Faltan 9 días
Pues no sé, pero el ambiente está caliente. Digo, desde el martes 14 de febrero, el día del amor, hemos estado escuchando de manera insistente en los medios de comunicación las grabaciones entregadas originalmente a La Jornada. Imagino que cada ocasión que esto sucede algunos experimentamos lo mismo: un sentimiento mezclado de rabia e incertidumbre. Sí, ya sé que suena a cliché, pero, ¿acaso no es cierto?
Por un lado, rabia porque es una muestra más de que algo está podrido no sólo en Dinamarca, sino en Puebla, en Atitalaquia, en Juchitán, en Nuevo Laredo, en Tláhuac, en el Sheraton, en... México. Si eso le hicieron a un personaje más o menos conocido como Cacho, ¿qué no le podrá suceder a cualquier ciudadano de a pie? Si este audioescándalo se ha presentado como un eslabón más de la cadena de ventilaciones privadas multimedia reciente (que incluyó a la inagotable Videoteca Ahumada, por ejemplo), ¿cuántas conversaciones similares no se habrán presentado a lo largo de la historia contemporánea del país?
Por el otro, incertidumbre porque la cuestión se está saliendo de control. Es decir, ver un espectáculo como el que protagonizaron el día de ayer Chuayfett y Yunes, diputado federal y subsecretario de Seguridad Pública Federal, respectivamente, en el que uno le dice al otro que es pederasta y el otro le responde que es desviado, bueno, pues lo de menos es como sacarse de onda. ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Agarrarse a plomazos como a la vieja usanza?
Escribo esto y recuerdo una plática a la que asistí hace ya varios años en la que, supuestamente, algunos avezados en política nos iban a tirar netas sobre esta actividad a algunos jovenzuelos "inquietos". Bueno, pues tengo bien presente lo que uno de ellos dijo sobre lo que, a su juicio, significa meterse en política: "tragar mierda sin hacer gestos". Temblad Maquiavelo, Duverger, Schmitt y otros por el estilo. Más de tres siglos de filosofía política resumida en una frase de cinco palabras: tragar-mierda-sin-hacer-gestos.
Bueno, el asunto es que con todo lo que ha pasado en estos días no sólo se comprueba la veracidad --en parte-- de lo anterior, sino que se complementa al notarse que no sólo se deben comer las heces sin mover ningún músculo facial, sino que también se debe ser bastante ducho para jugar con ella, para manipularla, para lanzarla a los demás y, sobre todo, para esquivarla. Una versión revisitada del viejo adagio que afirma que lo verdaderamente importante es cruzar por el pantano y dejarlo peor que como estaba.
He llegado de comer y he abierto el diario en línea. Digo esto porque he visto una declaración que se relaciona con lo anterior y que nos advierte lo que podría venir más adelante. En conferencia de prensa el Ejecutivo poblano ha afirmado que "Puebla es la botana, el plato fuerte está por venir".
Ojalá no (o al menos que el país aguante hasta el 26 de febrero).
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