martes, febrero 14, 2006

Ahora que los posts están de a peso, vamos a saturar de más y más cosas para que no digan que no actualizamos este espacio blogopostburocrático...

i.

El domingo apareció en la revista Día Siete de El Universal una entrevista a Fangoria. Entre las varias cosas interesantes que dijeron Olvido Gara y Nacho Canut destaca la siguiente:

Nacho: Estaba viendo en la tele en VH1 a uno que se llama Juanes, que cantaba: "Te quiero con el alma y con el corazón"; y yo pensaba: "pero cómo se puede ser tan mediocre para componer esa letra, ¡coño! ¿No lo habrán dicho ya cinco millones de personas?". Pues él lo repite con una guitarra y ante 200 mil personas aplaudiéndole con las manos en alto. Vamos, que tiene que haber de todo. (Día Siete, en El Universal, febrero 12, 2006).

Con todo, Alaska se ve bien buena todavía.

ii.

Ahora que todos andan como locos con U2, con lo cual se ha opacado un pelín la euforia por los verdaderamente importantes Rolling Stones, vale la pena recurrir a Keith Richards, El Grande, quien opina sobre el líder de los irlandeses. Venga.

"Me llevo bien con él (es decir, con Bono), no lo veo muy seguido, pero en el curso de los años nos hemos topado en diversas ocasiones. Yo siempre me he sentido un poco desconfiado con sus cuestiones políticas, es como la iglesia y el Estado, hay que mantener a la política y la música separadas".

"Son causas muy buenas y todo eso, pero no te puedes enredar... Es decir, la música tiene que ser libre, no puede atarse a una agenda; si la música no es libre y pura, no hay nada, ¿sabes? Por eso es que yo no voy tanto con esas cosas de Bono o Bob Geldof, o cualquier otro que se enreda en eso. Sean libres". (Reforma, enero 23, 2006).

iii.

Antes, el sábado 11, un tipo que firma sus textos como "Baxter" también dio su opinión sobre el acrecentado y exacerbado activismo político de Bono. Algo que bien pudo haber sido repartido a todos los que acamparon (o que están ahora mismo en la explanada del Azteca) en forma de boletín o nota informativa.

Los acordes de "One" visitan noche tras noche, cual fantasma de Dickens, los cuerpos dormidos de los malévolos y los injustos, recordándoles que existe hambre en el mundo, que hay niños que no tienen acceso a la educación, que existen abusos innombrables a las mujeres en todo el mundo. El discurso se maneja a través de un guitarrista misterioso, una gris dupla bajista-baterista y al frente un vocalista que vocifera un seudomanifiesto bajo en calorías llamando a la conciencia colectiva. Uno, dos, tres, catorce. la insignia dejó de ser desde hace décadas la música para convertirse en parafernalia, en un fenómeno cultural visto a través de gafas Armani.

El miércoles pasado, durante la entrega de los Grammy (la gran prostituta de la industria estadounidense del disco) frente a un auditorio sin conductor, Sir Paul bromeaba sobre su "debut" ante dicho festín. En medio de Erasmos Catarinos región 1 y la alarmante noticia de que Shakira es rock alternativo en español, más de uno confirmó que U2 es pieza medular para la putrefacta industria del consumo estadounidense.

U2, los reyes del 2005, más frescos que nunca... Bono, hombre del año (junto con la familia Gates) para la revista Time. Demasiada proyección de distintos focos para cuatro irlandeses cuyo último greatest hit se quedó en la sombra del árbol de Joshua.

¿De donde viene entonces la fiebre por U2? Negocio redondo, fórmula asegurada: Altruismo>Fama>Ventas multimillonarias. Siguiendo con el eslabón obvio, las acciones madreteresianas de Paul Hewson, alias Bono, apuntarían a donativos millonarios a países del tercer mundo.

Contradicción. Los donativos se reducen a reuniones jetseteras con empresarios y presidentes avaros, porque "si les damos el dinero no combatimos el problema de raíz".

Regresemos a la semana pasada: cinco gramófonos dorados le recompensaron a Bono sus altruistas reuniones de piquete de ombligo con los líderes del mundo acomodado. Cinco estatuillas bañadas en metal precioso, incluyendo Disco y Canción del Año, reconociendo una trayectoria activa de la banda irlandesa, siempre caracterizada por la bandera de protesta y el compromiso social. Esos cinco gramófonos que gratifican cínicamente -entre muchos otros logros- la voracidad del consumo ilimitado de productos culturales y el marketing a prueba de balas del esquema estadounidense.

A estas alturas, ¿quién puede hacer una notada diferencia entre la coronación de Kelly Clarkson en American idol y el sombrerito vaquero de The Edge? Mercadeo puro, alimento delicioso para el sistema que apoya por principios la desigualdad social.

El colmo. Bono nominado para Nobel de la Paz. Tal vez es mi disparatada imaginación, pero vislumbro una oscura oficina repleta de ejecutivos bien trajeados fraguando con planos exactos y cálculos matemáticos la mejor manera de vender la imagen de un grupo acabado y sobrevaluado. La estrategia funcionó y sigue funcionando. Giras multinacionales con precios exorbitantes en las entradas, reproductores digitales de música con motivos rojos y negros, edición especial desmantelabombas, ropa, litografías, usted menciónelo y existe.

La moda es participar combatiendo la decadencia mundial. Britney dona miles de dólares a instituciones de beneficencia, J.Lo participa activamente en labores sociales, Bono platica con los líderes del G-8.

¿Y cuando esa tendencia pase y deje de ser vigente y vendible? Probablemente veremos a los 4 fantásticos de Dublín disfrazados de payasos. y seguramente seguirán ganando varios premios Grammy. (El Universal, febrero 11, 2006).


iv.

Hoy es el llamado "día del amor". Rosas, color rojo, osotes, paletas y chocolates inundan el ambiente. Al menos aquí en la oficina no ha habido ningún llamado "oficial" a departir por esta celebración. En la radio las canciones melosas atascan las señales. La Costera de Tlalpan estará a reventar, si no es que ya comenzó el festival de acrobacias sexuales dentro de sus habitaciones. Los restaurantes y las cantinas deberán tener agendas llenas para recibir a todos los empleados de las oficinas públicas y privadas que deseen darle alegría a sus cuerpos. En una sola expresión, qué weba.