viernes, enero 13, 2006

Dos historias de enero

Han pasado muchas cosas por estos días, tanto laborales como de la mudanza, pero ya habrá tiempo de contarlas a detalle. Por lo pronto, aquí les dejo en primicia mi texto de mañana en The Sierra Guardian.

Aguante la burocracia.


Dos historias de enero

La secretaria

En la región conocemos a la señora Ana Teresa Aranda porque ha venido en algunas ocasiones a realizar proselitismo político. Parada en medio de la plaza del Ayuntamiento de *********, la ex candidata del PAN a la gubernatura y al Senado por el estado de Puebla arengaba a la población a votar por ella como un medio para acabar con el cacicazgo priísta, el cual, en aquellos años, estaba representado por uno de los villanos políticos favoritos, el actual senador del PRI Manuel Bartlett. En ambos casos falló, pero su incursión en la administración pública tuvo lugar unos años después cuando su partido obtuvo la victoria en las presidenciales del año 2000. A partir de entonces, Ana Tere –como suelen llamarla—fue nombrada directora del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) y, luego de la renuncia de Josefina Vázquez, fue designada titular de la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL).

El nombramiento ha generado varias reacciones. La más célebre –por su infortunio—ha sido la respuesta que Aranda ha dado a los medios respecto al muy cuestionable y endeble perfil académico que posee. Como se sabe, la trayectoria en las aulas de la nueva secretaria se sintetiza a “estudió el bachillerato en Humanidades en el Instituto Oriente de Puebla, y ha recibido diversos diplomados”, tal y como lo informa la propia página de Presidencia de la República. Lo anterior provocó que los subsecretarios Rodolfo Tuirán y Miguel Székely, ambos con estudios de doctorado, no decidieran subordinarse a alguien que no ha concluido el nivel medio superior.

La señora Aranda trató de modificar el asunto a su favor argumentando que "muchos critican que por qué si Ana Tere es secretaria, cómo llega a SEDESOL, pero es por eso, porque estudié para secretaria llego a Secretaria". Más allá de la supuesta mordacidad e inventiva de la respuesta, que no hace sino rendir un homenaje más al humor involuntario, el mensaje que se envía con este hecho a la población es grave: en este país no es relevante el esfuerzo para obtener grados académicos como un medio para acceder a los altos cargos del sector público.

Es posible que los posgrados no hagan mejor a una persona en la cotidianidad. De hecho, una de las sentencias más recurridas dentro de los ambientes universitarios es la que afirma que los doctorados no quitan lo tonto (por decir algo sutil). Podemos encontrar doctores en economía que son timados con el cambio por el tendero de la esquina. Sin embargo, dentro de la Administración Pública –en cualquiera de sus ámbitos— este aspecto sí es muy importante. La función pública es una actividad en extremo relevante –y honrosa—como para ser laxos respecto al perfil que deben ocupar las autoridades de este país. Por el mismo hecho de que nos compete a todos, es deseable que los funcionarios tengan, al menos, una preparación mínima que los ayude a mejorar su toma de decisiones. Recordemos los casos del “doctor” Fausto Alzati, o bien, del propio presidente Vicente Fox, quien realizó su examen de licenciatura a unos meses de tomar posesión en el cargo.

Llama la atención el hecho de que el PAN no haya optado por otra persona para ocupar la cartera vacante. El relevo natural apuntaba hacia cualquiera de los subsecretarios. Esto no ha sido así, desafortunadamente. Una de las conclusiones de lo anterior es que, o bien el PAN no tiene los suficientes cuadros políticos para conducir un proyecto de nación, o simple y sencillamente se ha tratado de una mala decisión que ni siquiera se pueda adjudicar al Ejecutivo Federal. En ambos casos los perjudicados somos los ciudadanos.

El similar

El Partido Alternativa Socialdemócrata y Campesina es la última versión de lo que se ha empeñado un grupo de gente en presentar como la opción socialdemócrata en México. Primero fue el Partido Democracia Social, luego México Posible y ahora Alternativa. En todos los casos esta agrupación ha intentado ser la otra variante de la izquierda mexicana, la que aglutinaría a todos aquellos que ven en el PRD a un partido reproductor de los viejos vicios del PRI.

Sin duda, sus dirigentes conocen el negocio. Han montado una cuidadosa agenda de temas que otros partidos no tocan tradicionalmente por el temor a perder votos, por ejemplo, la eutanasia, el aborto, la legalización de las drogas suaves y los derechos de los grupos homosexuales. Asimismo, su publicidad e imagen están más cerca de sus contrapartes europeas en un afán de demostrar que la izquierda no tiene por qué relacionarse con los morrales y la trova. Sin embargo, en algo han fallado: ninguna de sus versiones anteriores ha logrado el dos por ciento necesario para retener el registro ante el IFE. En voz de Juan Molinar, en este partido están “las mismas ideas políticamente correctas, la misma colección de vanidades lastimadas, los mismos egos ninguneados, la misma cantinela de que los partidos tradicionales están agotados, aunque los electores insistan en votar, una y otra vez, por esos presuntamente agotados” (El Universal, octubre 26, 2005).

El experimento más reciente de esta serie había arrojado a Patricia Mercado, una de las líderes históricas de este movimiento, como su candidata a las presidenciales del próximo año. A pesar de algunas rebeliones internas, sobre todo del ala campesina, esta luchadora social había registrado ante el IFE su candidatura de manera oficial hace unos días. Sin embargo, el jueves 12 de enero su postulación se ha tambaleado. Durante una sesión plena extraordinaria, el Consejo Político Federado de este partido determinó sustituirla por el señor Víctor González Torres, quien es más conocido por el nombre de la botarga que utiliza para promocionar sus negocios farmacéuticos: el “Dr. Simi”.

Aunque esto aún no ha sido ratificado ante el IFE, llama la atención por el sólo hecho de que el partido de las ideas, de las nuevas actitudes, de la alternativa socialdemócrata y campesina, intente dar un golpe de timón de esta índole. En especial porque, en aras de alcanzar de una vez por todas ese oscuro objeto del deseo que es el dos por ciento de la votación nacional, ejerza un pragmatismo extremo y llame a encabezarlos a un personaje como González Torres.

De confirmarse lo anterior estaremos ante la metamorfosis de la otra alternativa de la izquierda mexicana en una izquierda similar: quizás la misma, pero más barata.