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Entre Kirguistán y Haití... ¡nosotros!
En el caso de la relación de México con Estados Unidos, la mejor política externa es una buena política interna, y ésa es la que está en problemas
Lorenzo Meyer
Símbolos
"El incidente Sheraton" (16 funcionarios cubanos corridos el 3 de febrero de un hotel en México que es propiedad de una empresa estadounidense como resultado de una exigencia del Departamento del Tesoro, que aplicó en nuestro país una ley norteamericana de 1992 que prohíbe "negociar con el enemigo") simplemente pone de manifiesto el difícil problema de mantener la soberanía en la relación con un vecino que es el país más poderoso del planeta.
La lista de Washington
México, cuyo gasto militar equivale apenas al 0.089 por ciento del de su vecino del norte, simplemente no puede hacer la defensa de su soberanía por medios convencionales. Desde hace mucho, la casi única defensa de México en este campo consiste en mantener su casa en orden y evitar así que Washington, por motivos de seguridad, se interese e intervenga en sus asuntos. En México, la mejor política externa es una buena política interna. Este principio toral de nuestra relación con la gran potencia del norte es difícil de llevar a la práctica hoy, cuando hay una economía sin dinamismo que favorece la migración sin control a Estados Unidos o fallas en la seguridad interna, donde una gran dosis de corrupción ha terminado por facilitar el crecimiento del narcotráfico, crear problemas de ingobernabilidad y, por tanto, puntos de vulnerabilidad ante Estados Unidos.
Una de las situaciones que menos conviene al interés nacional de cualquier país y en cualquier época es ser definido como un problema para la seguridad de la potencia dominante. Un ejemplo clásico es Cartago. Roma decidió que su existencia era un peligro para su seguridad y en el año 146 a.C., tras las guerras púnicas, sólo quedaron los cimientos de una otrora magnífica ciudad. El destino cartaginés es un caso extremo, pero nunca es conveniente estar en la lista de los países-problema de una potencia, menos en los de una superpotencia vecina y dada a acciones unilaterales. Sin embargo, México se ha vuelto a colocar en esa incómoda situación y ahora la tarea es sacarlo de ahí.
México se encuentra en la lista norteamericana de países-problema, como se puede comprobar en las minutas de la audiencia pública anual sobre amenazas a la seguridad norteamericana, del Comité Selecto del Senado para Asuntos de Inteligencia y que tuvo lugar el 2 de febrero en Washington. Afortunadamente, en esa lista hay muchos otros asuntos que, de seguro, van a mantener ocupadas la atención y energía de Washington por años. Sin embargo, las autoridades mexicanas deberían sentirse obligadas a tomar las providencias para que nuestro país no vuelva a aparecer cuando el Director Nacional de Inteligencia de Estados Unidos (DNI) presente a su Congreso las cuestiones mundiales de seguridad. Obviamente la tarea no es fácil, y remover a México del inventario del DNI va a requerir un esfuerzo mayúsculo y, sobre todo, mucha voluntad política.
Negroponte, un viejo conocido
Entre los comparecientes a la audiencia en cuestión -todos miembros de la comunidad de inteligencia del gobierno norteamericano: CIA, FBI, NIA, Defensa, Departamento de Seguridad Interna y Departamento de Estado- el lugar más destacado le correspondió a John D. Negroponte, un viejo lobo de mar en la teoría y práctica de la materia y que actualmente es el máximo encargado de los asuntos de inteligencia de Estados Unidos. Él es un DNI que nos conoce de primera mano, pues fue el embajador de su país en México entre 1989 y 1993.
Obviamente, el grueso de las extensas consideraciones que hizo el embajador Negroponte en torno a las amenazas externas a la seguridad de Estados Unidos y las acciones que se han llevado o deben o pueden desarrollarse en este campo, se centraron en la situación en Iraq y Afganistán, los dos estados donde el ejército norteamericano se enfrenta a sus adversarios en el terreno, en los países que abiertamente desafían a la superpotencia -Irán, Corea del Norte, Cuba- o que pueden tomar acciones o desarrollar políticas que directa o indirectamente resulten negativas para Estados Unidos -China, Rusia o Pakistán, entre otros-, las acciones y el combate a los grupos terroristas y sus redes -lo que permitió a los críticos de George W. Bush abordar el tema del espionaje y contraespionaje que se lleva a cabo dentro de los propios Estados Unidos-, las comunidades hostiles (enajenadas fue la definición del embajador), los líderes carismáticos con actitudes contrarias a las políticas norteamericanas -Hugo Chávez, por ejemplo-, la gripe aviar (una amenaza microbiana) y, desde luego, el narcotráfico y los narcotraficantes. Y es en este último punto y en el de los movimientos de las células terroristas, donde inevitablemente apareció México en el radar de las preocupaciones del encargado de la seguridad norteamericana.
