la misma situación se encuentran los migrantes turcos, tunecinos, chinos, filipinos, etc. Este fenómeno mundial dió origen a la Convención Internacional sobre la Protección de los Derechos de todos los Trabajadores Migratorios y de sus Familiares, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el dieciocho de diciembre de mil novecientos noventa.

Efectivamente el problema que se plantea del voto en el extranjero es debatible y encontramos posiciones irreconciliables con argumentos solidos tanto de quienes se oponen como de quienes promueven ese ejercicio ciudadano. Para no aburrir, yo sólo propondría tomar algunas de las experiencias de otros países, por ejemplo para abaratar los costos sería recomendable considerar el voto postal, como lo hacen España y el propio Estados Unidos. Y por lo que corresponde a la preocupación del mantenimiento de los vínculos, por ejemplo, Canadá establece en su legislación que el ciudadano en el extranjero tenga menos de 5 años fuera de Canadá y que manifieste el propósito de volver a residir en el país.

En fin, la problemática es bastante compleja y se necesitará el apoyo, en nuestro caso de los gobiernos de ambos países, empezando por reconocer el fenómeno social que estamos viviendo en la frontera compartida, pero sobre todo es necesario abrir nuestros criterios.