domingo, enero 08, 2006

Chicos de hoy, tururú, tururú...

Estoy en un café Internet de la que aún es mi colonia, Villa de Cortés. El negocio lo atiende una adolescente de... digamos, 16 o 17 años. Ha llegado una de sus amigas --supongo-- y le está contando su aventura a bordo del Corolla de su madre (dice que es un Toyota). En resumen, andaban por Santa Fe y le pegaron al coche. Dice, y habremos de creerle, que todo se debió a que el pavimento "estaba nevado". Ah, los antiguos basureros de la ciudad son como Aspen Región 4. Bueno, el asunto es que sigue hable y hable, cuente y cuente, con ese tono que ha impuesto Mia Colluci (o como se escriba) en la juventud cotorrona del país. Weeey, es que nooo, horrible, no manches, weeey, yo dije, o sea, nos matamos weeeey, como que sentí que ya no íbamos a echar desmadreeee. Lo bueno es que mi mamá si dijo, weeey, bueno, ya no se preocupen... no se enojó, pero si nos dijo, yaaaaa, ¿no? Además, no tenía dinero para pagar el golpeee. Maldita la hora... (la dueña de un Corolla no trae 200 pesos en el bolsillo, ¡plop!).

He oído ese acento (si es que se le puede llamar acento) por doquier: desde la chica morena-de-fuego-rasgos-del-jaguar, hasta las pretenciosas niñatas de la clase media capitalina. Uff. ¿Habremos sonado así yo y mis contemporáneos? Al menos recuerdo que en mi generación todas las chicas querían ser como Kelly Taylor y algunos weyes como Brandon Walsh, pero ahora... ¿el ideal es ser estudiante de la Elite Way School?

Aunque me resisto, usaré una frase de la Monsi para ilustrar lo anterior: o ya no entiendo lo que está pasando, o ya pasó lo que estaba entendiendo.

En fin.