viernes, diciembre 03, 2004

Ayer, un partido trepidante en el Olímpico Universitario. Pumas 4, Atlas 3. Tenía cierto temor de ir y ver que los Pumas perdieran, tal y como sucedió durante casi toda la década de 1990. En aquellos años, estudiante de ciencias políticas y administración pública en el campus Acatlán, asistía con mayor frecuencia al estadio para alentar al Orgullo Azul y Oro. Una y otra y otra y otra vez vi cómo caían los universitarios ante adversarios odiados como el América o el Necaxa. Creo que a muchos nos sucedió: varias veces llegamos a la última frontera y ahí, precisamente ahí, terminaba todo el periplo. De hecho, la última vez que había asistido al estadio fue en el Pumas vs. Toluca de cuartos de final del Apertura 2003. Derrota dos por cero frente a los del Establo de México. Así que ayer, con cierto temor de salar --como siempre-- a los Pumas, me apoltroné en la planta alta del estadio junto a la Rebel.

El resultado es ventaja. Sí, mínima, pero al fin y al cabo, ventaja. Al igual que Hugo, hubiese preferido irnos con dos o tres a favor nuestro. Sin embargo, las malditas zorras se defendieron bien y aprovecharon la marcación de un inexistente penal para emparejarnos. Afortunadamente, el uruguayo Alonso respondió a la hora buena y ahora vamos por la victoria o el empate a Guadalajara para estar por segunda ocasión en este año en la final.

El ambiente en las tribunas fue sencillamente sensacional. La hinchada auriazul es la mejor del país. No sé de dónde han sacado eso de que la de Monterrey es la más fiel y la de más aguante. Pamplinas. Son los más villamelones, en mi opinión. ¿Por qué? Porque su historia es otra más de enormes gastos y cero resultados (como las gallinas amarillas, por ejemplo), y los tipos están en sus estadios cada semana, sin exigirle demasiado a sus mediocrazos cuadros. Ahora los tales "rayados" están a un paso de la final, pero en su recuento hay muchísimos más fracasos que aciertos.

En fin. Esperaremos al domingo para concluir una hazaña más de la Estirpe Azul y Oro.

¡AgUaNtE PuMaS!