La frontera porosa
Según las minutas, a Estados Unidos le preocupa más Canadá que México como posible puerta de ingreso de terroristas islámicos a su territorio, pero no se descartó que lo hagan por México (la frontera entre ambos países registra un promedio anual de 300 millones de cruces a los que hay que añadir el paso de los indocumentados). En este tema intervinieron no sólo Negroponte sino Charles Allen, del Departamento de Seguridad Interna. Desde esta perspectiva, una frontera que deje de ser porosa es un imperativo de seguridad. Así pues, la construcción de cualquier tipo de muro, que ayude a la separación física de Estados Unidos y su socio sureño en el TLC, está política y moralmente justificada.
Narcotráfico
El cúmulo de problemas de seguridad detectados por el DNI es tal que, afortunadamente, el narcotráfico y América Latina ocuparon poco espacio en la lista de problemas. Sin embargo, vale la pena notar lo que se dijo al respecto. Las áreas peligrosas para Estados Unidos en el mapa trazado por Negroponte fueron, primero, Afganistán, Kirguistán y Birmania (Mianmar) pero luego, "más cerca de casa", Haití, Jamaica y México. En nuestro caso se ofrecieron cifras: el 90 por ciento de la cocaína que entra a Estados Unidos lo hace por "el corredor Centro América-México", toda la heroína que se produce en México es para consumo norteamericano y México es también el principal proveedor externo de marihuana y metanfetaminas.
El juicio sobre el Estado mexicano
Al abordar el tema del narcotráfico Negroponte hizo un breve e indirecto pero contundente juicio sobre la situación del Estado mexicano. Primero se refirió a la posibilidad de que los narcotraficantes, en general, consoliden acuerdos con los enemigos de Estados Unidos y, segundo, que el gran poder corruptor de las mafias de narcotraficantes afecte a estados nacionales que ya son inefectivos y en los que no se puede confiar pero, a la vez, resultan importantes para Estados Unidos. Fue en este contexto donde se mencionó a seis países y entre los que aparece el vecino del sur: México.
Y es en este contexto donde encajan las notas y declaraciones que ha hecho en los últimos tiempos el embajador de Estados Unidos, Antonio O. Garza. La escalada de violencia motivada por las luchas internas de los carteles de la droga ha alcanzado un nivel tal que el embajador pudo justificar el cierre temporal de un consulado en la frontera y el envío a fines de enero de unas notas diplomáticas señalando que México debe adoptar medidas para poner fin al clima de violencia en el lado mexicano de la frontera -particularmente en Nuevo Laredo- y a los ataques directos a la Patrulla Fronteriza provenientes de este lado.
Colofón
Para terminar la lista de problemas y vulnerabilidades, Negroponte mencionó ante el comité de su Congreso que Estados Unidos está siguiendo de cerca el proceso electoral mexicano, pues ningún otro de los 10 que tendrán lugar en América Latina "es más importante [que el mexicano] para los intereses de Estados Unidos". El que el DNI no fuera más específico al respecto abre la pregunta: ¿Por qué tiene Washington particular interés en nuestras elecciones, que son el proceso político interno y soberano por antonomasia?, ¿porque Andrés Manuel López Obrador lleva la delantera? ¿Piensan hacer algo al respecto?
La naturaleza relativa de nuestra soberanía es hoy muy evidente. La responsabilidad de que así sea la tienen la geografía, la historia y una clase política que no ha querido o no ha podido mantener en orden la situación interna y por eso hoy México tiene abierto un flanco por el que Washington hace señalamientos y lanza advertencias. Por lo que resta de este gobierno ya es poco lo que se puede hacer, la mayor responsabilidad es del siguiente, y es una responsabilidad enorme, pues está en juego la naturaleza de nuestra soberanía.
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