viernes, enero 20, 2006

Faltan 37 días

La tradición de los viernes: la columna El Valle de los Caídos antes que en ningún otro lado.


La silla del águila

La editorial española Alfaguara ha anunciado hace unos días la reedición de la novela La Silla del Águila de Carlos Fuentes. De acuerdo con un comunicado emitido por la compañía, esta obra es muy útil para comprender la situación política actual en México, en especial en la víspera de las presidenciales de julio. El libro, editado originalmente en 2003, intentó reflejar en un tono futurista las pugnas y golpeteos propios de la lucha por el poder que se viven en el país. Tres años después se ha considerado como una obra clave para entender qué es lo que podremos ver en los próximos meses de campaña electoral y comicios.

¿De qué trata este libro? Fuentes ubica la historia en el año 2024, es decir realiza un ejercicio de proyección política sobre el destino del país. Como cualquier intento de esta naturaleza, sólo el tiempo podrá corroborar o desechar lo que imaginó desde la perspectiva actual. Sin embargo, para esta reedición ya es posible realizar una primera evaluación sobre los aciertos y errores de sus consideraciones.

El autor establece que en el año en que ubica la historia, en México ya será posible la reelección consecutiva. Por supuesto, esto sólo se aplicará para los legisladores federales, por lo que el mito de la no reelección de los ejecutivos –tanto federal, estatales y municipales—seguirá intacto. Este hecho puede considerarse un acierto de la novela porque, tarde o temprano, se romperá la restricción que desde 1934 impide realizar esta práctica arraigada en las democracias antiguas. En el país aún existe el temor –por cierto, fundado en la realidad—de que esto permitirá a personajes y grupos enquistarse en el poder de manera indefinida. El punto radica en que esta restricción también ha limitado la posibilidad de llevar a cabo planes y proyectos más allá del término de los mandatos constitucionales vigentes.

Asimismo, Fuentes establece que la pérdida de autoridad mostrada durante la administración 2000-2006 permitirá la emergencia de poderes subnacionales con autonomía y decisión política más allá de sus facultades legales. Este hecho también es verificable ya que, aún sin haber terminado el gobierno de Vicente Fox, su impericia política ha permitido la emergencia de poderes regionales que han desafiado a la autoridad federal. Una descentralización mal entendida ha dado lugar a la creación de zonas de exclusión en donde siguen campeando prácticas previas a la democracia en los gobiernos estatales y locales mexicanos.

Por otra parte, es notable el señalamiento respecto a la parálisis legislativa que se expone dentro de la novela. En La Silla del Águila se describe un Congreso dividido y carente de consensos debido al número de diputados y senadores provenientes de distintas fuerzas políticas. Esto impide un verdadero debate parlamentario, supeditándolo al logro de acuerdos “en lo oscurito”. Este fenómeno se acrecienta por la supuesta atomización de los partidos políticos nacionales de la época. Fuentes augura una disgregación de los tres grandes partidos: el PAN se dividiría en el ala ultrarreaccionaria y clerical, el centro-democristianismo y la izquierda panista, el PRI se escindiría en ocho pequeños partidos, mientras que el PRD daría lugar a socialdemócratas, neocardenistas, marxistas, trotskistas e indigenistas. A pesar de que este hecho aún no se materializa, el riesgo de que suceda siempre está vigente.

En contraste, la novela también augura algunas situaciones que, desde la perspectiva actual, es difícil que se cumplan. Entre ellas destaca la pérdida del PRD en los comicios de 2006. Para Fuentes, la elección de ese año sería ganada por el “PRI restaurado”. Aunque todo puede pasar en política, sobre todo en la mexicana, hasta hoy, finales de enero de 2006, este hecho es poco probable. No sólo por lo que señalan las encuestas, sino porque el PRI no ha alcanzado la categoría de “restaurado”. El principal enemigo del PRI actual es el PRI mismo. Además, el autor no ha considerado un factor que se ha repetido sistemáticamente en países en transición, sobre todo de Europa oriental: luego de un periodo de gobierno encabezado por la derecha, los electores suelen inclinarse hacia lo opuesto, es decir hacia la izquierda. Este es, quizás, el riesgo más notable de la novela: no haber considerado a la izquierda mexicana –personificada por el PRD—como una opción real de poder.

Al final de la lectura de La Silla del Águila permanece la sensación de que el objetivo de la novela ha sido realizar una crítica a la administración de Vicente Fox, el autonombrado “gobierno del cambio”, en el cual muchos mexicanos cifraron sus esperanzas de erradicar los usos y costumbres del antiguo régimen. El paralelismo entre ciertos personajes literarios y reales es notable y avala lo anterior. Así, el ex presidente de ficción César León puede ser vinculado con el ex presidente Carlos Salinas, el prisionero de la “Máscara del Nopal” (Moctezuma Moro) con el candidato priísta asesinado en 1994 Luis Donaldo Colosio, el secretario de Gobernación de 2024 Bernal Herrera con el ex secretario Santiago Creel, y al propio presidente Fox con el inerte Lorenzo Terán.

Sin embargo, un aspecto sí debe destacarse de la obra: Fuentes describe con crudeza las intrigas palaciegas que, desde siempre, han existido al interior del poder. Los grupúsculos, las camarillas y la grilla reflejada en el libro seguirán ahí, sin cambios, quizás como una forma de recordarnos que lo único que no se modifica a pesar del paso del tiempo es la propia naturaleza de los hombres.